Nº 2097 - 11 al 17 de Noviembre de 2020
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáEl Estado nunca hace “sacrificios” para pagar sus cuentas. Tampoco hace “renuncias fiscales” al dejar de cobrar impuestos. Los que pagan las jubilaciones, la educación pública, los salarios de públicos o la protección policial no son ni el Estado ni los políticos, son los contribuyentes.
La Ley 18.834 de donaciones especiales (ley de mecenazgo) permite que las empresas que tienen que pagar impuesto a la renta o al patrimonio, en vez de darle ese dinero al Estado para que lo “reparta”, puedan destinar “hasta el 5% de la renta neta” a donarlo directamente a la institución que prefieran. En definitiva: cuando la empresa dona 100, recibe 75 en certificados para pagar impuestos y los otros 25 que dona los puede deducir como gasto. Así, la empresa termina pagando 18,75% de los 100 que donó, ya que el 81,25% ya iban destinados a impuestos.
Las organizaciones que pueden beneficiarse de estas donaciones están taxativamente listadas en la ley, entre las que se encuentran toda la educación primaria (pública y privada), las universidades privadas y varias fundaciones, como la Teletón, Peluffo Giguens, Ronald Mc Donalds, Alejandra Forlán, Niños con Alas, Aldeas Infantiles, Los Pinos, El Jubilar, Colegio Impulso y hasta el Patronato Nacional de Encarcelados y Liberados, entre otros.
Los que critican esta modalidad dicen que el Estado pone el 81,25% y la empresa “solamente” el 18,75% y además se beneficia con la publicidad que genera hacer esa donación. Pero es una visión equivocada. En realidad, la empresa pone los 100 que ya iba a pagar en impuestos y, además, hace una donación extra. Paga más que otros.
Lo que este tipo de donaciones pretende es tener un “gasto social” mucho más eficiente, que no pase por las porosas e ineficientes manos del Estado. Al ser la empresa la que da el dinero a cierta organización, luego se encargará de que le “rindan cuentas”, y si el dinero no fue bien gastado, al año siguiente le donarán a otra fundación que mejor gestione los recursos.
Es que hay cuatro maneras de gastar dinero: 1) tu propio dinero en ti mismo. Es la forma más eficiente porque cada uno sabe cuánto le costó ganarlo y cuánto beneficio te produce gastarlo. 2) Gastar tu propio dinero en otros. Es cuando haces un regalo. Quieres gastar lo mínimo, pero que luzca bien. 3) Gastar el dinero de otros en ti. Aquí empieza el derroche. Es el que va a un hotel de tres estrellas cuando lo paga de su bolsillo, pero va al de cinco estrellas cuando se lo paga la empresa. 4) Gastar el dinero de otros en otros. Es lo que hacen los políticos en general y los izquierdistas en particular: el derroche más absoluto. Es muy fácil ser generoso con plata ajena.
El proyecto de Ley de Presupuesto amplía la cantidad de organizaciones y fundaciones que pueden recibir estas donaciones y elimina de la lista a las organizaciones estatales, ya que es lógico que se financien con el Presupuesto Nacional.
Este mecanismo hay que ampliarlo y hacerlo mucho más flexible. Hay que ir sacando al Estado del medio para “repartir riqueza”, porque eso ya lo hacen las empresas por el solo hecho de existir: crean empleos (para quienes no pueden generar el propio), contratan proveedores, invierten y ofrecen bienes y servicios de mejor calidad y a menor precio, porque tienen que competir.
El Estado no renuncia, ni se sacrifica ni hace donaciones. Todo sale del bolsillo del privado. No se confundan.