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Río de Janeiro (Gerardo Lissardy, corresponsal para América Latina).Barack Obama y Mitt Romney tienen pocas cosas en común y mucho para diferenciarse uno del otro. Obama es el primer presidente negro de Estados Unidos (EEUU) e irá por su reelección en noviembre. Romney intentará convertirse en el primer presidente mormón en la historia de ese país.
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Obama tiene 51 años y es demócrata; Romney tiene 65 y es republicano. Obama nació en un hogar de clase media de Hawai; su padre, proveniente de Kenia y su madre de Kansas. Romney fue criado en una familia rica de Michigan; su padre, empresario automotriz y luego gobernador estatal, su madre, ama de casa.
Obama vivió más de tres años de su infancia en Indonesia, llevado por su madre tras divorciarse y casarse con otro hombre de ese país. Romney pasó 30 meses de su juventud en Francia, como misionero mormón. Obama admitió haber experimentado con marihuana y cocaína durante sus épocas de liceal y a menudo aparece en público con una cerveza en manos. La religión prohíbe fumar y beber a Romney, que sin embargo declaró haber probado un cigarrillo y una cerveza de joven y “nunca más”.
Obama, nominado oficialmente candidato demócrata esta semana en la Convención partidaria reunida en Charlotte, es graduado en Derecho en Harvard. Romney, nominado la semana pasada durante la Convención republicana en Tampa, estudió Administración de negocios en la misma universidad. Antes de postularse a la Presidencia, Obama fue senador y Romney gobernador de Massachusetts.
Y como si esto fuera poco para marcar sus diferencias, todo indica que ambos candidatos, en medio de una carrera pareja hacia noviembre, han decidido hacer de sus políticas hacia América Latina otro factor de distinción ante el electorado. Aunque la región está lejos de ser una prioridad en sus respectivos planes de gobierno, resulta notorio el contraste entre la propuesta demócrata, que consiste básicamente en continuar la política de los últimos cuatro años al sur del río Bravo, y la plataforma republicana, que señala a Venezuela y Cuba como líderes de un movimiento regional antiestadounidense y propone un papel más activo de Washington en el subcontinente.
Sin embargo, ¿qué margen real tendrá el próximo presidente de EEUU para cambiar las políticas hacia Latinoamérica?
Visión demócrata
Desde que Obama asumió la Presidencia estadounidense en enero de 2009, se ha consolidado una tendencia en América Latina hacia una mayor independencia respecto a Washington, iniciada durante los años del republicano George W. Bush en la Casa Blanca. Eso fue evidente por ejemplo con el surgimiento de organismos regionales como la Unión de Naciones Sudamericanas (Unasur) o la Comunidad de Estados de América Latina y el Caribe (Celac) que muchos ven como una alternativa al panamericanismo impulsado por EEUU a través de la Organización de Estados Americanos (OEA).
“Estados Unidos está menos involucrado, más distante que nunca de América Latina, especialmente de América del Sur: no tenemos la capacidad de influir como en el pasado”, dijo Peter Hakim, presidente emérito de Diálogo Interamericano, un centro de análisis regional basado en Washington, consultado por Búsqueda. A su juicio, esto es un reflejo tanto de los problemas económicos y políticos que vive EEUU internamente como de la mayor pujanza en Latinoamérica, con un comercio en expansión, mayor diversidad de relaciones internacionales y una autonomía más amplia que en el pasado para responder a sus propios problemas.
Pese a esto, los demócratas exhiben como logro de la administración Obama un aumento de la cooperación y el comercio con América Latina, donde señalan que las exportaciones de bienes estadounidenses aumentaron cerca de 50% desde 2009. Esto ocurrió después que el gobierno de Bush negociara una serie de acuerdos de libre comercio con países latinoamericanos, que en los casos de Colombia y Panamá fueron firmados por Obama. “Profundizamos nuestros vínculos económicos y de seguridad con los países de la región, desde Canadá y México, hasta Brasil, Chile y El Salvador”, señala el plan de gobierno demócrata, aludiendo en los últimos tres casos a países que el mandatario norteamericano visitó el año pasado. El texto promete buscar “oportunidades adicionales” para ampliar el comercio hemisférico.
Asimismo, la administración Obama flexibilizó la política de Washington hacia Cuba, al eliminar restricciones para el envío de remesas y ampliar los permisos de viajes a la isla, algo que según los demócratas “reduce la dependencia” de los cubanos hacia su gobierno comunista. “Impulsaremos mayor libertad en Cuba y Venezuela hasta que todos sus ciudadanos disfruten de los derechos universales que merecen”, promete el documento del partido gobernante.
