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Alrededor de 140 de los 788 efectivos del Ejército Nacional desplegados en la República Democrática del Congo patrullan una zona montañosa por encima de los 2.000 metros sobre el nivel del mar donde operan varios grupos armados, entre ellos el ADF-Nalu, una milicia vinculada con el Estado Islámico, dijo a Búsqueda el jefe del batallón uruguayo, coronel Walter Berger.
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La compañía al mando del mayor Andrés Batista tiene su base desde julio de este año en la ciudad de Butembo, un importante centro comercial de unos 700.000 habitantes a 80 kilómetros de la frontera con Uganda.
La misión de la compañía uruguaya, equipada con nueve blindados canadienses Mowag y seis camiones, es proteger a la población civil en esta zona de la provincia de Kivu del Norte, donde se registran alrededor de 300 incidentes violentos al mes.
Uno de los últimos choques en el que tomaron parte los cascos azules uruguayos ocurrió el miércoles 15. Ese día, en previsión de diferentes movilizaciones, la compañía estaba en alerta y trazó un plan de monitoreo con medidas de contención destinadas a la población civil.
Según explicó el coronel Berger, a media mañana, mientras una sección patrullaba a bordo de dos blindados, a cuatro cuadras comenzó un ataque armado a la cárcel de la ciudad.
La sección de cascos azules uruguayos se dirigió al lugar y fue recibida con disparos. El intercambio, que duró unos minutos, terminó con tres milicianos muertos. Una civil y un policía habían sido antes heridos por los atacantes.
En este caso los milicianos, conocidos como Mai-Mai, no pertenecían al ADF Nalu sino al grupo Mazembe, que también opera en la zona desde hace años y que ha protagonizado ataques motivados por enfrentamientos étnicos e intereses comerciales de empresas extranjeras que explotan recursos naturales.
Una fuente militar dijo a Búsqueda que la amenaza a la que está sometida la compañía desplegada en Butembo con relación a los grupos que actúan en la zona es de nivel medio y medio alto.
Sin embargo, el jefe del batallón indicó que se dispuso una rotación de los efectivos, que en su origen eran de la División IV, porque a pesar de que están bien entrenados y equipados, las condiciones en la zona de Kivu Norte son de mucho estrés.
El Consejo de Seguridad de Naciones Unidas (ONU) creó el año pasado una “brigada de intervención” en el marco de la misión de paz en el Congo para desarrollar ofensivas militares en ese país. Al poco tiempo, resolvió que los cascos azules apostados en Mali “emprendan operaciones directas” contra grupos terroristas que supongan una amenaza para la seguridad.
El gobierno uruguayo manifestó preocupación por estas decisiones, porque considera que el Consejo de Seguridad cruzó “una línea roja”, abre la posibilidad de que los cascos azules pierdan la protección del Derecho Internacional Humanitario y pone en discusión la futura participación de Uruguay en nuevas misiones.
Los militares uruguayos en el Congo, desplegados por mandato de Naciones Unidas, están en la capital Kinshasa y las ciudades de Goma y Kisangani. Además, 140 efectivos de la Fuerza Aérea operan el aeropuerto de Bukavu, situado en la provincia de Kivu del Sur.
“Un mundo más justo y sin guerras”.
El comandante en jefe del Ejército, Guido Manini Ríos, sostuvo que más de 40.000 uruguayos han tomado parte de misiones operativas de paz de Naciones Unidas. Manini escribió el prólogo del libro Historia de paz y guerra. Testimonios de uruguayos en las Misiones de Paz, de Daniel Brown (Ediciones De la Plaza), donde se relatan experiencias de diferentes misiones en las que participó personal uruguayo, militar, policial y civil. Aseguró que estos se destacan por “su espíritu solidario, su capacidad de adaptación a los escenarios más increíbles y complicados, y el sorprendente ingenio empleado para sortear momentos difíciles, en una situación que a veces adquiere ribetes cinematográficos” y “porque siempre hablan con la población local”.
El comandante destacó el aporte de “los que han dejado su vida en la búsqueda de un mundo más justo y sin guerras”, aunque la lectura del libro permite confirmar que no todos los que se alistaron tenían las mismas motivaciones.
El libro, además de relatar anécdotas dramáticas y jocosas en diferentes escenarios de Asia, África y el Caribe, rinde homenaje a los 34 uruguayos que perdieron su vida en las misiones de paz entre 1993 y 2015 en Camboya, Mozambique, Ruanda, Angola, Tayikistán, Costa de Marfil, Haití y Congo.