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    Los nuevos ni ni: ni méritos, ni competencias

    N° 1979 - 26 de Julio al 01 de Agosto de 2018

    , regenerado3

    Imagine esta situación: su hijo está en el bloque quirúrgico para que lo operen del corazón. Deben abrirle el tórax para cambiarle una válvula defectuosa y usted debe elegir al médico responsable. ¿Elegirá al más “popular” o al más brillante?

    La ridícula y temeraria propuesta de elegir a los abanderados en la escuela con el criterio de su “popularidad” sepulta uno de los principios liberales más importantes de nuestra historia como nación, recogido en el artículo 8 de la Constitución de la República, que dice: “Todas las personas son iguales ante la ley, no reconociéndose otra distinción entre ellas sino la de los talentos o las virtudes”.

    El populismo tergiversa los valores y la propia realidad para congraciarse con las masas. Siguiendo la regla de Pareto del 20/80, es evidente que el 80% de las personas somos “gente común y corriente” y apenas un 20% son las elites que se destacan. Trátese de deporte, arte, ventas, administración o lo que fuera.

    Las banderas a repartir son solo tres, pero alumnos son treinta. A un liberal guiado por los principios de la meritocracia, justicia e individualidad no le tiembla el pulso en darles el premio a quienes los merecen y soportar estoicamente las quejas de los que no llegaron al podio. Pero el populista tiene otros valores: el agradar a las masas. Por lo tanto, prefiere quedar bien con 27 alumnos mediocres que reconocer los talentos y virtudes de los tres abanderados.

    Dicen que no quieren “discriminar” o que el no abanderado se sienta mal por no estar en ese podio. ¿Pero acaso no es peor ser considerado “impopular” por tus propios compañeros y amigos que no te votaron?

    Lo que los progresistas no entienden es que en la vida hay cientos, miles o millones de “podios”. El que no es abanderado por no tener buenas calificaciones, puede ocupar el primer lugar en el podio de los deportes, en bailar con la más linda o llenar su casa de amigos.

    Justamente de eso se trata la educación: ayudar al joven a descubrir su talento y a practicar las virtudes que permitan aprovecharlo y potenciarlo. ¿De qué sirve el talento de un Luis Suárez si no lo acompaña con la virtud de ir a practicar todos los días, la disciplina de alimentarse correctamente y la planificación de su carrera profesional?

    Muchos creen que esta propuesta es una tontería más de las tantas tonteras a que nos tienen acostumbrados, pero tal vez sea algo mucho peor: el deseo de contar con ciudadanos poco preparados, no competitivos, sin autoestima y confundidos todos en una gran mermelada (con un único sabor) en vez de ser una ensalada de frutas donde cada especie se enriquece por el contacto con otras.

    Este “hombre nuevo” que están creado con el “pase social”, los ladrones “víctimas de la sociedad” y hacer creer que “todos somos iguales” lo único que hará es tener gente cada vez más dependiente del Estado y menos dependientes de sí mismos. En definitiva, una sociedad de esclavos.