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    Paraguay, otra vez Paraguay

    N° 1850 - 14 al 20 de Enero de 2016

    , regenerado3

    Pocos saben que Paraguay a mediados de 1800 era un país próspero, tal vez el más próspero de América Latina. Tenía ferrocarriles, industrias siderúrgicas, una importante flota mercante, yerba, tabaco y desempleo cero… hasta que sus “hermanos” brasileros, argentinos y uruguayos se encargaron de destrozar esa prosperidad durante la Guerra de la Triple Alianza.

    Pero los aguerridos guaraníes se levantaron y reconstruyeron su país, con la misma energía y entusiasmo con que lo están haciendo ahora, en pleno siglo XXI y luego de varias décadas de dictadura y corrupción.

    El pasado miércoles 7 de enero, el diario “5 Días” y la revista “Plus” de Paraguay organizaron en Punta del Este un foro donde expuso el ministro de Industria y Comercio de ese país, Gustavo Leite Gusinky, acompañado de dos empresarios extranjeros que actúan en Paraguay desde hace muchos años, un argentino que dirige una industria textil con más de 400 empleados y un ecuatoriano que es el principal operador de la Bolsa de Valores.

    Fue un acierto que fueran extranjeros y no nacionales los que hablaran bien del Paraguay, y también lo hicieron algunos uruguayos que estaban en la sala, destacando las bondades de este país y su franca evolución en los últimos lustros.

    Algunos datos que vale la pena conocer: el 65% de la población es menor de 40 años. En la España con más de un 20% de “parados”, no hay desocupación entre los inmigrantes paraguayos porque “no faltan, trabajan duro y no se enferman”. Una empresa coreana con fábricas en Asunción, San Pablo y Seúl, comenta que la productividad de la mano de obra paraguaya es 30% superior a la de su planta en Brasil y apenas 3% inferior a la de Corea.

    En materia impositiva se aplica la regla del “10-10-10”. El IVA es del 10% y no se lo cobran a los extranjeros (no exportan impuestos). El impuesto a la renta empresarial es también del 10% y tienen un especial régimen para fomentar la “maquila”, donde las empresas fabrican en Paraguay para clientes en el exterior con un único impuesto del 1%. Y el impuesto a la renta de las personas físicas es también del 10% (pero no es como en Uruguay, que es un impuesto a los ingresos; allá se deducen los gastos y es un impuesto a la renta real).

    No hay sindicatos politizados y la gente común se indigna cuando escucha los cuentos de los “planes trabajar” de Argentina o del Mides de Uruguay, porque no les gusta “vivir de arriba”.

    En 1980, Paraguay tenía la misma población que Uruguay: tres millones. Hoy son siete millones. Crecieron un Uruguay entero desde que nosotros levantamos la copa en el Mundialito del 80 y serán nueve millones para el 2030.

    Tienen la energía eléctrica más barata de América Latina (296,56 guaraníes por KwH, equivalente a 1,54 pesos) mientras en Uruguay la tarifa GC1 (promedio entre valle, llano y punta), cuesta 3,031, es decir, el doble.

    La gasolina se vende en régimen de libre competencia, donde existen nueve “sellos” o “emblemas” como Petrobras, Petromax, Esso, Copetrol, Puma, Barcos & Rodados, Bahía o Petropar, quienes compiten en precios y los han venido bajando acompañando la baja del petróleo. Hoy, un litro de gasoil cuesta G$ 4.690 ($ 24,50) cuando Ancap nos “obliga” a comprarlo a $ 38,70, un 58% más caro. Y por supuesto, no tienen ninguna refinería; importan la nafta, el diesel, el queroseno o el fuel oil directamente del exterior. No parecen tener miedo a quedarse sin combustibles, ni a perder “soberanía”, ni rumbo “estratégico”.

    El ministro Leite comentaba la clara visión que tienen hacia el futuro: ser un proveedor de alimentos naturales con valor agregado y también un centro logístico de privilegio al estar en el centro de América Latina. Durante muchos años vieron como una debilidad el no tener salida al mar, pero hoy lo ven como una ventaja. Paraguay tiene la tercera flota marítima del mundo (algo sorprendente para un país mediterráneo) y quiere seguir creciendo. Por eso también quiere firmar tratados de libre comercio con cuantos países pueda.

    La educación es otra prioridad, pero en serio. No repiten como monos “educación, educación, educación”, sino que trabajan para mejorarla a todos los niveles. Tienen unas cincuenta Universidades e Institutos terciarios y la demanda por conocimiento sigue creciendo. La educación a distancia es una realidad: por ejemplo, la Universidad Americana dicta sus cursos online para jóvenes que viven en el interior con la misma calidad y contenidos con que lo hace en sus sedes de Asunción, Encarnación o Ciudad del Este. Los jóvenes quieren aprender y estar preparados para las oportunidades que se les presentan.

    Pero más allá de los números, hay que hablar de la gente. El paraguayo es cordial, hospitalario, respetuoso y trabajador. Tiene una vocación de servicio que muchos tontos confunden con servilismo. Está orgulloso de su pasado y tiene esperanza en el futuro.

    Por último y no menos importante: fomenta el liderazgo. Lo hace en las aulas, en las empresas y en el gobierno. Por Paraguay han pasado casi todos los popes del management, esos que no pasan por Uruguay ni para hacer escala por el aeropuerto de Carrasco. John Maxwell, Javier Fernández Aguado, Stephen Covey, Jason Connell y hasta el propio Michael Porter (que cobró U$S 300.000 por su conferencia) han estado en Paraguay y seguirán yendo.

    Y los uruguayos que quieran acercarse a Paraguay tienen una ventaja extra: el embajador Federico Perazza; un profesional joven, con empuje, con ganas y que acompaña a los empresarios uruguayos hasta los lugares más recónditos y tórridos, si eso sirve para facilitar el acercamiento y hacer negocios.

    Se dice que a los familiares uno no los elige, pero a los amigos sí. Paraguay, más que considerarlo un “país hermano” por tenerlo inevitablemente de vecino, lo tenemos que considerar como un país amigo, ese al que hay que ir a buscar, esté donde esté. Y en eso estamos.