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Los gobiernos de Mauricio Macri, en Argentina, y de Michel Temer, en Brasil, están impulsando —no sin resistencias— reformas que apuntan, según dicen, a corregir desequilibrios fiscales y apuntalar sus economías, que hasta hace poco venían en caída. En Uruguay, los empresarios miran esos procesos con cierta envidia y una mayoría quisiera que el país recorriera caminos similares.
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Eso captó una encuesta efectuada por KPMG, que difundió en un informe fechado el jueves 4. Con relación a las reformas que han comenzado a implementar Brasil y Argentina, ¿considera que Uruguay debería seguir el mismo camino?, le preguntó la consultora a directores, gerentes generales y gerentes financieros de 108 medianas y grandes empresas, con una dotación media de 130 trabajadores. El 78,7% afirmó que sí a cambios en el mercado laboral, un porcentaje que se ubicó en 64,8% en referencia a una reforma previsional y en 59,3% respecto a modificaciones en el sistema tributario (frente a 21,3%, 35,2% y 40,7%, respectivamente, que contestaron negativamente al planteo).
La reforma laboral en Brasil, puesta en vigor en noviembre, tiene un corte liberalizador: los acuerdos por empresa e individuales pueden prevalecer sobre los de tipo colectivo; se flexibilizan las condiciones de despido; se acotan las condiciones para los litigios laborales; se amplía la posibilidad de tercerizar tareas, y se reglamenta el teletrabajo. Con este nuevo marco, aunque se mantienen los derechos de los trabajadores relativos a una jornada diaria de ocho horas y de 44 semanales, de percibir aguinaldo, de tener 30 días de vacaciones al año y a la libre sindicalización, entre otros, es posible llegar a acuerdos individuales con la empresa en términos diferentes a los pactados en el convenio sectorial. También se permite el despido por mutuo acuerdo, reduciendo a 15 días el plazo de anuncio por parte del empleador del cese de la relación; el trabajador podrá acceder a 80% de la indemnización, pero pierde el derecho al seguro de desempleo.
Temer también tiene previsto ejecutar una reforma en el sistema previsional, pero su discusión quedó postergada para este 2018 a la espera de lograr consenso legislativo para votarla.
Por su lado, Macri impulsó cambios tributarios que, entre otras cosas, alivian la carga sobre las ganancias empresariales. Y en diciembre, en medio de violentas protestas callejeras, logró aprobar en el Congreso una modificación en el esquema de ajuste de las pasividades, que reduce su costo fiscal.
El espíritu reformista de una parte mayoritaria del empresariado uruguayo, según el sondeo, es consistente con aspectos que le preocupan. Casi la mitad (49,1%) considera como “neutro” el clima de negocios en el país, pero son mayoría los que creen que influyen negativamente las actuales condiciones de relaciones laborales (72,2%) y el régimen tributario (57,4%). Con porcentajes también elevados, también cuestionaron la calidad de la infraestructura (64,8%) y a la clase política (58,3%).
Perspectivas
La encuesta fue hecha entre el 23 de noviembre y el 26 de diciembre para conocer las perspectivas empresariales para 2018. Son “netamente positivas”, interpretó KPMG, dado que 31,5% espera una situación mejor frente a 19,4% que prevé un deterioro; el resto, casi la mitad, augura un panorama igual al del año que acaba de terminar.
El 55,2% de las empresas que venden al mercado interno proyecta incrementar sus ventas, en tanto que solo 18,1% estima una reducción. En el caso de las exportadoras, la mitad (50%) prevé mantener sus negocios respecto a 2017; el resto se divide entre los que creen que aumentarán (38,5%) y los que auguran un panorama peor (11,5%).
El 55,6% de los encuestados aseguró que planea llevar a cabo inversiones en activo fijo este año. Al resto, KPMG le preguntó las razones para no hacerlo: la “falta de estímulos fiscales suficientes” y las “peores perspectivas de la demanda interna” fueron los argumentos mencionados en mayor proporción (21,9% y 17,8%, respectivamente).