N° 1882 - 01 al 07 de Setiembre de 2016
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáEl rockero argentino Gustavo Cordera es ampliamente conocido en Uruguay. No solo por su actual actividad y por haber integrado la banda Bersuit Vergarabat, sino porque hace unos cinco años se instaló en La Paloma para aislarse por un tiempo del mundo artístico y desintoxicarse de las drogas, según dijo.
El transcurso de los años suele acunar la sensatez y afina el sentido común. Cordera cumplirá en breve 55 años, más que suficientes para recoger ese legado. Durante su carrera ha convertido la provocación en una estrategia-instrumento para generar la adhesión del cambiante público joven. Ni su “terapia” en La Paloma ni su edad lograron incorporarle sensatez y sentido común. Todo lo contrario.
Ante estudiantes de Periodismo de la escuela TEA Arte de Buenos Aires se despachó: “Hay mujeres que necesitan, porque son histéricas, ser violadas, porque psicológicamente lo necesitan y porque tienen culpa y no quieren tener sexo libremente”. A eso lo definió luego como un juego sexual que a él no le gusta. Poco importa su gusto. Importa el fondo de la cuestión. Agregó que considera “una aberración” que la ley no permita tener sexo con menores que “quieran” mantener relaciones con un adulto: “Yo te puedo amar a los 13 años. Te puedo desvirgar como nadie en el mundo”.
Uno de los alumnos difundió parte de su exposición en Facebook y estalló el escándalo. El fiscal federal argentino Ramiro González le solicito al juez Rodolfo Canicoba Corral una investigación penal contra Cordera por los delitos de “apología del crimen”, “instigación a cometer delito” e “incitación a la violencia colectiva”. Al Ministerio Público se sumó el Instituto Nacional contra la Discriminación, Xenofobia y el Racismo.
Sin dudas, Cordera ejerció la libertad de expresión. ¡Claro que sí! La misma de quienes abogan por actos terroristas, defienden las torturas, el abuso de mujeres o cualquier otro acto criminal. Como ellos saltó el muro ético y moral y también el de la legalidad.
Cuando el búmeran de su locura le estalló en la cara pidió disculpas públicas a través de una carta que tituló “Mujeres, perdón”. Intentó justificar sus expresiones como una “acción teatral” aunque también admitió que “desnudé mis pensamientos”.
Lícitamente, usted puede preguntarse: “¿Qué tenemos que ver los uruguayos con un desquiciado argentino por dichos vertidos en su país?”. Todo. Argentina es el gran espejo en el que lamentablemente la mayoría de este lado del charco se mira. Mal que les pese a algunos, en ese y en otros terrenos socioculturales Uruguay y Argentina se han convertido en un solo país, lo que ha contribuido a un progresivo derrumbe de la cultura local. Los uruguayos viven pendientes de la vereda de enfrente, desde donde, sin que lo asuman, son pasivamente colonizados.
Por eso sorprende y desconcierta que las activas organizaciones sociales uruguayas vinculadas a las cuestiones de género o a la lucha contra la violencia doméstica se hayan mantenido en silencio. También los artistas, pese a que sobre otros temas sociales, políticos o electorales desarrollan sesudas parrafadas solidarias. Corporativos y cómplices.
Sin embargo, la cantante, por definirla de alguna forma, Francis Andreu, abandonó por un instante su imitación del Goyeneche decadente para escribir en Twitter un romántico e infantil mensaje de apoyo a Cordera: “Te conozco, te abrazo y te quiero siempre”. Acompañó ese texto con una foto en la que besa a Cordera en la mejilla. Más que elocuente.
Cuando algunos se lo recriminaron aclaró que no apoya lo que dijo sino que lo acompaña como amiga, pero le recriminó a quienes lo critican: “Hay cosas más complejas de las que ocuparse”.
¡Mirá vos! ¿Hay cosas más complejas e hirientes en una sociedad que justificar la violación de mujeres “histéricas” y que alguien defienda mantener relaciones sexuales con menores de edad? Como a Cordera, algo le falla a Andreu o padece una enfermedad contagiada por algunas de las machistas letras de tango que recita.
Cada uno es dueño de mantener silencio ante la injusticia y aun de apoyarla. Puede evitar cuestionar a un compañero de ruta para mantener el corporativismo o incluso compartir en silencio su filosofía. Allá cada uno con su fardo.
Para quienes pretenden dureza contra los delincuentes abusadores este es un tema central. Se trata de un abanico de expresiones que justifican el delito de violación, la degradación sexual de menores y la violencia doméstica.
Algunos que consideran que esas son cosas menores son cómplices con la memoria corta y renga que solo se mantiene mediante sanciones duras. Abundan los ejemplos, pero hay uno emblemático que pocos recuerdan y ocurrió en 2004. El entonces técnico de la selección uruguaya de futbol, Jorge Fossati, quien se llenaba la boca como defensor de los valores cristianos, dijo que “nunca citaría a un jugador homosexual para defender al combinado celeste aunque puedan acusarme de clasista”. Ejerció su libertad de expresión pero discriminó a los jugadores homosexuales y violó la ley.
Esa discriminación generó la intervención de la entonces fiscal penal Olga Carballo. Pidió que fuera citado para responder por su declaración homofóbica. ¿Qué ocurrió? Ante la sanción penal el “macho” Fossati arrugó, pidió disculpas y el caso se archivó.
Si lo hubieran condenado todos tendrían más cuidado y respeto. El mismo que debió tener Cordera, que logró su objetivo a cualquier precio: nunca tuvo tanta publicidad gratuita.