Por amor a la verdad. Hay decisiones en la vida que son difíciles de tomar. ¿A quién no le ha sucedido?
Por amor a la verdad. Hay decisiones en la vida que son difíciles de tomar. ¿A quién no le ha sucedido?
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáDe algún modo u otro, se arriesga, porque uno no tiene una certeza absoluta sobre el resultado de cada decisión, por más sencilla que esta sea.
Entonces me pregunto, ¿cuál es el criterio?
Es una pregunta difícil. Seguramente que cada uno evalúe cómo afectaría a sí mismo, a su familia, a su entorno, a la sociedad, al mundo civil o político, etc.
Sin embargo, hay hechos en la historia de la humanidad que definitivamente resultan influyentes por la ayuda que introducen y frente a los cuales uno no puede seguir adelante con indiferencia sobre ellos.
El 11 de febrero de 2013 será recordado como uno de esos días.
La decisión que ha tomado Benedicto XVI de renunciar a su ministerio petrino es imponente, introduce al mundo de hoy un nuevo criterio, o tal vez, el renacer de El Criterio.
Su renuncia es un acto de libertad y caridad sin precedentes, que privilegia el bien de los demás por encima de todo, confiado en absoluto al designio del destino, fiel a lo que la realidad le indica hoy.
En estos días he leído y escuchado toda clase de interpretaciones, justas algunas y poco profundas las otras.
Pero, ¿qué hay en el fondo de esta decisión del Papa?
Alcanza con seguirle. La respuesta a esta pregunta se entiende en sus ocho años de Papado y especialmente al leer la carta en que comunica su renuncia.
Benedicto XVI se mueve por un amor que lo hace libre. Su decisión no toma en cuenta el apego a un cargo, a una posición, a un liderazgo, a una ambición personal, ni siquiera a su propia voluntad. Su decisión responde a otra cosa. Por esto es novedosa, tan inexplicable que caemos en interpretaciones limitadas, antes que rendirse ante un acto de tanta grandeza.
Es una decisión de una inteligencia que no se basa en sí mismo, sino en su Fe, como el mismo Papa había dicho tiempo atrás: “La inteligencia de la Fe se vuelve en inteligencia sobre la realidad”.
Es una decisión que responde a aquella pregunta que un famoso editor inglés le hiciera a Chesterton a finales del 1800: “Y si un hombre no debe creer en sí mismo, ¿en qué debe creer?”.
En la Audiencia General del pasado 13 de febrero, el Papa ha dicho: “Me sostiene y me ilumina la certeza de que la Iglesia es de Cristo, que no dejará de guiarla y cuidarla”.
Con esta decisión, Benedicto XVI ha mostrado al mundo entero el criterio que mueve el corazón del hombre: el amor a la Verdad y la fidelidad a su condición humana.
Quien se tome en serio este testimonio de Benedicto XVI —sea creyente o no creyente— llevará consigo una novedad que abraza toda la vida.
Agustín Fregossi
CI 2.896.362-6