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    Perspectivas económicas llaman a la cautela

    N° 1950 - 28 de Diciembre de 2017 al 03 de Enero de 2018

    El año que está culminando sorprendió positivamente en materia económica, tanto a escala global como en el contexto regional y local. Por primera vez desde el 2010, en la economía global las previsiones de crecimiento fueron subiendo en el transcurso del año; entre 2011 y 2016 siempre se arrancaba con un mayor optimismo que luego había que corregir a la baja a medida que se avanzaba en el año.

    Las mayores sorpresas positivas en la economía mundial se dieron en el zona euro, en China y en Japón, a la vez de que en el segundo semestre también la economía estadounidense mostró señales de fortalecimiento. Si bien es probable una cierta desaceleración del crecimiento de China el próximo año —dado el objetivo del gobierno de ir hacia una expansión de mayor “calidad” y combatir temas tales como la polución y los excesos en el mercado de crédito—, el momentum de crecimiento en Estados Unidos (EE.UU.), del área euro y de Japón debería mantenerse. De hecho, en las últimas dos semanas la Reserva Federal estadounidense incrementó a 2,5% la proyección de crecimiento de la economía de EE.UU. para 2018 (frente al 2,1% estimado en setiembre), al tiempo que el Banco Central Europeo elevó a 2,3% la expectativa de crecimiento del área euro (frente a la previsión anterior de 1,8%).

    Por otro lado, tanto el Fondo Monetario Internacional como la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) proyectaron que la economía mundial crecerá 3,7% en 2018. La mejora en el crecimiento global, y sobre todo el mantenimiento de condiciones financieras extraordinariamente favorables, permitieron una recuperación económica en la región, que repercutió muy favorablemente sobre Uruguay. Brasil, a pesar de la crisis política que se arrastra desde 2015, este año logró salir de la recesión, y las perspectivas para el próximo apuntan a una aceleración del crecimiento a algo más de 2,5% (frente a alrededor de 1% de expansión prevista para 2017).

    Mucho más relevante para la economía uruguaya, la facilidad para colocar deuda en los mercados internacionales permitió que, en Argentina, el gobierno del presidente Mauricio Macri continuara con su estrategia “gradual” de corrección de los desequilibrios “heredados” del kirchnerismo. Eso generó un fuerte encarecimiento en dólares de ese país, lo que a su vez repercutió en un importante aumento de las exportaciones de bienes y, sobre todo, de servicios uruguayos. Los economistas argentinos proyectan que esta situación continuará en 2018: la última encuesta de expectativas que elabora el Banco Central de Argentina apunta a un crecimiento del Producto Bruto Interno de 3,1% en 2018 (frente al 2,9% de 2017), y a que los precios en dólares se mantendrán básicamente en los niveles actuales.

    El “colgarnos” del “atraso cambiario” argentino llevó a que la economía uruguaya retomara el crecimiento a partir del segundo semestre de 2016 y a que, por primera vez en muchos años, la inflación se ubicara dentro del rango meta establecido por las autoridades. El cambio positivo en el contexto regional no fue suficiente, sin embargo, ni para mejorar el resultado de las cuentas fiscales ni para hacer crecer el empleo. Además, acentuó los problemas de competitividad y rentabilidad de los sectores que no se vieron beneficiados por el aumento de la demanda regional.

    En la medida en que Argentina pueda continuar financiando todos sus desequilibrios (fiscal, de cuenta corriente, de precios relativos, etc.) colocando deuda externa, el actual escenario seguirá siendo casi “ideal” para Uruguay. Y el 2018, en líneas generales, debería mostrar un comportamiento similar al de este año en términos económicos, con un crecimiento del Producto en el entorno de 3% y niveles de inflación ligeramente por encima de 7%. Mucho más difícil será lograr una mejora de las cuentas fiscales (dado que no hay perspectivas de que se vaya a bajar el gasto público sino todo lo contrario), o que mejore de manera importante el nivel de empleo privado (dado que tampoco es esperable ni que aumente la rentabilidad empresarial ni que se vaya a producir una reducción de los costos implícitos y explícitos de contratar mano de obra). En definitiva, para el próximo año es esperable que en términos generales se repita una jobless recovery, con el mantenimiento de fragilidades en el orden fiscal y fuertes problemas de rentabilidad/competitividad para todos aquellos sectores no beneficiados por la demanda argentina o cuyos precios de venta al exterior no mejoren.

    Dada la evidente transitoriedad de la situación argentina, que desembocará más temprano que tarde en un muy fuerte ajuste del tipo de cambio, también es razonable esperar que el sector privado en Uruguay mantenga la conducta de cautela que ha venido mostrando en los últimos trimestres. Y que continúe ahorrando en términos netos la mayor parte del shock positivo que el país ha recibido de la región.