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    La incógnita Manini

    Columnista de Búsqueda

    N° 2044 - 31 de Octubre al 06 de Noviembre de 2019

    Por estos lares resulta ajeno y suele ser noticia —normalmente con un sesgo negativo— cuando en la Europa desarrollada surgen o crecen electoralmente partidos de extrema derecha, en algunos casos con tendencias neonazis. Tienen un sesgo negativo porque sus ideas atentan contra algunos principios de la democracia liberal, crecen a la sombra de los errores del sistema de partidos, tienen posiciones ambiguas sobre algunas de las aberraciones cometidas por el hombre en la historia reciente, rechazan los logros obtenidos por las minorías y alientan el odio hacia los diferentes, sobre todo inmigrantes.

    Sin que sea idéntico, la fenomenal votación de Cabildo Abierto y su candidato Manini Ríos en las elecciones del domingo (10% con seis meses de campaña), al menos a mí, me remite, me hace pensar en aquellas noticias que nos llegan de la ultraderecha en países donde se supone que el sistema democrático funciona a pleno.

    Uruguay es una de las pocas democracias plenas que hay en el mundo y nadie puede decir que Manini haya tenido, al menos él, alguna actitud antidemocrática.

    Pero hagamos un repaso de la saga de Cabildo Abierto para ver algunas características de este grupo que a juicio del historiador y politólogo José Rilla no tiene las características de un partido político sino de una corriente de opinión.

    Su surgimiento nace de un aspecto negativo del sistema de partidos: el descrédito que, según sondeos como el Latinobarómetro, tienen los políticos tradicionales, lo que abre paso a outsiders.

    Por provenir del Ejército, muchos de cuyos integrantes tienen las manos manchadas de sangre, Manini debería ser el más enfático en cuestionar el pasado de las Fuerzas Armadas y algunas de sus acciones. Si bien dijo que se debía buscar a los desaparecidos, más de una vez se negó a profundizar en el pasado y le faltó ese énfasis que debería poner por venir de donde proviene.

    Su esposa y candidata al Senado, Irene Moreira, llegó a decir que no estaba segura de que en cinco años se pudiese volver a votar, una falta de cuidado en esa afirmación cuando fue la institución que su marido lideró la responsable de haber roto la continuidad democrática en 1973. Manini dijo que la sacaron de contexto. Tan poco tiempo como político y ya usa las mañas para salir del paso cuando a alguien se le va la boca.

    De hecho, Manini enfrenta un juicio porque su comportamiento con el Tribunal de Honor del represor José Gavazzo fue, al menos, vidrioso, y fueron sus propios camaradas, los generales integrantes de ese tribunal, que lo comprometieron ante la Justicia con declaraciones que aseguraban que le habían dicho a él que se debían presentar las declaraciones de Gavazzo reconociendo un asesinato ante la Justicia. Un año demoró Manini en mover el expediente.

    Ese juicio lo llevó a afirmar, sin prueba alguna, que los fiscales actúan mandados por el gobierno. Un serio cuestionamiento al sistema de Justicia, uno de los pilares de la democracia liberal.

    Manini también tuvo una posición ambigua sobre la inmigración. Cuando se mostraba muy crítico con el militar, el candidato colorado Ernesto Talvi lo cuestionó por querer tratar a los extranjeros como ciudadanos de segunda, ya que planteó que se les diera trabajo primero a los uruguayos, sin importar si estos estaban mejor calificados.

    Su candidato a vice, Guillermo Domenech, la emprendió contra la agenda de derechos, que puso al país al nivel de las democracias desarrolladas, llevando un poco de equidad hacia minorías por años desplazadas. También dijo que Manini era el elegido de Dios. Mesianismo.

    Sus seguidores abuchearon a periodistas que hicieron preguntas molestas en una conferencia de prensa y el propio Manini no quiso dar notas al programa donde trabaja el periodista que informó del caso Gavazzo (¿pretendía que se ocultase?). Tampoco ha querido darle una nota a quien esto escribe por, entre otras cosas, criticar al actual jefe del Ejército, Claudio Feola. ¿Manini se debe al libre juego democrático o prefiere ser solidario con sus camaradas de armas? Los periodistas no muerden, y el periodismo es una de las bases de una sociedad abierta y libre.

    Manini tuvo que echar de sus filas a neonazis. Una camioneta repartiendo sus listas lo hizo al ritmo de la marcha militar que caracterizó a la dictadura militar (1973-1985).

    ¿Cómo celebrará acuerdos Manini con el gobierno de turno si es que gana la oposición? ¿Pedirá que algunas de estas ideas se impongan?

    Muchas dudas.

    En lo personal me debo una autocrítica por haber sido siempre un extremo cuestionador de la política tradicional, sin advertir que la alternativa podía ser peor. Lamento algunos de mis cuestionamientos a los partidos que, con sus carencias y errores, son la base de la democracia liberal y con esas carencias y errores dan certezas de que Manini y su movimiento, no.

    Su aparición puede deberse al apoyo de sectores de la sociedad que por convicción, desencanto o ignorancia desprecian lo hasta ahora conocido y en un guarismo de 3 en 10 no les importa tener un gobierno dictatorial y autoritario si algunos temas no se solucionan. Los partidos tradicionales han perdido a su tradicional derecha y quizás esa sea otra causa de su veloz crecimiento.

    Todas estas declaraciones y posturas mencionadas tienden un manto de duda sobre qué modelo de país quiere el general y qué actitud adoptaría si la institución que lideró un día vuelve a intentar una aventura contra las instituciones.

    Son todas dudas y suposiciones, sí, pero no se puede decir que no tengan un asidero para plantearlas. Desconfianza en la firmeza de la democracia, inmigrantes de segunda, minorías desprotegidas, escasa firmeza en rechazar el pasado reciente y a quienes lo tornaron un Infierno, dudosa actitud ante la denuncia de un crimen, convocatoria a personas con ideas radicales.

    ¿Algunas de estas máculas se les pueden endilgar a partidos de izquierda? Sí, pero hace años que participan del juego democrático respetando sus reglas. De Manini no lo sabemos aún. Ojalá que las suposiciones más oscuras no se cumplan, y que el general se convierta en uno de los tantos militares que honraron el uniforme no solo actuando como soldados, sino cuando, retirados, se dedicaron a la política en procura de una sociedad más justa y libre.