Nº 2248 - 25 al 31 de Octubre de 2023
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáRoald Amundsen fue un famoso explorador noruego, conocido por ser el líder de la primera expedición que alcanzó el Polo Sur en 1911. Amundsen era un apasionado de la exploración polar desde una edad temprana y realizó varias expediciones al Ártico antes de emprender su famoso viaje al Polo Sur. El 14 de diciembre de 1911, su equipo llegó al Polo Sur y superó así a la expedición liderada por el británico Robert Falcon Scott, que llegó unas semanas después. Esta hazaña le otorgó a Amundsen fama internacional.
Si bien Amundsen es recordado como uno de los grandes exploradores polares de la historia, pocos han profundizado en el análisis de la preparación y las decisiones que le permitieron lograr esa hazaña. Más allá de los detalles técnicos referentes al tipo de trineos, los perros y la comida que utilizó, hay tres dimensiones que en la literatura sobre la hazaña aparecen como claves para la consecución de este logro.
En primer lugar, Amundsen comenzó a preparar la expedición casi seis años antes de partir. Además, conformó un equipo multidisciplinario de personas, entre los que había geógrafos, médicos, expertos en navegación y hasta un carpintero. Se reunió con ellos regularmente durante casi tres años para trabajar en la preparación de la expedición. Por último, un aspecto nada menor es que durante la travesía Amundsen tomó la decisión de avanzar 20 millas diarias. Sin importar las condiciones climáticas, el cansancio o el hambre de su equipo, todos los días caminaban 20 millas. En los días de cansancio o de clima hostil, el esfuerzo era superlativo, pero en los días que su equipo estaba en condiciones de caminar un poco más, la expedición frenaba al llegar a esa distancia, lo que permitía juntar energías y descansar el cuerpo.
Muchos profesionales manifiestan cada vez más la necesidad de encontrar el equilibrio entre el trabajo y la vida personal. Otros suman a esta definición la voluntad de generar un impacto con lo que hacen, en sus vidas y en las de los demás. Esto tiene que ver con el tipo de carrera profesional que satisfará mejor el balance entre sus necesidades personales y profesionales. Sin embargo, es curioso ver cómo esas mismas personas, al ser consultadas sobre dónde quieren estar en cinco años y cómo luciría su vida en ese momento, quedan paralizadas simplemente porque no se han hecho esa pregunta.
Amundsen tuvo la capacidad no solo de decir que quería ser el primer hombre en llegar al Polo Sur, sino que se estableció el desafío concreto de hacerlo en plazos, tiempos. Definió, como a mí me gusta llamarlo, su norte profesional y personal. No tiene que ver solo con el cómo (equilibrio entre trabajo y vida personal o la generación de impacto) sino también con el qué (dónde, en qué lugar, en qué plazo). Es poder dar el salto de la manifestación de un deseo a plasmarlo en algo concreto, tangible y medible.
A lo largo de nuestra carrera profesional, estas disyuntivas de tiempo, armonía, vida personal y trabajo y el impacto que queremos producir suelen ser difíciles de responder por cuenta propia. Muchas veces no tenemos toda la información necesaria para tomar una decisión segura de largo plazo, y además solemos no tener certezas de cómo deberían ser los “próximos pasos”. Es por eso que se torna fundamental contar con un poco más de ayuda.
¿Qué pasaría si pudiéramos tener un directorio personal? ¿Cómo podríamos hacer para, como hizo Amundsen, rodearnos de un equipo multidisciplinario de personas que nos ayude a llegar a nuestro norte? El concepto de contar con un directorio personal lo vi por primera vez en el libro Construir equidad profesional de Jan Torrisi-Mokwa. Tener un board de personas que colaboren recurrentemente con nosotros no es lo mismo que tener múltiples mentores.
Tradicionalmente, un mentor es un colega o profesional de alto nivel cuyo trabajo causa una admiración profunda y al que deseamos emular su estilo de liderazgo, aprender de su experiencia o seguir sus pasos. Las tutorías suelen ser relaciones formales e individuales que pueden requerir un compromiso de tiempo significativo.
Una junta directiva personal, por otro lado, es una red más amplia de personas que actúan como asesores independientes para nosotros mismos. Al igual que una empresa que busca orientación en su consejo de administración, estas personas están ahí para ofrecer apoyo en un sentido más amplio. Cada director debería especializarse en un área diferente: un gran gerente, un escritor habilidoso, un padre sabio, un amigo compasivo, un compañero talentoso, etc. Como tal, cada uno puede ofrecer consejos específicos según su propia experiencia personal.
