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La película sobre Lincoln, excelentemente analizada por Jaime Costa en Búsqueda, donde tanto el juicio histórico sobre el personaje como los elogios al film de Spielberg son totalmente compartibles, tiene, sin embargo, una afirmación que simplifica una cuestión mucho más compleja al sostener que en aquella época los republicanos eran los progresistas, y los demócratas partidarios de la esclavitud. Si bien es cierto que los partidarios de la esclavitud votaron a los demócratas, había entre estos decididos abolicionistas, aun entre los que permanecieron en el partido y no se escindieron para participar del entonces recientemente formado Partido Republicano.
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Esta historia tiene, aparte de Lincoln, un personaje fundamental que hizo precipitar los acontecimientos y que fue su rival en más de una ocasión: Sthepen Douglas. De talla pequeña pero contextura amplia, señalado como uno de los más grandes oradores de su tiempo y denominado “el pequeño gigante”, este hombre propulsó una ley, denominada Kansas-Nebraska, que dejaba librado a cada estado resolver el problema de la esclavitud según la decisión de sus habitantes (tesis de la “soberanía popular”). Esta posición de Douglas obedecía a su intención de contemplar todas las posiciones en su ambición de llegar a la Presidencia, eludiendo el problema de la esclavitud para captar los votos del sur. Pero sus resultados fueron el desmembramiento del Partido Demócrata. En primer lugar porque los abolicionistas más acérrimos se retiraron del partido y junto con los whigs y los “free soleil”, fundaron el partido al que denominaron Republicano. Lo segundo sobrevendría seis años después.
La ley Kansas-Nebraska es lo que impulsa definitivamente a Lincoln a la política, porque temía que según las circunstancias las posiciones variaran continuamente y hasta los estados libres se volvieran esclavistas. Pronuncia su célebre discurso de “la casa divididida” (que no puede mantenerse en pie), que determina su candidatura para disputarle a Douglas el senado de Illinois. Lincoln desafía a Douglas a debatir y este acepta y los debates se suceden en varios puntos del estado. Douglas es reelecto, pero las polémicas hicieron a Lincoln una figura nacional, viendo los abolicionistas en él a quien mejor argumentaba y los representaba. Dos años después, tanto Lincoln como Douglas son candidatos a la Presidencia. Y es entonces cuando se produce el segundo efecto de la ley de Douglas: desencantados por no poder obtener una decisión favorable a sus intereses, los once estados del sur se alejan de la Convención Demócrata y anuncian un tercer candidato: Breckinridge. Dándose cuenta de que Lincoln iba a ser el futuro presidente, Douglas cambia su estrategia, sosteniendo que sea quien fuere el candidato electo la principal obligación era preservar la Unión. Viaja al Sur donde sostiene este pensamiento a pesar del repudio de los votantes. Lincoln obtiene 1.800.000 votos contra 1.400.000 de Douglas y 870.000 de Brekinrige. Pero gana ampliamente en el Colegio Elector. En los largos meses antes de que asumiera Lincoln y ya declarada la secesión, Douglas insiste en que lo principal era preservar la Unión, obteniendo así Lincoln de su rival un gran apoyo institucional que le sería esencial en los primeros meses de su Presidencia. Incluso se reunieron en la Casa Blanca el 14 de abril de 1861, cuando Douglas le garantizó su apoyo a pesar de diferencias políticas. Pasados tres meses fallecía y tuvo el reconocimiento de los propios republicanos. Poco después, Lincoln designa a un demócrata como secretario de Guerra, Stanton, siendo demócrata también su comandante en jefe del Ejército, Mc Clellan (su futuro rival en la elecciones), y nombra a un demócrata de Douglas, Ulises Grant, como sucesor de aquel.
La larga guerra cansa a los propios habitantes del Norte, muchos de quienes anteponen la paz al problema de la esclavitud. Y es más: el propio Partido Republicano duda en que Lincoln sea su candidato, surgiendo otros nombres, pero dos acontecimientos apuntalan finalmente su candidatura: la caída de Atlanta y la decisión de un demócrata sureño, Andrew Johnson, de proclamar la abolición de la esclavitud en Tennessee. Con apoyo de demócratas como Cooper, Dix, Logan y los primos Roosevelt, se forma la Unión Nacional con la fórmula Lincoln-Johnson. A pesar de ganar en el voto popular por 400.000 votos, el estrecho margen de la victoria en Nueva York (en la ciudad ganó ampliamente Mc Clelland) y en Ohio, le pudieron haber dado la victoria a su rival.
Es a partir de entonces que se producen los episodios estupendamente narrados en la película y que demuestran definitivamente el genio de Lincoln. Sus proclamas de la abolición habían sido hechas en épocas de guerra, se corría el riesgo de que no se le consideraran constitucionales después de lograda la paz y sin la enmienda todo habría sido en vano. El visionario del futuro sabía que era ese el único espacio y tiempo que le quedaba para consagrar definitivamente la libertad. No tuvo que luchar tan solo con los demócratas que se le oponían sino también con republicanos conservadores. Y la cuestión se planteó más que nada en los términos para lograr la paz. Por eso su última gran jugada con la delegación del Sur, en la que se encontraba su otrora admirado Alexander Stevens. Su muerte deja en el misterio cómo habría actuado para la reconstrucción. Lo seguro es que habría evitado en esos años, dado su pensamiento social, la inclinación de sus sucesores, sobre todo Hayes, hacia los grandes círculos financieros.
Los acontecimientos posteriores que hicieron cambiar la valoración sobre los dos grandes partidos fueron la aparición de un líder popular demócrata luego de varios años de gobiernos republicanos, llamado Grover Cleveland (el único presidente alternado de la historia y por eso se le cuenta dos veces) y, fundamentalmente, el New Deal de uno de los descendientes del Roosevelt que volvió al Partido Demócrata (el otro quedó republicano y era el padre de Theodore), Franklin, que atrajo a los republicanos progresistas y obtuvo el apoyo de los sindicatos por su política de salarios mínimos y la obligación de negociar, las medidas de Truman sobre la discriminación en el Ejército y Kennedy y Johnson con los derechos civiles que inclinó hacia los demócratas a la mayoría de las raza negra y latina.
Era tan increíble Lincoln en la coherencia de sus posiciones ideológicas, que en plena guerra civil le ordenó al general Meade suprimir una medida militar para no afectar el derecho de huelga y les hizo reunir a las partes para negociar. Su grandeza excepcional mereció muy justamente el juicio de Leon Tolstoi: “Entre los héroes y próceres de la historia, Lincoln emerge como un verdadero gigante”.