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Soy batllista y renuncié. Al finalizar mi trabajo como ministro del Tribunal de Cuentas, acepté el ofrecimiento con el que me honraron el Dr. Julio María Sanguinetti y el Sen. Tabaré Viera para representar al Partido Colorado en UTU en el marco del acuerdo multipartidario.
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En mayo de 2011, el Comité Ejecutivo Nacional del Partido Colorado emitió una declaración con el respaldo de todos los sectores en la que denunciaba que el gobierno del presidente Mujica atacaba el Estado de derecho y la Constitución y desconocía la voluntad popular expresada en dos plebiscitos a los que se había comprometido públicamente a respetar.
Por primera vez desde el golpe de Estado, se estaba desconociendo la voluntad popular, esta vez por parte del Frente Amplio y el gobierno del presidente Mujica.
El hecho era de tal gravedad que a mi juicio no alcanzaba con declaraciones públicas sino que había que actuar en consecuencia.
En síntesis, ser coherentes entre lo que se dice y lo que se hace.
Por ello, el 19 de mayo de 2011, el mismo día en que el Frente Amplio intentaba derogar la ley que había sido avalada por el pueblo, renuncié públicamente al ofrecimiento en UTU y creí y propuse que ese era el camino que debía seguir todo el Partido Colorado.
Además, a esa altura era notorio que las condiciones que habían propiciado el acuerdo entre la oposición y el gobierno habían cambiado. Se acordó con el gobierno pensando que Mujica respetaría su compromiso de no enmendarle la plana al pueblo. Mujica mintió. El presidente de la República y el Frente Amplio habían actuado de mala fe.
En suma, la defensa de las instituciones por encima del control administrativo que aún hoy sigue siendo el argumento central de los correligionarios que creen que es mejor permanecer en los cargos que dio Mujica.
Seamos claros, estamos en esos organismos porque Mujica retomó la política de coparticipación que Sanguinetti inauguró en el Uruguay cuando se dieron “generosamente” cargos al Frente Amplio durante su primer gobierno, pero con algunas grandes diferencias: Sanguinetti respeta los plebiscitos y Mujica no. Sanguinetti no tuvo la actitud mezquina de estar regularmente recordando esa generosidad y menos aún de insultar y agraviar a los representantes del Frente Amplio. Mujica sí, pasa factura y agravia.
Seamos justos, a partir de 1990 el Frente Amplio dejó de integrar los entes. Entonces, ¿por qué exigir como derecho lo que nosotros no dimos en nuestros últimos gobiernos?
La Constitución es clara. No tenemos derecho hoy como antes tampoco tenía derecho el Frente Amplio.
Por todo esto creo que nuestra principal obligación no es insistir en integrar un gobierno ajeno. Nuestra mayor obligación y responsabilidad está en respetar la voluntad del pueblo que nos colocó en la oposición y no en el gobierno.
Desde luego que estar en la oposición significa proponer y más que nada controlar desde las posiciones a las que tenemos derecho y no en cargos que Mujica nos recuerda a diario que se ocupan por su generosidad y que además cree que ofician como seguro de desempleo. Los batllistas no necesitamos cargos en el gobierno de Mujica para proponerle al país.
Los directorios son órganos de dirección antes que de control.
Controlemos desde el Parlamento y desde el Tribunal de Cuentas, instituciones en las que ocupamos cargos por derecho propio y donde no dependemos de la voluntad de Mujica.
Son de recibo además los argumentos que sostiene Pedro Bordaberry sobre “la coincidencia entre la escalada de agravios, insultos y palabrotas de la actuación del presidente Mujica con el deterioro en que se encuentra la educación, el respeto por los demás y los índices sociales en nuestro país”.
El deterioro en el lenguaje y sus efectos negativos en la sociedad constituyen un capítulo más de la actual “batalla cultural” que en una democracia puede ser aún más importante que la ideológica. Es lo que el ex presidente Sanguinetti ha advertido y llama “la promoción de un nuevo esquema de valores contrarios a los que hicieron grande el país” por parte del Frente Amplio.
En cuanto a la lengua, agrega que “es un modo de pensar, pero además —socialmente— es un vital instrumento de ascenso. Nadie puede subir en la escala social manejando un pobre idioma vulgar” que le prohíba acceder a mejores condiciones laborales, “condenando a la pobreza a quienes no sepan expresarse como lo requiere cualquier actividad importante”.
Es el “país de primera” del Frente Amplio en el que se iguala hacia abajo.
Por ello, no es posible sostener y justificar que los agravios permanentes de Mujica se tratan de “ironías” o malhumores pasajeros sobre los que no hay que prestar mayor atención.
La batalla ideológica y cultural comienza para el batllismo en la defensa de las instituciones democráticas, el respeto de la voluntad popular y en la preservación de la escala de valores y principios sobre los que se construyó nuestro país. Por eso, yo que también soy batllista, renuncié.