Nº 2185 - 4 al 10 de Agosto de 2022
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acá“No quiero trabajar por la misma plata que gano por quedarme en mi casa cobrando un plan”.
“Tengo 34 años y, si el plan durara hasta que tuviera 50 años, ¡sería un golazo!”.
“Y a vos ¿qué carajos te importa si tenemos hijos como conejos o no? ¿Qué carajos te importa si queremos vivir del Estado?”.
“Esto no es mi problema, es problema del presidente. Si no te gusta, renunciá (a tu trabajo) y ponete a cobrar planes”.
Palabras más, palabras menos, estas son declaraciones de Mariana Alfonzo, una argentina con cinco hijos (el primero lo tuvo a los 15 años), terminó el secundario, se expresa muy bien, pero trabaja de “planera”, recibiendo dinero del Estado a cambio de hacer nada, a través de diferentes planes sociales que son asignados por militantes políticos del peronismo llamados “punteros”.
Esta mujer no siente culpa alguna por recibir un dinero que el Estado le quita a quienes sí trabajan de sol a sol, incluso a su propio exmarido y padre de sus hijos, que se levanta a las cuatro de la mañana para trabajar en la construcción. Su exmarido le dice que es una vaga y ella se siente “discriminada” por tal calificación.
Este tipo de planes sociales no ayudan a la gente a salir de la pobreza sino a mantenerla en ella indefinidamente, porque —como bien dice Mariana— “si te parece que están comprando los votos (con los planes), ¡bárbaro!, ¡que compren los votos!”.
¿De quién es la culpa que la Argentina haya caído a estos niveles de degradación moral? ¿Es culpa de las “Marianas” o de la denominada “casta política”, que crea las reglas donde termina siendo más conveniente garronear que trabajar?
Mariana recibe 70.000 pesos argentinos de diferentes planes sociales y logra otro ingreso similar con algunas “changas” informales, pero no se registra formalmente como monotributista porque, al hacerlo, perdería los planes y subsidios. Por eso en la Argentina casi el 50% de la economía está “en negro”, porque estar “en blanco” no rinde.
A otra mujer que estaba en un piquete con su pequeña hija le preguntan por qué estaba allí y ella respondió alegremente que hacer piquetes era “su trabajo”. Y el motivo del reclamo es que ahora el gobierno pretendía hacerla trabajar a cambio del apoyo económico que recibía, pero eso le parece que “no es justo”.
Esta “Argentina planera” fue creada intencionalmente por el peronismo para que la gente no pueda ascender por sus propios méritos (apoyados sí por el Estado, cuando corresponda), ya que el presidente Alberto Fernández no cree en ello: “El mérito no es el camino para crecer”.
Como bien dice el dicho: “Cuando las parvas de tus vecinos veas arder, pon las tuyas en remojo”. Salvando las enormes distancias que nos separan de “esa manga de ladrones del primero al último”, en Uruguay también tenemos a los amantes de los subsidios, del “Estado presente” y hasta del “ingreso básico universal”.
Es una suerte tener el caso argentino tan cerca, como una guía para gestionar la cosa pública, ya que nos marca un claro camino: debemos hacer exactamente todo lo contrario a lo que hacen ellos.
No caigamos en la trampa del populismo. Ya vemos en la degradación económica, política y moral a la que siempre arrastra a las sociedades donde se aplica.