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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáLa frontera actual entre Turquía y Armenia llevaba más de 30 años cerrada por decisión unilateral de la primera. Debió ocurrir esta predicha catástrofe para que Turquía aceptara el ingreso de equipos de Búsqueda y Rescate y Ayuda Humanitaria de Armenia.
Ante esta situación trágica, el gobierno de la República de Armenia resolvió rápidamente la asistencia humanitaria a los damnificados, a pesar de todos los pesares.
A pesar del genocidio de 1915 cometido por el gobierno turco-otomano y negado sistemáticamente por todos gobiernos turcos que le siguieron.
A pesar del cierre de frontera unilateral y del bloqueo económico a Armenia a la que la somete Turquía, excluyendo de todos los proyectos económicos regionales (oleoductos, gasoductos, carreteras, etc.)
A pesar de la asistencia militar turca a Azerbaiyán en la Guerra de los 44 Días, donde las fuerzas armenias perdieron casi dos tercios de Artsaj (Nagorno Karabagh), donde los drones turcos Bayraktar TB2 hicieron parte de la diferencia.
A pesar de que Turquía ha enviado militares y mercenarios terroristas a Artsaj que cometieron indescriptibles crímenes de guerra denunciados a la Corte Penal Internacional.
A pesar de las continuas amenazas del presidente Erdogan de “terminar la tarea de sus abuelos”, en clara referencia a las matanzas sistemáticas de 1915.
A pesar de los continuos comentarios despectivos hacia los ciudadanos turcos de origen armenio que son denominados por el jefe del gobierno como “restos de la espada”, en referencia a la calidad de sobrevivientes del genocidio que ellos cometieron.
A pesar de que su canciller ofende y amenaza continuamente a la diáspora armenia en todo el mundo, como lo hizo aquí en Uruguay realizando el gesto de la organización criminal ultranacionalista de los Lobos Grises.
La lista de los pesares sería muy larga, pero aún así la pequeña República de Armenia hizo lo que tenía que hacer, ofrecer ayuda humanitaria. Ayuda que no puede enviar a los armenios de Artsaj, que hace más de dos meses se encuentran aislados del mundo por el bloqueo criminal a los que están sometidos 120.000 armenios del enclave de Artsaj por parte del gobierno de Azerbaiyán.
El mundo tiene ojos para la guerra en Ucrania, para Turquía, pero parece ciego para el sufrimiento de 120.000 que en pleno siglo XXI están sitiados como se hacía en la Edad Media.
Lo mínimo que debería hacer Turquía es pedirle a su aliado Azerbaiyán que levante su criminal bloqueo.
Daniel Mekhjian Keosseian