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    Perseverancia mata obstinación

    Columnista de Búsqueda

    Nº 2254 - 7 al 13 de Diciembre de 2023

    Diana Nyad tiene 74 años y es conocida por ser una nadadora de larga distancia estadounidense cuya carrera ha estado marcada por sus notables hazañas en el agua. Nació el 22 de agosto de 1949 en Nueva York y desde muy joven mostró habilidades en la natación y compitió en diversos eventos acuáticos durante su adolescencia. Su talento la llevó a la Universidad de Florida, donde fue parte del equipo de natación y estableció varios récords.

    Después de no clasificar para los Juegos Olímpicos de 1968, Diana Nyad se retiró de la natación competitiva y se dedicó a la natación de larga distancia. Nyad realizó varios intentos de nadar desde Cuba hasta Florida, a través del estrecho de Florida, en la década de 1970. Estos intentos enfrentaron desafíos significativos, incluidos tormentas y problemas de salud, y no tuvieron éxito en ese momento.

    La perseverancia es una cualidad importante que puede tener un impacto significativo en muchos aspectos de la vida. Nos enfrentamos permanentemente a lo largo de nuestra vida a todo tipo de desafíos y obstáculos, ya sea en metas profesionales, personales o educativas. La perseverancia es una dimensión y cualidad que nos ayuda a superar estos desafíos y a seguir adelante incluso cuando las cosas se vuelven difíciles.

    A los 60 años, en 2010, Diana anunció su regreso a la natación de larga distancia y expresó su deseo de completar la travesía desde Cuba hasta Florida. En setiembre de 2013, en su quinto intento, la señora Nyad logró nadar desde La Habana (Cuba) hasta Key West (Florida) sin la ayuda de una jaula antitiburones. Esta hazaña histórica la convirtió en la primera persona en completar la travesía a la edad de 64 años.

    La película Nyad, que se puede ver en Netflix, cuenta la historia de la nadadora, su capacidad para asumir retos, para desafiar los fracasos, para adaptarse a los distintos obstáculos que se le fueron apareciendo en cada uno de sus intentos para finalmente llegar a la costa de Florida en lo que había anunciado sería su último intento por nadar durante 60 horas y recorrer así más de 160 kilómetros.

    La perseverancia y su impacto en nuestra personalidad y en nuestras vidas ha sido motivo de investigación en los últimos años en una variedad de escuelas de negocios. En el año 2006 un equipo de psicólogos de la Universidad de Stanford estudió la incidencia de la perseverancia en un conjunto de más de 100 emprendedores norteamericanos. Uno de los resultados del estudio mostró que la capacidad de apegarse a un objetivo y seguir intentándolo, particularmente cuando se enfrentaban a dificultades, era un factor crucial para explicar el éxito de un proyecto.

    En pocas palabras, la idea es que perseverar frente a la adversidad puede impulsar el aprendizaje y la mejora de las habilidades profesionales y personales. La psicóloga estadounidense Carol Dweck desarrolló la teoría de la mentalidad (mindset) en la década de los 90. La idea principal de la teoría de la mentalidad se centra en la forma en que las personas ven sus habilidades y talentos y cómo esa percepción influye en su comportamiento, aprendizaje y éxito.

    Carol Dweck propone dos tipos principales de mentalidades: la mentalidad fija y la mentalidad de crecimiento. Las personas con mentalidad fija tienden a creer que sus habilidades y talentos son innatos, fijos y no pueden cambiar significativamente. Pueden evitar desafíos por temor al fracaso, ya que ven el fracaso como una indicación de falta de habilidad. La retroalimentación crítica suele ser difícil de aceptar, ya que puede interpretarse como una amenaza para la imagen de habilidad inherente.

    Por otro lado, las personas con mentalidad de crecimiento creen que sus habilidades pueden desarrollarse a través del esfuerzo, el aprendizaje y la perseverancia. Ven los desafíos como oportunidades para aprender y mejorar y el fracaso como una parte normal del proceso de aprendizaje. Están abiertas a la retroalimentación constructiva y la utilizan como una herramienta para mejorar.

    El trabajo de Carol Dweck sobre la mentalidad de crecimiento ha encontrado que aquellos que tratan los desafíos y las limitaciones como una oportunidad para desarrollarse y aprender tienden a desempeñarse mejor a largo plazo, persisten cuando se enfrentan a desafíos y la recompensa es un conjunto de habilidades más profundo y amplio.

