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A esta altura ya no caben dudas que los uruguayos tenemos la figura del presidente de la República ubicada en los estantes del escaparate mundial. Varios han sido y seguro seguirán siendo los medios de comunicación que, “fascinados” por la forma de vida y personalidad de José Mujica, continúen llegando a nuestro país para llevarse las curiosas y novedosas imágenes que este hombre demostrativamente ofrece.
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El último video que muestra la visita de una delegación coreana a su chacra nos presenta escenas que expresan mucho, y que, si una imagen vale por mil palabras, una secuencia agota el todo. Para no faltar el respeto al discernimiento de mis compatriotas, no las comentaré, solo bastará con observar esas imágenes colgadas en YouTube para quedarse con la peculiar impresión que las mismas provocan.
Antes que nada hay que decir que el presidente nos representa a todos, en cualquier lugar y en todo momento (con la banda presidencial o sin ella, con saco y zapatos o con jogging y alpargatas) mientras dure su periodo de gobierno; ello, quiera o no quiera, le guste o no, lo limita personalmente como funcionario público que es.
Estas actitudes enseñadas por la televisión y redes sociales causan excitación, sobornan la sensatez, drogan la conciencia, reconfiguran el sentido común y estimulan la inadvertencia. Y, con el mayor respeto republicano por la investidura presidencial, no puedo dejar de expresar que a mí me producen vergüenza y turbación.
Para aquellos pensamientos y expresiones que apuntan a apreciarlas como ejemplo de vida austera, desprendida, y filantrópica, digo que para ello les falta coherencia, y fundamentalmente la reserva y discreción que una genuina y sincera postura de tal estilo de vida exige. La reiterada exposición pública consentida y premeditada le quita el valor puro y ejemplar que se podría obtener de aquel en otras circunstancias, y lo transforma por tanto en una farsa.-
Cité la coherencia como algo lógico y consecuente por cuanto aún hoy se encuentran por las calles montevideanas restos de la fotografía que junto al senador Astori expusieran para la última campaña electoral; allí se le ve con un arreglado look e impecable camisa blanca; ¿es entonces imprescindible mostrar hoy al mundo entero el otro look?; ¿cuál es el que vale?; ¿con cuál de los dos debemos quedarnos y asumirlo?
Reuniendo varias de las posturas en que encontramos al señor José Mujica, llego a creer que buena cuota de estas se aproximan a una especie de venganza contra el sistema y alguna parte de la sociedad . Esta clase de desquite sicológico, parece además alimentado por otras acciones en el ejercicio de la función; así lo demuestran sus desplantes públicos al que le salga al paso, su desconocimiento de aspectos constitucionales, sus posturas propartido antes que propaís, sus abrazos “compañeros” en mítines políticos extranjeros; ¿o qué otra cosa, si no, significan también sus frecuentes expresiones reflejando enfático desdén cuando cualquier situación o persona lo desacomoda en ciertas circunstancias?
Todos sabemos que asuntos de mucha más trascendencia política, económica y social para la vida del país deberían ocupar mayormente nuestra atención, pero no por ello otros aspectos —como los señalados— aparentemente algo menores dejarán de tener consecuencias mañana.
