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    Los montevideanos pagan “poco” en impuestos para los servicios que reciben; no lo ven porque tienen una “mirada restrictiva”

    A la izquierda le cuesta reprimir a los infractores porque puede “ponerse en el lugar del otro” y por eso prefiere apostar a la educación, dijo el director de Recursos Financieros de la Intendencia, Arturo Echevarría

    Cada montevideano gasta en promedio $754 por mes en impuestos, y con ese dinero la Intendencia de Montevideo se ocupa de una “gran variedad de cosas”, como la basura, las calles, el alumbrado, los parques, las actividades culturales y las políticas sociales. Para el director de Recursos Financieros de la comuna, Arturo Echevarría, esa cifra demuestra que los impuestos en la capital son bajos para los servicios que se brindan, y sostuvo que a la gente le da la “sensación” de que son altos porque tiene una “mirada restrictiva” de lo que hace la Intendencia.

    Echevarría —un economista del Frente Amplio, que fue vicepresidente de la Corporación Nacional para el Desarrollo— sostuvo que se debe apostar más a la “educación” y no a la “represión”, para que los ciudadanos cambien sus hábitos y colaboren con la limpieza y el orden de la ciudad. Reconoció que a la izquierda “le cuesta” reprimir porque le es más fácil ponerse “en el lugar del otro” y tiene “una mirada más profunda” sobre determinados problemas.

    Evaluó que en estos dos años de gestión, la administración ha “logrado cambios” y que si siguen “cumpliendo” como hasta ahora, “los grandes problemas que le importan a la gente” van a “estar solucionados” al final de la gestión.

    El responsable de las finanzas de la comuna opinó que en este momento “la población no está enamorada” de la Intendencia y por eso “tiende a ver algunas cosas por encima de lo malas que son”.

    —Cuando asumieron el gobierno de Montevideo la Intendencia tenía importantes atrasos en las inversiones, según lo ha dicho públicamente la intendenta Ana Olivera. Además enfrentaba serios conflictos con Adeom y tenía mala imagen en la población. ¿Lograron poner la casa en orden en estos dos años de gobierno?

    —Creo que se ha avanzado bastante, aunque no estamos ni cerca de la excelencia. Estamos en un buen camino, espero que con el tiempo la gente lo valore. Lo que nos planteamos para 2011 se cumplió perfectamente y si seguimos cumpliendo de esa manera, lo que venimos haciendo, los grandes temas que le importan a la gente, como la basura, van a estar solucionados.

    Queremos que los montevideanos vean a Montevideo como lo hace la gente que viene de afuera. Cuando recibís a gente del exterior te dicen: “que ciudad bárbara, preciosa, segura”. Sin embargo, los montevideanos, los que necesitamos que estén contentos de vivir acá, no lo ven así porque tenemos problemas. Pero algunos de esos problemas no son solucionables solo por la Intendencia. Con el tema de la basura, por ejemplo, por más que recojas todos los días los contenedores, si los comerciantes que no pueden utilizarlos lo hacen igual, o un hurgador te tira para afuera toda la basura, es muy difícil que puedas mantener tal nivel de gasto en esa tarea que contrarreste lo que la gente no cuida.

    —¿Por qué no destinar más recursos a fiscalizar en vez de gastar tanto en subsanar lo que la gente hace mal?

    —No sé exactamente cuántas esquinas hay en Montevideo, pero tener la cantidad de inspectores para cubrir todas las esquinas es imposible.

    —Pero sin llegar a eso, se puede fiscalizar más…

    —Sí. Pero es un costo muy importante que no termina teniendo resultados. Estuve en Alemania, y vos te subís al tren sin que nadie te pida nada. Aleatoriamente, y cada tanto, te puede tocar que haya un inspector y te mate con la multa. En el mismo viaje pasé por Madrid. Allí no solo tenés el molinete (en el subte), sino que además tenés a una persona cuidando para que nadie salte el molinete. Tener que pagar a gente que controle para que eso funcione, hace que te sea mucho más caro.

