N° 2001 - 27 de Diciembre de 2018 al 02 de Enero de 2019
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáUna vez concluida la actividad oficial en el ámbito local (en el mismo discreto nivel de los últimos tiempos), quienes gustamos del fútbol no tuvimos otra alternativa que observar lo que acontecía en ese rubro fuera del país. Primero, en la vecina Buenos Aires, ante un acontecimiento sin precedentes: los dos clásicos rivales argentinos definiendo entre ellos la Copa Libertadores de América. Unos cuantos días después —tras el bochorno que frustró la segunda de esas finales— la atención debió apuntar mucho más lejos, hacia Madrid, insólita plaza para el partido decisivo que dejó a River Plate como el justo campeón de América. Y por último, en Emiratos Árabes Unidos, con la ronda final del Mundial de Clubes, que tras el inesperado traspié del equipo “millonario” ante el equipo anfitrión, le permitió al legendario Real Madrid obtener su cuarto título en este torneo, los tres últimos en forma consecutiva.
Este rápido introito apunta a un par de aspectos que no nos son ajenos. Por un lado, algo ya señalado en alguna columna anterior y que guarda relación con la paupérrima actual realidad del futbol uruguayo a nivel de clubes. Estos han estado ausentes de las fases decisivas de los distintos torneos de Sudamérica (y, por ende, también de las consecuentes justas mundiales) desde fines de la década del 80. Por el otro, el marcado predominio de los clubes de Europa (acentuado desde la creación del Mundial de Clubes en el año 2000) frente a los representantes americanos, claros dominadores en épocas anteriores en la por entonces llamada Copa Intercontinental.
En cuanto al primero de esos puntos, cabe señalar que, a diferencia de lo que en estos últimos tiempos ha venido ocurriendo con la Selección nacional (la que ha desempeñado un más que aceptable papel en el concierto futbolístico internacional) en estos últimos 30 años, el desempeño de nuestros equipos en los torneos continentales fue absolutamente deficitario, con la sola excepción del vicecampeonato obtenido por Peñarol, en la Libertadores del año 2011. Antes y después, hemos visto cómo las esperanzas de una buena figuración iban quedando repetidamente a la vera del camino, a veces frente a equipos de países que no tienen casi historia en el concierto futbolístico sudamericano. Y de paso, que a diferencia de otras épocas pasadas, Peñarol y Nacional fueron perdiendo poco a poco su condición de ser prácticamente imbatibles jugando como locales, dejando puntos vitales para su chance incluso ante rivales de menor trayectoria y jerarquía.
Ya hablamos, en alguna oportunidad anterior, de la imperiosa necesidad de revertir de una buena vez esta penosa situación, tal como hoy lo demanda buena parte de los aficionados (en especial de los dos equipos “grandes”). Es que son cada vez más los que ya no se conforman con el efímero goce de un título local, sino que pretenden vivir alguna jornada de gloria en el plano internacional, tal como les cuentan sus mayores, o como ellos mismos perciben, en ocasión de los puntuales festejos recordatorios de pasadas conquistas. Y cabe suponer que será ese también el deseo de los dirigentes de nuestros principales clubes. Es cierto que deben afrontar actualmente serias limitaciones de orden económico, pero cabe apuntar que ellas provienen, en buena medida, de no haber logrado acceder en tantos años a los cuantiosos ingresos que se generan, precisamente, en las fases definitorias de esos torneos continentales.
Sin perjuicio de todo ello, es claro que las pretensiones de una buena actuación en la presente edición de las copas Libertadores y Sudamericana aparecen condicionadas por los rivales que el azar del reciente sorteo, realizado por la Conmebol, ha colocado en el camino de los distintos representantes de nuestro país. Y, a tal respecto, cabe reconocer que la suerte no ha sido la misma para todos los equipos. Así, en la fase de grupos de la Libertadores es claro que el panorama que se le presenta a Nacional es más auspicioso que el que deberá afrontar Peñarol. El tricolor tiene como seguros rivales a un equipo de los “grandes” de Paraguay, como Cerro Porteño (en principio, el más temible) y al Zamora, actual campeón del ascendente futbol venezolano (aunque en este caso, la complicación puede provenir más bien del muy largo viaje cuando deba jugar como visitante). El otro rival aún no está definido, pudiendo ser uruguayo (Defensor o Danubio) o de algún otro país (entre estos, los que más pueden llegar a complicar serían el Atlético Mineiro, por el reconocido muy buen nivel del futbol brasileño, o The Strongest de Bolivia, por la temida altura de La Paz).
Más difícil o complicada parece ser la serie que le ha tocado a Peñarol. Deberá toparse con el poderoso Flamengo, actual vicecampeón del torneo de Brasil, y con dos rivales “de altura”: Liga Deportiva de Quito, último campeón del fútbol ecuatoriano, dirigido por nuestro compatriota Pablo Repetto (que seguramente lo conoce bien) y San José de Oruro, campeón del fútbol boliviano (el enemigo en este caso, más que la supuesta valía del rival es el tener que jugar como visitante a 3.700 metros sobre el nivel del mar). Además, le han tocado al equipo aurinegro dos traslados largos: a Ecuador y a Bolivia.
Los otros dos equipos clasificados, Danubio y Defensor (ubicados 3º y 4º en el último Campeonato Uruguayo), deberán participar en las fases previas a los grupos. Defensor lo hará en la Fase 1 frente a un equipo boliviano y Danubio en la Fase 2 frente a un rival dificilísimo como Atlético Mineiro de Brasil. En el muy complejo sistema clasificatorio de esta Copa, Defensor deberá superar, pues, tres llaves consecutivas y Danubio dos para lograr acceder a la fase de grupos, en la que ya están instalados Peñarol y Nacional.
En cuanto a la actual Copa Conmebol Sudamericana (que en las ediciones anteriores llevaba el nombre de las empresas patrocinadoras) son cuatro los clasificados por Uruguay. Wanderers arrancará enfrentando a Sport Huancayo de Perú, Liverpool a Bahía de Brasil, Cerro a UTC Cajamarca de Perú y River al temible Santos de Brasil, que es ahora dirigido por el argentino Sampaoli. Si pasan la serie, participarán en la segunda fase, a la que se integrarán 10 equipos que quedaron fuera de la fase decisiva de la Copa Libertadores. Cabe acotar que este torneo ha sido particularmente esquivo a los equipos uruguayos, al punto que una sola vez en sus 17 ediciones (en el año 2002) Nacional pudo llegar a la instancia de semifinales, cayendo frente al Bolívar.
Ante esas cifras ciertamente preocupantes, cabe preguntarse: ¿habrá llegado, al fin, el momento para festejar algún título internacional a nivel de clubes, tal como fuera una sana costumbre en las últimas décadas del siglo pasado?