En materia de lucha contra el narcotráfico, el documento sostiene que existe una creciente cooperación con México, Colombia y Centroamérica, y promete mantener el apoyo a las fuerzas de seguridad de la región.
Visión republicana
Pero la mirada demócrata de América Latina, que alude a “democracias vibrantes” en la región, choca con el panorama descrito en la plataforma republicana. “Décadas de progresos notables en América Latina hacia la seguridad, democracia y crecientes lazos económicos con Estados Unidos están actualmente bajo amenaza. Venezuela y Cuba están liderando un virulento movimiento ‘bolivariano’ antiestadounidense”, señala el partido de Romney.
Agrega que ese movimiento “amenaza a aliados de Estados Unidos como Colombia, ha interferido con la cooperación regional en temas clave como las drogas ilícitas y el contraterrorismo, ha proporcionado refugio seguro a traficantes de drogas, ha alentado a organizaciones terroristas regionales, e incluso ha invitado a Irán y a organizaciones terroristas extranjeras como Hezbolá a la región”.
“La región también es testigo de una epidemia de pandillas criminales y cárteles de la droga, que han forjado la muerte y el caos en gran parte de México, Centroamérica y el Caribe”, sostiene.
Los republicanos prometen enmendar lo que definen como una “negligencia” de Obama hacia Latinoamérica. “Bajo una administración Romney, Estados Unidos llevará adelante un papel activo en América Latina, apoyando a aliados democráticos”, así como “conteniendo fuerzas internas desestabilizadoras como las pandillas criminales y terroristas, y oponiéndose a influencias externas desestabilizadoras como Irán”. También señala que Romney lanzaría en sus primeros 100 días de gobierno una Campaña para la Oportunidad Económica en América Latina (Ceola por sus siglas en inglés) para ensalzar las virtudes de la democracia y el libre comercio.
Carlos Gutiérrez, un ex secretario estadounidense de Comercio que ahora asesora a Romney, declaró en una reciente entrevista con la agencia de noticias Bloomberg que si el republicano gana la Presidencia buscaría formar una zona hemisférica de libre comercio con países latinoamericanos, una suerte de resurrección de la iniciativa del ALCA lanzada por Bush y congelada en 2005 ante la reticencia de países sudamericanos como Brasil, Venezuela y Argentina
“¿Qué va a hacer?”
Riordan Roett, director del programa América Latina en la universidad Johns Hopkins, con sede en Washington, sugirió que la plataforma republicana apunta a captar el voto de sectores conservadores en la sociedad estadounidense y sostuvo que un gobierno de Romney seguiría “un camino relativamente moderado” en sus relaciones con la región. A su juicio, las prioridades del próximo inquilino de la Casa Blanca, sea cual sea, pasarán a nivel doméstico por resolver problemas económicos de EEUU, como el desempleo y en política exterior por sacar las tropas en Afganistán, tratar de lidiar con la crisis europea y abrir el comercio con el Pacífico.
“No veo ningún giro significativo (de Washington respecto a Latinoamérica)”, dijo Roett en diálogo con Búsqueda. Indicó que el interés que pueda tener el futuro gobierno estadounidense en la región estará concentrado en México y América Central, con temas de narcóticos y violencia, así como en Venezuela tras las elecciones presidenciales de octubre, donde el presidente Hugo Chávez buscará una nueva reelección luego de haber sido diagnosticado de cáncer.
Sin embargo, Hakim dijo que hay dos escenarios en los cuales el interés de EEUU en América Latina puede aumentar en los próximos años. El primero es que se descubra en la región “una nueva amenaza de seguridad como había durante la Guerra Fría”, por ejemplo con un programa de uranio desarrollado por Irán, algo que consideró improbable. El segundo es que la región continúe creciendo económicamente con fuerza y Brasil esté dispuesto a llegar a un acuerdo comercial con EEUU, algo de lo que tampoco hay indicios. Sin esto último, parece difícil que haya nuevos avances significativos en materia de libre comercio hemisférico.
Hakim indicó que la plataforma republicana sobre América Latina le recuerda la retórica de “amigos” y “enemigos” que había adoptado Bush durante su mandato, pero que fue dejando de lado al final de su gestión. “Es fácil hacer un discurso, pero ¿qué va a hacer Estados Unidos? ¿Va a cortar el comercio con Venezuela? ¿Va a mandar tropas a la frontera de Venezuela? ¿Va a enfrentar a Brasil y a los otros países de América del Sur en el proceso? No”, dijo. “Tal vez sea más duro con Cuba, un país que está al lado de Estados Unidos, pero en general es muy difícil que pueda adoptar una posición mucho más dura”.