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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáLa Medicina, arte y ciencia, fortalecidas por el emprendimiento humano para descifrar el desempeño de cada componente de nuestro ser en todo momento de la vida, funciones y alteraciones, es la búsqueda preciada.
Siendo los pacientes la razón de su existir, a quienes nos debemos en todo sentido. Sin ellos, no hay Medicina.
Durante esta praxis se aprende a conocer personas en muy diversos escenarios: pero, siempre está el compromiso con la existencia, en diferentes circunstancias y condiciones. Coyunturas que terminan templando el alma: la vida se debate en acciones vitales. Situaciones inimaginables en oportunidades por su dureza y lo que implica tomar una decisión, que puede ser en un instante o en largos minutos, que luego quedan resonando, a veces, de por vida. Nos enfrenta a la realidad de lo poco que somos y sabemos. Realmente hace pensar y repensar, recrear momentos, situaciones de alegría y de horror que perduran. Ese accionar en la relación médico-paciente-familia es crucial en todo momento.
El diálogo sincero, saber decir “no sé” y no demostrar soberbia. El manejo de la información, la verdad y pronóstico, lleva su tiempo comunicarlo y no se deben menospreciar. No es llenar protocolos, firmar documentos, sino una explicación correcta integra la buena relación entre seres humanos, de quienes, además, están sufriendo un problema de diversa entidad, y, de ello, no hay quién esté libre.
Esto es lo que esperamos todos los humanos, porque somos iguales y expuestos a estas contingencias y esperamos lo mejor. ¡Qué bueno si fuese así!
Mas la vorágine de la vida actual, los cambios infligidos a la formación y enseñanza. La ligereza y el deseo de dinero han cambiado el panorama de la atención médica: su mercantilización y debacle técnica. El individuo se transforma en un número, en una cama de hospital. El médico frustró su lugar en el mundo: es un producto más de la desorganización, pierde responsabilidad o la delega.
Se dispone de x minutos de atención/paciente: una maquinita maléfica expuesta al error. Eso se implementó desandando el camino, “socializando”, según términos de moda, más bien comunizando, reflejo de lo que son en su mayoría los médicos: apoyando el sistema porque les da plata fácil que antes era imposible. Donde nadie es responsable: médico, empresa, ¿¿quién?? Terminando en los médicos-empresarios, mayormente emparentados ideológicamente a gobernantes que se aprovechan de las circunstancias, del sistema y las personas.
Así vemos cómo cuando algo se sale del “sistema”, enseguida aparecen “defensores” como sindicatos y otras variedades de pomposos titulares que últimamente engalanan a los llamados médicos que se suben a esos supuestos “méritos” derivados del presente irracional. Autobombo.
¿En qué termina? Médicos acusados, médicos agredidos e inmediatamente aparecen los protocolos de actuación. ¿Por qué? ¡Hay que tapar los agujeros del desastre! Y, antes ¿qué pasaba? No había esa situación, más bien el médico era persona respetada. Ese respeto se perdió porque prevaleció el deterioro social, académico, técnico y pasó a ser una pieza más del “sistema”. Implantado con el apoyo cómplice de muchos integrantes de la grey médica, pobres señores abrazados a implantes de “izquierda” con $ de la “derecha”, razón de protocolos, llamados de atención, todo con el mismísimo fin, que siga todo igual. Suponen que viven en una fortaleza, donde están los “señores”, rodeados de vericuetos, artilugios para guarecerse. Pero se están protegiendo porque hacen las cosas mal y no hay interés en corregir. No vengan con el “estamos mejor que…”. No, miremos lo que necesitamos y se hace en el mundo real. No inventos, remiendos y más cargos. Responsabilidad, conocimiento, experiencia, dedicación ¿dónde están? No hay que ser mago, sino ver lo que hay fuera de fronteras. Los números (eficiencia, resultados) están para analizarlos y aplicarlos. ¡¡No meter la pata y la mano en la lata!!
¿Qué hacer? Desarmar la maraña, desarmar el sistema, simplificarlo y cumplir con la labor de cada uno. Llamar al orden desde la máxima jerarquía en adelante. No es con aumento de direcciones, de puestos, sino gente que quiera al país y su gente y ¡sepa! terminar con la parodia, los “méritos” de papel, la genuflexión a viejas y gastadas entidades de diverso tipo que no nos representan, cánceres de la nación. No es más que copiar las cosas bien y terminar con el “aquí no se puede”: ¡¡Sí se puede, si se cumple y respeta!! No comparar con los que están peor, ¡no es lo que queremos! Basta.
Carlos Sarroca
Médico
CI 1.790.459-8