    —A juzgar por lo que sucede con la basura en Montevideo, pareciera que los uruguayos no tienen la conducta que tienen los alemanes y necesitan que haya un guardia que vigile. Un tren con el sistema de Berlín en Uruguay se fundiría...

    —Nadie pagaría. Estoy de acuerdo.

    —Entonces, ¿no se evalúa atacar por el otro lado? En vez de levantar más veces la basura, ¿no es mejor controlar que nadie la tire afuera?

    —No. Yo creo que nos falta más educación. Claro que la represión también es necesaria. Tenemos inspectores de todo tipo, de tránsito, de bromatología, inspectores generales.

    —¿Pero qué pasa con los carros de clasificadores, que circulan por lugares y en horarios que no deben, o los hurgadores que tiran la basura fuera del contenedor? ¿No falta darles más poder a esos cuerpos inspectivos?

    —Faltan normas para poder hacerlo.

    —Hay muchas normas que no se aplican…

    —Sí. Pero la otra vez vimos gente rompiendo un contenedor y los llevamos a la Policía y a los cinco minutos estaban afuera, porque la norma no te permite otra cosa. Sí se necesita fiscalización, y tenemos que hacer más, pero también tiene que estar acompañado de enseñanza. Se está trabajando para generar una campaña de comunicación vinculada a la convivencia.

    —¿Al Frente Amplio le cuesta fiscalizar, tener mano dura? ¿La izquierda tiene un problema con la represión?

    —Creo que la izquierda en general evalúa de otra manera la represión. Logra ponerse en el lugar del otro mucho más fácil de lo que lo hace la gente con otra mentalidad, que considera que es más fácil solucionar las cosas con la represión.

    No solo hablando se solucionan las cosas, pero tampoco solo con represión. Hay que encontrar el equilibro entre las dos cosas. Por eso a veces se ve que a la izquierda, como que le cuesta. Creo que es así porque tiene una mirada un poco más profunda sobre determinadas cosas que la llevan a pensar que la represión no es el camino idóneo para solucionar determinadas cosas.

    Por ejemplo, vos tenés a una persona viviendo en la calle, que puede ser por múltiples factores. Uno de los más fácilmente visibles es la droga. ¿Es una solución ponerle una multa porque revolvió un contenedor? No vas a lograr con eso que cambie su conducta. ¿Que vas a hacer? ¿Lo llevas preso? Tenés que atacarlo de otros lados: refugios, con atención psicológica, sanitaria.

    —¿Por qué le parece que ocurre eso con la izquierda?

    —Hay una parte de la explicación en la concepción de una persona de izquierda que es que como ser social las personas aprenden o desaprenden y viven en sociedad en función de su entorno. Eso es más una mirada de izquierda que aquella que dice que con determinadas características se nace y no hay forma que cambies porque naciste con ellas.

    Cuando pensás así, no pensás que esa persona tenga arreglo, ni que lo vas a poder cambiar. En contraste, cuando pensás que el entorno te lleva y termina empujándote hacia determinadas condiciones, estás pensando que podés hacer el efecto contrario y lograr que esa situación cambie. Entonces no ves al otro como el culpable de que esté llevando determinada vida exclusivamente por sus malas condiciones, sino que ves al otro como un ser humano igual que vos que fruto de determinadas circunstancias cayó más fácil en algunas cosas.

    —¿Pensar que una persona nace de determinada manera y no se puede cambiar es un pensamiento de derecha para usted?

    —Sí. La izquierda entiende que tiene posibilidades de lograr cambios en la gente en función de lo que pueda trabajar con ellos.

    —A veces la gente que comete infracciones no está viviendo en la calle, sino que tiene una buena situación económica. ¿Qué pasa en esos casos?

    —Yo no hablé de nivel socioeconómico. En un estudio publicado hace poco, se dice que la gente de alto poder adquisitivo era más proclive a mentir y traicionar que la gente común. Hay problemas de educación para vivir en sociedad en montones de sectores, que no pasa por los problemas económicos. A veces el de más recursos es el que peor se comporta.

