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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáEn el ejemplar 2.239, del jueves pasado, se publica un artículo con el título Apertura de una oficina comercial uruguaya en Jerusalén sería “ilegal” y “extremadamente peligroso”, advierte relatora de la ONU.
La expresión entrecomillada pertenece a la Sra. Francesca Albanese, “relatora especial de las Naciones Unidas sobre la situación de los Derechos Humanos en los territorios palestinos ocupados desde 1967”, según el primer párrafo textual del artículo de Búsqueda. Esta señora hizo una serie de declaraciones sobre la iniciativa del gobierno uruguayo en una actividad sobre la situación en Palestina en la Udelar.
Dijo textualmente que la creación de la oficina uruguaya en Jerusalén “es poco sabia y no solamente poco ética, sino que directamente es ilegal”. Consultada por Búsqueda, esta señora dijo que el proyecto del gobierno uruguayo es “absolutamente inadmisible” desde el punto de vista del derecho internacional.
Habría que ver cuál es el “derecho internacional” en el que esta señora basa sus aseveraciones y sus conclusiones, aunque cualquier biblioteca que cite una funcionaria de la ONU (cuyo Consejo de Derechos Humanos ha estado integrado en tiempos recientes por países como Afganistán, Cuba, Rusia y Venezuela) muy probablemente estaría sesgada en contra de Israel.
Este país soberano, allá por 1980, en su Poder Legislativo, la Knesset, aprobó la Ley Jerusalén, que declaró a Jerusalén “capital única, eterna e indivisible del pueblo judío”. Lo hizo en la más absoluta libertad de la que dispone cualquier país soberano, respetando su Estado de derecho, su Constitución y sus leyes. Cuesta creer que, más de 40 años después, haya todavía personas e instituciones que crean que esta ley no es tan válida como cualquier otra aprobada en iguales condiciones en una nación libre y soberana.
Recuerdo haber escrito en Búsqueda en ese año un artículo intitulado Jerusalén, capital de Israel, refutando el supuesto estatus internacional de Jerusalén por tratarse de la “capital en la que convergen las tres religiones monoteístas”, ya que, con el mismo criterio, se podría decretar un estatus similar para Atenas como “la capital de la arqueología” o a París como “la capital del pensamiento”. Basta ver que, en este extenso período, las tres religiones monoteístas han podido practicar libremente su fe en Jerusalén, sin trabas de especie alguna. Todos los episodios de violencia que se han registrado desde entonces han sido debido a provocaciones de grupos minoritarios ligados al terrorismo. La mezquita de Al Aksa sigue siendo lugar de plegarias para los musulmanes pacíficos, como lo son la Iglesia del Santo Sepulcro o la de la Anunciación para los cristianos y las sinagogas para los judíos.
Celebramos que Uruguay vaya a dar un paso en el buen sentido, creando una oficina diplomática destinada a temas de innovación e investigación en Jerusalén, de la que solo pueden derivarse resultados positivos.
Ramiro Rodríguez-Villamil