• Cotizaciones
    domingo 20 de abril de 2025

    ¡Hola !

    En Búsqueda y Galería nos estamos renovando. Para mejorar tu experiencia te pedimos que actualices tus datos. Una vez que completes los datos, tu plan tendrá un precio promocional:
    $ Al año*
    En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] o contactarte por WhatsApp acá
    * Podés cancelar el plan en el momento que lo desees

    ¡Hola !

    En Búsqueda y Galería nos estamos renovando. Para mejorar tu experiencia te pedimos que actualices tus datos. Una vez que completes los datos, por los próximos tres meses tu plan tendrá un precio promocional:
    $ por 3 meses*
    En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] o contactarte por WhatsApp acá
    * A partir del cuarto mes por al mes. Podés cancelar el plan en el momento que lo desees
    stopper description + stopper description

    Tu aporte contribuye a la Búsqueda de la verdad

    Suscribite ahora y obtené acceso ilimitado a los contenidos de Búsqueda y Galería.

    Suscribite a Búsqueda
    DESDE

    UYU

    299

    /mes*

    * Podés cancelar el plan en el momento que lo desees

    ¡Hola !

    El venció tu suscripción de Búsqueda y Galería. Para poder continuar accediendo a los beneficios de tu plan es necesario que realices el pago de tu suscripción.
    En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] o contactarte por WhatsApp acá

    Mejor no hablar de ciertas cosas

    N° 1992 - 25 al 31 de Octubre de 2018

    Las cosas importantes no se dicen todos los días.

    Esta afirmación puede ser discutible para la vida privada: uno puede decirles a los suyos todas las noches que los quiere mucho y eso puede estar bien. O puede hacer su oración diaria de conexión con Dios, el espíritu o la energía cósmica y eso ser relevante para su cotidianeidad.

    Pero en el ámbito político-público lo importante no puede ser cotidiano, ya que, de serlo, se corren dos serios peligros. El primero es la contradicción. Quien haga discursos sobre los grandes destinos del país todos los días de la campaña electoral terminará por ser alguien poco fiable. En la vida pública, la mayoría de las veces se habla de cuestiones concretas, de funcionamientos, de medidas específicas para problemas específicos en lugares determinados. Cada tanto, y encontrar ese cada tanto es el arte de la vida pública, hay que mirar el mapa entero, ver de dónde y hacia dónde, pero cada tanto, todos los días es charlatanería.

    El segundo peligro es que las expresiones públicas diarias, corren el riesgo de autovalidarse y generar un círculo vicioso. Pondré tres ejemplos: uno histórico y dos actuales. El primero tiene que ver con la palabra nostalgia. Este término aparece escrito por primera vez en 1688. Lo utiliza el médico alemán Johannes Hofer para referir al sentimiento que veía en algunos exiliados suizos con respecto a su tierra natal. Hofer acuña el término uniendo dos palabras griegas que significan regreso y dolor. Al inicio se lo llamó “mal de suizos” y luego se fue extendiendo a todos aquellos que añoraban volver al terruño.

    Aunque este sentimiento de añoranza existió desde siempre, recién en el siglo XVII viene catalogado como una enfermedad psíquica que hasta se describió como enfermedad mortal. Hay actas de defunción en los siglos XVIII y XIX que afirman: “murió de nostalgia”. La explicación a este diagnóstico, según los médicos de entonces, es que las enfermedades mentales se contraen por el hecho de hablar de ellas. Alguien se enferma de nostalgia porque escucha hablar de ella o porque lee en la prensa una y otra vez sobre ella.

    La conclusión de esto es que hablar diariamente de nostalgia contagia, valida su anclaje en el pasado y lo perpetúa. En cada problema de hoy se verá la añoranza del ayer. Solución: hablar menos del pasado idealizado. Hablar poco, incluso nada.

    Segundo ejemplo: la seguridad. Hablar todos los días de la inseguridad reinante no hace otra cosa que perpetuarla y validarla. Ver las crónicas policiales, las rapiñas y el cuento del vecino que lo robaron a plena luz del día no hace otra cosa que aumentar la ya completa sensación de inseguridad y hostilidad que se vive en la calle. Atención, no estoy diciendo que la cosas están bien. Conozco al vecino y lo vi llegar temblando. No estoy minimizando lo que pasa, lo que estoy advirtiendo es que el discurso cotidiano de la inseguridad está condenado al fracaso.

    Para sentirnos más seguros debemos conquistar el espacio público y, para ello, tenemos que tener menos miedo. El alegato de la oposición que promete más represión no servirá para nada porque al miedo no se lo vence así. Es como tomar un antigripal cuando se tiene alergia. Al miedo se lo vence volviendo a ocupar los lugares comunes que ahora tememos pisar (plazas, estadios, ramblas, cantinas, esquinas...).

    A su vez, la posición oficial que minimiza las estadísticas apelando a que son propaganda mediática es insostenible: no solo porque todos tenemos un puñado de seres íntimos que fueron atacados, sino porque el argumento desconoce que el temor y la sensación de que “estamos regalados en la calle” está totalmente instalada. Entonces: policía sí, control sí, pero sobre todo cambio de estrategia. Solución: hablar menos de lo que atemoriza y de lo que es peligroso. Hablar poco, incluso nada.

    Por último, tenemos un término que aparece cada vez con más fuerza en la contienda electoral: el relato. Se ha vuelto cotidiana la referencia a la necesidad de un relato país: si la oposición tiene uno, si el de la izquierda sigue vigente, si hay que refundar o retomar el batllismo... La expresión más saliente de esto la recoge El Observador en una nota del lunes 22 donde cita dos frases del director de la OPP, Fernando Isabella, expresadas en un comité de base: la debilidad del FA ha sido “la dificultad de generar un relato” y, en consecuencia, “la fuerza política tiene el papel de construir un relato”.

    Al mismo tiempo, la columna de Juan Martín Posadas en El País del domingo pasado se titula Duelo de relatos y allí establece que: “En política las cosas no son como son sino como se cuentan y el que logra instalar su relato sobre el relato de los otros ya marcó la cancha”.

    Pero el relato, como la nostalgia o la seguridad, no es algo de lo que se pueda hablar constantemente so pena de caer en los peligros recién expuestos. Para el caso específico del relato, la cuestión clave es que tiene que validarse con lo que sucede y, justamente por eso, uno no puede todos los días hablar del relato, ya que eso impide la aplicación de lo que el propio relato establezca. En este sentido, la primera cita de Isabella contiene un error: el problema del FA no ha sido la dificultad de generar un relato sino la dificultad para materializar el relato que lo llevó a la victoria en 2004, 2009 y 2013. Solución: hablar menos del relato. Hablar poco y validarlo mucho. El relato se establece una vez y es esencial a la política. Pero es una vez. Las cosas importantes no se dicen todos los días. Luego está la vida diaria que ya no es relato, es vida.

    ?? Volver a empezar de vuelta