    Creemos que el tipo que está en situación de calle, además de ser un problema para su propia persona, es un problema para la convivencia con los vecinos. No está bueno que uno tenga que soportar que una persona duerma en el hall de su casa. Yo no creo que deba aguantarlo y esquivarlo. La Intendencia saca a diario personas durmiendo en los espacios públicos. La diferencia es que no vamos diciendo: “A este loco hay que reventarlo”.

    —¿Cómo les fue con el programa de refinanciación de deudas? ¿Se logró bajar la morosidad?

    —Nos fue bien con la refinanciación de deudas, se firmaron una cantidad enorme de convenios, por encima de lo proyectado. La morosidad se bajó en 20%.

    —Mucha gente se queja de que los impuestos en Montevideo son altos para los servicios que recibe. ¿Qué opina al respecto?

    —Yo digo que no. Mi opinión es que los “gastos comunes” que pagan los montevideanos para vivir en Montevideo rondan el 4% de sus ingresos.

    —Pero ese costo puede ser mucho o poco dependiendo de lo que se recibe a cambio. ¿Piensa que los servicios que la Intendencia brinda valen más de lo que pagan los vecinos?

    —Sí. Creo que la gente hace una mirada restrictiva cuando piensa lo que le da Montevideo y por eso le da esa sensación. Si se dividen los ingresos de la IMM entre un millón de adultos, nos da unos $754 por mes, entre contribución, patente, tasa general.

    —¿Es un buen precio por los servicios que se dan a cambio?

    —Sí. Haciendo unas simples cuentas ves que no es mucha plata. Un edificio que paga $700 de gastos comunes es uno que no tiene ningún servicio.

    Desarrollo Ambiental gasta $1.240.000.000 por mes. Si divido eso entre 1.400.000 personas, me da que cada montevideano paga por la recolección de la basura $73,86 por mes o $2,5 por día. El servicio incluye el contenedor, los camiones levanta contenedores, la usina de disposición final, que cuesta varios millones de dólares para que no afecten el medioambiente, y el barrido de la ciudad.

    Pero no es solo la basura. La Intendencia hace una gran variedad de cosas. Es hacer las calles, el alumbrado, la poda, las plazas, los inspectores, los cuidaparques, la administración, los 280 locales de la Intendencia, las políticas sociales, el saneamiento, lo que se hace en cultura, el Carnaval, la Criolla, el Teatro Solís, las 10 bibliotecas, los 20 museos. ¿Sabés cuantos alumnos tiene la escuela de música? Más de 500. Bueno, todo esto lo hacemos con esa plata.

    —¿Es poco entonces lo que pagan los ciudadanos en impuestos?

    —Sí, yo digo que es poco.

    —¿Debería ser más?

    —Primero tenemos que seguir mejorando en cómo lo ejecutamos. Después capaz que hay posibilidad de que sea más. Se verá si después estamos en condiciones de pedir más.

    —Cree que la Intendencia ha logrado mejoras para los ciudadanos…

    —Lo estamos logrando. Lo que es claro es que no se ve. Es claro que hay una campaña desinformativa de lo que se hace; es notoria.

    —¿Quiénes hacen esa campaña? ¿Hay intereses detrás?

    —Hay intereses detrás. De los partidos de la oposición, con sus medios. Siempre se le busca el aspecto negativo a cada cosa que se dice. Y hay cosas que vos no podés decir que es mentira, pero que esconden en su forma de presentación una idea de mentira.

    —¿La administración está haciendo algo para contrarrestar eso?

    —Estamos haciendo las obras, que la gente va a terminar viendo. La realidad termina pasando por arriba.

    —¿Espera que eso se consiga al final de la gestión?

    —Sí, pero es todo un cúmulo de cosas. Cuando vos venís con una imagen negativa de algo, alcanza con poco para que lo sumes a lo negativo. Nosotros estamos pasando por un momento con la población en el cual no está enamorada de nosotros y tiende a ver algunas cosas por encima de lo malas que son. No es un tema de que estemos conformes. Pero sí hay un tema de no correlación entre lo que se hace y cómo se lo ve.

    Me ha criticado algún compañero, por ser optimista. Pero yo creo que hay cambios y que van a ser visibles para la población.