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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáEn los últimos días hemos leído y oído una lista de nombres que han desfilado por la prensa y televisión del país, para los cargos de ministros, mujeres y hombres, secretarias y secretarios, subsecretarios de los distintos ministerios, directoras o directores de cada una de las instituciones públicas… en fin, uno como ciudadano observó cómo el presidente electo y su grupo más cercano se dieron bastante trabajo para saldar facturas de la elección respecto a los diferentes integrantes de la multicoalición y al mismo tiempo tratar de nombrar personas que, por lo menos leyendo su currículum, demuestran competencia para los cargos que irán a desempeñar en el próximo período. De repente, encontramos un par de comentarios en redes sociales manifestando sus discrepancias con las autoridades que posiblemente dirigirán el teatro más importante de la República: el Auditorio Nacional del Sodre. En él se crea toda la más significativa cultura musical del país. Eso no lo digo yo, sino la ley de creación de ese teatro, que son sus estatutos. No vamos a hablar de los años de oro en los que los mejores y más famosos artistas de todos los géneros estuvieron presentes año a año en su escenario. Eso ya lo han escrito personas que han vivido toda su vida aquí. Por eso no viene al caso ser repetitivo. Yo, que a pesar de vivir aquí nuevamente desde hace cinco años, aparte de tres escasas presentaciones en el Sodre y el Solís, no me he intersado por imponerme con asiduidad y he elegido un perfil bajo de protagonismo en el ambiente musical, no puedo dejar, esta vez, de hacer un comentario público al respecto. No quiero ofender a ninguna persona que tenga la voluntad de ejercer un puesto en el Sodre, que se tiene que llamar el más importante difusor de la cultura musical de la República, una palabra que todos tienen en boca en este momento. Pues bien, si para alabar a un presidente que hace lo que es correcto porque es inteligente y se quiere despedir de su presidencia con dignidad y altura, se le llama republicano; si el nuevo presidente electo es también un republicano porque a pedido de su antecesor muestra modestia y respeto para colaborar con esa transición; si los dos protagonistas de las elecciones, el Frente Amplio y la coalición multipartidaria, muestran cordura (salvo en algunos deslices de una parte y otra) y tratan de dar un ejemplo a la región, donde la grieta no debe tener lugar en Uruguay; esa cultura política se está cuidando con trabajo y esfuerzo porque sin él no es republicana. Pues bien, con el primer teatro de la República se debería manejar con el mismo respeto: nombrar sus autoridades con el mejor criterio de expertise y con la misma mirada republicana que se está construyendo toda la transición. Un exponente uruguayo dirige la Dirección de Programación del Teatro Colón. Parece que lo mejor nuestro siempre sigue ignorado en Uruguay por la reiterada desinformación de los gobernantes. Se debería nombrar un equipo profesional, liderado por un/a director/a general o intendente/a (como se llama en los países sajones) con formación artística, cultural, management-económico teatral, etc. Algunas de estas cualidades debe tener la persona adjudicada, que plantee una reforma cabal del instituto sin traicionar su razón de ser, su motivo fundacional. Seguir nombrando una comisión directiva para el Sodre, presidida por un político que no tenga la menor idea de cómo se lo debe gestionar, es desconocer el valor que debe tener este teatro, eso, por favor, ¡es pasado! Tampoco se deberían manejar nombres de personas que en otras áreas de la vida cotidiana probablemente tengan un talento desarrollado, pero si se desconocen los desafíos que implican gobernar un teatro de ese peso, es para mí una superficialidad, no solo del que lo recibe mal sino también del que lo otorga. Esperemos que el presidente electo y su “entourage cultural” le otorguen un buen servicio a esta República, se lo merece.
Homero Francesch