El objetivo es reunir a un grupo de personas con experiencias completamente distintas a las que tenemos para que puedan ofrecernos una nueva perspectiva cuando sea necesario. La idea es poder llegar a ellos con preguntas más pequeñas que las que haríamos con un mentor (algunos de ellos pueden llegar luego a ese papel) y la clave es lograr reunirlos de manera asidua para trabajar en conjunto.
Si bien no hay una forma correcta o incorrecta de construir la lista de personas, contar con algunos criterios para la elaboración y la construcción de ese directorio puede ser fundamental para empezar la travesía. Al igual que Amundsen, es crucial entender qué perfiles, habilidades y miradas diferentes necesitamos para comenzar a avanzar.
No podemos buscar la ayuda de alguien sin saber primero lo que necesitamos de esa persona. Como ya hemos reflexionado en columnas anteriores, necesitamos saber cuáles son nuestras fortalezas, debilidades y nuestros objetivos. Es clave entender dónde estamos hoy en la carrera y en la vida personal y cómo queremos que esa realidad cambie (o no) en el futuro.
Puede ayudar preguntarse: ¿qué es lo que más me gusta de mi puesto actual?, ¿qué es lo que no me gusta?, ¿cómo puedo hacer más de lo que me gusta y alejarme de lo que no me gusta?, ¿qué disfruto fuera del trabajo?, ¿hay pasatiempos que me apasionen o nuevas actividades que quiera explorar?, ¿qué habilidades me faltan en este momento?, ¿sé qué hacer para mejorar?, ¿cómo imagino que será mi trayectoria profesional?, ¿cómo navegaré en mi crecimiento profesional junto con mis objetivos personales, como formar una familia o mudarme?
Estas preguntas pueden variar dependiendo de la etapa de la carrera en la que estamos. Por ejemplo, alguien que está pensando en formar una familia puede estar más centrado en el equilibrio entre el trabajo y la vida personal, mientras que un recién graduado puede estar más interesado en definir sus valores e intereses profesionales.
Contestar estas preguntas puede ayudar a descubrir cuáles son nuestras aspiraciones y dónde necesitamos mejorar. También nos ayudará a entender qué tipo de orientación podemos necesitar y qué personas pueden sernos más útiles a la hora de crear nuestra junta directiva.
Armar la lista puede parecer un proceso complejo pero termina siendo mucho más alcanzable de lo que creemos. ¿Hay personas en tu vida que te inspiran? Dependiendo del asesoramiento que necesites, esto podría incluir a un excompañero, el padre de un amigo, un entrenador profesional, un exalumno de tu universidad, o incluso tu jefe o gerente. Comunícate con personas de diversos orígenes socioeconómicos, industrias, roles y organizaciones. Tener personas en distintas industrias y etapas de la vida en tu junta ampliará tu perspectiva, te enseñará nuevas formas de hacer las cosas y te permitirá expandir tu red.
Es aconsejable que la lista final tenga de tres a seis directores y puede ser tan informal o tan formal como uno quiera. Es sorprendente cómo alguien que es elegido como “director personal” se asombra y contesta positivamente a la pregunta siguiente: “¿Estarías dispuesto a charlar conmigo en una llamada, o tal vez tomando un café una vez al mes? Me encantaría incluirte en un grupo de directivos personales que estoy conformando para desarrollar mi carrera profesional”.
Finalmente tenemos que definir cuáles serán nuestras 20 millas y seguirlas al pie de la letra. Si definimos una reunión trimestral con nuestro directorio y una reunión individual mensual con cada uno de ellos, debemos cumplir el criterio, aunque no necesariamente tengamos temas de conversación. Caminar sin importar el clima exterior. Se dice que Scott, el rival de Amunsden en la carrera al polo, solo salía los días de buen clima y eso fue lo que hizo, entre otras cosas, que finalmente llegara varios días después que Amundsen al Polo Sur.
Decidir cómo avanzar en nuestra carrera puede ser una experiencia aislante y llena de ansiedad. No es necesario hacerlo en soledad. Construir una junta directiva de carrera personal y profesional es un gran paso para tomar posesión de nuestro futuro, sacar ventaja de nuestra valiosa red y, en última instancia, encontrar satisfacción en lo que hacemos en nuestras 20 millas diarias. Saber rodearse y aprovechar el valor de un directorio personal puede ser un gran paso para avanzar en nuestra propia travesía al Polo Sur.