Nº 2156 - 6 al 12 de Enero de 2022
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáFinalmente, tras un período que, por una serie de circunstancias imprevistas, se postergó más allá de lo deseado, el nuevo técnico de la selección uruguaya Diego Alonso ya se encuentra en nuestro país, dispuesto y confiado -tal como lo manifestara en la conferencia de prensa del martes pasado- de obtener la hoy comprometida clasificación para el próximo Mundial de Qatar.
Oportunamente, vistos los magros resultados logrados en el postrero tramo de estas Eliminatorias (y también en la última edición de la Copa América, jugada entre medio) el Ejecutivo de la AUF tomó la drástica y delicada decisión de cesar al cuerpo técnico anterior, abocándose de inmediato a la búsqueda de quien habría de sucederle. Desde esta columna compartimos el cambio dispuesto, sin perjuicio de rescatar algunos aspectos positivos del inusualmente extenso ciclo de Tabárez. No nos satisfizo, en cambio, cómo se puso en marcha la elección de su sustituto, priorizando e insistiendo en demasía con el argentino Gallardo cuando las cartas no parecían ser favorables para ello. Fallido ese intento, tampoco nos pareció acertado marginar ya de entrada a técnicos de extensas y reconocidas trayectorias, ya bien fogueados en duras batallas, y circunscribir la elección a un reducido número de colegas más jóvenes, pero sin antecedentes particularmente descollantes. De todos modos, la opción final por Diego Alonso parece haber tenido en cuenta no solo sus últimos éxitos en un medio difícil como el mexicano, sino su capacidad para motivar emocionalmente a sus dirigidos, atributo éste, que en estas especialísimas circunstancias puede tener una importancia relevante.
Designado el pasado 14 de diciembre, un inoportuno contagio de Covid-19 retrasó sensiblemente su arribo al Uruguay, sin perjuicio de que durante la obligada cuarentena en Europa pudo, según dijo, mantener contactos con referentes del habitual plantel celeste, allanando algunos aspectos cruciales para su trabajo, de aquí en más. En tal sentido, no dejó de ser una grata revelación el que también los haya tenido con el Maestro Tabárez, con quien -según lo señalara- él y otros miembros de su familia mantienen antiguos y estrechos lazos de amistad.
En general, puede decirse que sus conceptos, en la conferencia de prensa del pasado martes, fueron claros y con un marcado tono de optimismo en cuanto a las posibilidades de lograr la ansiada clasificación. Bien que dando muestras de tener en claro las dificultades que deberá afrontar en la etapa de preparación, en la que -lo dijo expresamente- le otorga un peso primordial al primer partido ante Paraguay, en apenas tres semanas. Tal como era previsible, en esta oportunidad la nómina de futbolistas reservados será particularmente extensa, y abarcará no solo a los que actúan fuera del país, sino también a quienes lo hacen en nuestro medio. Y aunque fue muy reservado a ese respecto, dejó la sensación de que van a estar en ella casi todos los que venían siendo reservados por el técnico anterior (entre ellos los llamados “referentes”), algunos otros que actúan en el exterior pero que no eran convocados (como el “Diente” López, Guillermo Varela y Sebastián Sosa) y un lote de futbolistas del medio en el que, junto a quienes ya han estado presentes en las últimas convocatorias, probablemente aparezcan otros de muy resaltable labor en este último tiempo, como Canobbio, Arezo, o hasta el posible retorno de Gargano.
En la conferencia de prensa, al nuevo técnico se le notó feliz y distendido. Aparte de su expresada y firme convicción de que la ansiada clasificación está a nuestro alcance, nos pareció muy inteligente su anunciado propósito de conformar, cuanto antes, un equipo de futbolistas juveniles -al que se adiestrará en la supuesta o factible táctica que podría utilizar el equipo guaraní- para servir de “sparring” del grupo finalmente seleccionado, el que supuestamente recién podrá entrenar en cancha apenas dos o tres días antes de viajar a Paraguay (lapso éste en el que recién habrá de trabajar el preparador físico Óscar Ortega; tanto en su función específica, como en la motivación anímica de los futbolistas, que es una de sus facetas más reconocidas).
Esperamos, pues, con impaciencia, cómo habrá de encarar el flamante cuerpo técnico de la Selección el presente desafío. Que no es sencillo ni nada que se le parezca. Es que a los inconvenientes derivados del bajo nivel futbolístico que la selección venía exhibiendo en los últimos tiempos, ahora se suman también contingencias provenientes de otros ámbitos, y que son muy difíciles de calibrar. En cuanto a los primeros, es preocupante el bajo nivel de algunos futbolistas que vienen conformando el grupo básico o tradicional del núcleo celeste. Nuestros dos mayores goleadores están hoy muy lejos de su mejor nivel. A Suárez le viene costando mucho afirmarse en el Atlético de Madrid, al que llevó de la mano a su reciente coronación en el fútbol de su país. Suele no completar los 90 minutos del partido, y está peleado con el gol (y a veces también con el técnico Simeone, cada vez que éste lo sustituye). Su habitual compinche, Cavani, ha jugado muy poco y sin lucir en el Manchester, aunque últimamente parece afirmarse en su juego, habiendo recibido elocuentes y públicos elogios de su técnico. El capitán Godín se ha quedado sin equipo, tras un par de discretas temporadas en el fútbol italiano, y algo similar ha ocurrido con Cáceres. Giménez, en tanto, no ha tenido regularidad ni en sus presencias en cancha ni en su rendimiento cuando le toca jugar, y se sabe que Muslera está lesionado, y no podrá ser convocado. Aunque Alonso remarcó expresamente que sigue creyendo en la capacidad de todos ellos, todo parece indicar que deberá calibrar muy bien el rol que pueden tener en este último y decisivo trámite de las Eliminatorias. O sea, si apostar a la experiencia y harto acreditada personalidad de todos ellos, o darles chance a otros futbolistas sin tanto roce, pero actualmente en una superior forma física y futbolística. Y en lo que escapa a lo estrictamente futbolístico, debe tenerse en cuenta que el recrudecimiento de los contagios por las nuevas modalidades de Covid, y su inevitable secuela de restricciones en los vuelos, pueden dificultar o incluso llegar a impedir el arribo en debido tiempo de aquellos jugadores que militan en equipos del exterior (aunque esto puede afectar también a nuestros próximos rivales en este tramo definitorio de las Eliminatorias).
Estamos a un solo punto del quinto, y las matemáticas indican que aún tenemos chance. Previo al recordado Mundial de Sudáfrica estuvimos en una situación exactamente igual; sin embargo (aunque tras un repechaje) pudimos clasificar. Ahora está en manos del flamante cuerpo técnico, corregir el rumbo y colocarnos en Qatar. Y en tal sentido, nos reconforta habernos encontrado el pasado martes, con un Alonso orgulloso, sereno y confiado en poder lograrlo.