    Otra ventaja de desarrollar una mentalidad de perseverancia es que realmente no sabemos cuándo las condiciones externas que determinan o inciden en el logro de nuestros objetivos cambiarán a nuestro favor. Nyad, para poder culminar su travesía, dependía de las corrientes, el clima, la cantidad de tiburones que había en su trayecto, que era determinada en gran parte, por ejemplo, por la temperatura del agua. Sobre la gran mayoría de estos aspectos no tenía control total y no dependían de ella misma. En su último intento, el sentido y la fuerza de la corriente la hizo nadar en forma más relajada, sin desviarla ni hacerla gastar energía adicional, recorriendo así la distancia mínima requerida entre los dos puntos del trayecto. Si bien su equipo pudo planificar algunos de estos imprevistos, nada determinó su ocurrencia o no. Simplemente sucedieron. Esto sugiere que si estamos pensando en lograr algo que parece inalcanzable, esa buena racha necesaria podría estar a la vuelta de la esquina.

    A pesar de todo lo estudiado sobre la perseverancia, la resiliencia y la capacidad de seguir intentándolo, hay muchos expertos que cuestionan su importancia y sus ventajas. Existe otra gran cantidad de trabajos que muestran que la perseverancia puede tener una desventaja dañina. No darse por vencido puede significar que las personas persistan incluso cuando no tienen nada que ganar. La perseverancia empieza a chocar y a mezclarse con la obstinación.

    La obstinación y la perseverancia comparten algunas características, ya que ambas implican la persistencia en la consecución de metas o la superación de obstáculos. Sin embargo, hay diferencias clave entre estos dos conceptos. Mientras que la perseverancia hace referencia a la capacidad de persistir en la consecución de un objetivo a pesar de los obstáculos, la obstinación se refiere a la terquedad o la firmeza excesiva en mantener una opinión, actitud o curso de acción, a menudo incluso cuando la situación indica que podría ser beneficioso cambiar.

    No estar dispuestos a dejar ir puede llevarnos a estar perpetuamente insatisfechos, incluso cuando terminamos obteniendo lo que pensábamos que queríamos. Esto sucede cuando la persistencia nos lleva a continuar o incluso a redoblar el esfuerzo hacia rumbos de acción que son indefectiblemente “perdedores”. Carol Dweck encontró en uno de sus estudios sobre el mindset que las personas que eran particularmente valientes eran menos propensas a darse por vencidas cuando estaban fallando. Estas mismas personas eran más propensas a estar dispuestas a sufrir pérdidas monetarias solo para poder seguir haciendo una tarea que no tenía proyección de ser exitosa. La lección: las personas que tienden a ser tenaces son también las que quedan atrapadas en la pérdida de cursos de acción.

    Ser incapaz de dejar de lado metas preciadas pero inalcanzables también puede ser malo para la salud mental y física. Las personas que luchan por desconectarse de metas imposibles tienden a sentir más estrés, muestran más síntomas de depresión, están plagadas de pensamientos intrusivos y les resulta difícil dormir. Tienen tasas más altas de eczema, dolores de cabeza y problemas digestivos.

    ¿Cuándo es el momento de dejar ir algo? ¿Qué es lo que nos indica hasta cuándo seguir intentando? ¿Hasta dónde aferrarnos a lo que dijimos que íbamos a hacer para no mostrar que fallamos o cambiamos de idea?

    Cambiar de idea o de forma de pensar, abandonar un objetivo, renunciar a una tarea suele estar muchas veces mal visto. Yo creo que cambiar de opinión o mostrar renuncias es algo que marca el liderazgo de las grandes personas. Muchas veces hablamos de alguien que cambió de opinión diciendo “esa persona no resiste el archivo”. Quizás cambió de opinión o se dio cuenta de que su obstinación le estaba ganando a su perseverancia. Juzgamos a las personas por cambiar de opinión o de rumbo cuando quizás solo están siendo sabios que se dan cuenta de que lo que dijeron ya no es correcto, acertado.

    Estamos en un momento del año en que normalmente evaluamos nuestros objetivos y las cosas que fuimos viviendo y logrando en los meses que ya pasaron. También, solemos planificar lo que queda por venir y las cosas que tenemos aún en la lista de pendientes. Una buena cosa sería marcar aquellas que no logramos y qué plazo nos vamos a dar para seguir intentándolas.

    Al preguntarnos si debemos seguir con una tarea u objetivo, o dejarlo ir, sopesemos el potencial de continuar aprendiendo y desarrollándonos de manera incremental frente a los costos, los peligros y la miopía que pueden surgir a partir de una perseverancia obstinada.

    Ser perseverante es encontrar soluciones; ser obstinado, aferrarse a un único enfoque. La clave está en saber cuándo persistir con flexibilidad y cuándo recalibrar para alcanzar el éxito de manera más efectiva. Que nuestra obstinación no le gane a nuestra perseverancia.