¿Quién viaja a la Antártida? Al continente helado van quienes presentan un plan de trabajo y además reciben una capacitación previa, según el Tratado Antártico y el Protocolo de Protección Ambiental que marcan las reglas para este continente —y a las cuales Uruguay adhiere—.
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Sin embargo, hace años que en Uruguay no se cumplen. A la Base Científica Antártica Artigas (BCAA) que tiene como cometido principal la investigación —como dictamina el Tratado— llegan jerarcas, embajadores y empresarios sin plan de trabajo y muchos sin capacitación previa.
A la BCAA llegó Tabaré Vázquez en 2010 con Juan Salgado (Cutcsa), le siguieron José Mujica, Carolina Cosse —la secretaria acudió a la capacitación en su lugar—, el embajador de Egipto en 2014 y un empresario del rubro alimenticio, por citar algunos ejemplos.
El miércoles despegó un vuelo denominado por el Ministerio de Defensa como “vuelo vip”. Así lo tituló un documento de esta cartera al que accedió Búsqueda. Debajo de “vuelo vip” figura el listado de pasajeros. Hay una escribana del Ministerio de Defensa, una secretaria, un director financiero contable, un abogado del Ministerio de Economía, un contador, una asesora, el vicepresidente de la Administración Nacional de Puertos (Daniel Montiel), entre otros. ¿Plan de trabajo? “Invitado o visitante”. Cada participante llena una ficha con los motivos de su viaje, ya que cuando no hay plan de trabajo esto es lo que indican. Según estos registros de las fichas, hubo años en que los visitantes alcanzaron el 22% de los que viajaron a la Antártida pero esa cifra bajó a 8% en 2015. En 2016 el porcentaje promete ser alto.
“A mí no me gusta que ustedes vayan”, les dijo a los integrantes del “vuelo vip” Juan Abdala, coordinador científico del Instituto Antártico Uruguayo (IAU) y delegado del Ministerio de Educación y Cultura (MEC) al dictarles la capacitación este lunes 11 en el segundo piso del Instituto. Es que científicos que han ganado proyectos de investigación no tienen lugar y ellos sí. En la lista también hay quienes acuden a trabajar en logística y cuatro científicos, menos de lo que desearía la Coordinación Científica, ya que el viaje no estaba destinado a ellos. Al Estado le cuesta entre 3.000 y 4.000 dólares por pasajero.
“Nos preocupa cuando no se prioriza y no se fortalece la actividad científica y se utilizan las bases como actividad turística, pero mucho más no podés hacer porque depende del Ministerio de Defensa”, dijo a Búsqueda Gabriel Aintablián, que lidera la Dirección de Innovación ciencia y tecnología (Dicyt) del MEC. “Hay antecedentes (de viajes) del embajador de Suiza, de Egipto”, recordó.
Entre los visitantes hay casos bien diferentes. Hay representantes de instituciones vinculadas a la Antártida (Fuerzas Armadas, científicas y tecnológicas, Ancap, UTE, Antel) y otros que “únicamente van de visita”, dijo Juan Abdala al ser consultado por Búsqueda.
Desde el IAU justifican los viajes. Entiendien que precisan “mostrar” lo que se está haciendo a diferentes funcionarios del gobierno porque están “todos involucrados”, dijo a Búsqueda el capitán de navío Albert Lluberas, director de la Secretaría General del IAU. “Es un tema de percepciones, capaz que hay personas que lo ven desde un punto de vista subjetivo y no analizan el contexto”.
“Todos los pasajeros (de la lista vip) se informan a las autoridades competentes. Todos los que viajan están involucrados con el proceso de la actividad antártica”, agregó. Otras fuentes del IAU consultadas dicen “desconocer” quiénes son la mayoría de las personas que figuran en la lista del “vuelo vip” e indican que muchas no tienen un vínculo fuerte con el IAU.
En el IAU hay un engranaje “corrupto” y es un lugar para “hacer favores y gauchadas” en el que la Masonería está presente en “todo”, aseguró Abdala. A la interna hay quienes justifican el viaje de funcionarios públicos de Defensa o de Economía porque son quienes “dan la plata”, un concepto erróneo, opina Abdala. “Favor o coima gratis, para mí es lo mismo”, agregó. “Esto es un mini Ancap”, aseguró.
Preocupados.
El IAU aprobó 19 proyectos científicos a fines de 2015 a iniciarse en verano de 2016 (únicos meses en que se puede viajar). Solo cuatro científicos han encontrado un lugar. El “vuelo vip” ha puesto en peligro la planificación científica anual del IAU y está en duda la participación de los investigadores en los vuelos siguientes. Las listas de pasajeros se arman en instancias formales del IAU, luego se cambian en otros ámbitos y regresan con diferencias, resumió Abdala. Las decisiones son “inconsistentes”, no hay una “política de Estado” sino “mezcla de injerencias externas con la planificación interna”.
Hubo “éxito” cuando “se siguieron los procedimientos de asignación de plazas, de fondos concursables, evaluación externa y organización de informes con indicadores” pero todo esto está en “peligro”, destacó Abdala. “Se va para atrás en un instante si nos apartamos del proceso”.
“La actividad científica es lo que justifica la existencia de las bases. La logística militar es esencial porque sin ella no funciona el sistema” para que los científicos acudan en verano a trabajar, dijo Aintablián.
La gestión de la base y de la operativa antártica “requiere el apoyo de oficinas y servicios por fuera del IAU”, evaluó Lluberas. “Somos 30 personas, está claro que solos no podemos, hay mucha gente involucrada, es un compromiso país”, dijo. “Se lleva a personal de los entes, o vinculados a la administración financiera”.
“Es preciso que, por ejemplo, en el ámbito de la administración de recursos, los funcionarios vean lo que cuesta cada cosa en la Antártida, que lo vean de primera mano. Qué mejor que en el ámbito financiero las personas involucradas vean para qué se usa el dinero y que sepan, por ejemplo, cuánto cuesta trasladar hasta un tornillo hasta allí”, agregó Lluberas.
Para Abdala esto no es un justificativo, ya que por el “vuelo vip” dejan de viajar científicos que tienen proyectos aprobados y son la razón de ser del proyecto antártico. Además, un contador, un escribano o abogado no necesitan viajar para poder hacer su trabajo, los científicos sí. Lluberas replicó que “ninguna participación de este personal va en desmedro de otros”.
Falta.
Uruguay pertenece a “un club exclusivo” de países que tienen voz y voto dentro del Tratado Antártico, lo que establece como condición para estar presente el desarrollar actividad científica, dijo a Búsqueda Juan Cristina, decano de la Facultad de Ciencias.
“Uruguay está ahí en primera fila con cartel y bandera, tenés voz y voto” y “hay una cantidad de países que quieren entrar. Tenemos que hacer las cosas bien”, dijo Cristina. “La letra chica del Tratado Antártico, la que no está escrita, dice que uno se posiciona de acuerdo a la calidad de la ciencia que desarrolla allí. Nadie le va a decir a Rusia que se tiene que ir si no hace buena ciencia, pero cuando sos una nación pequeña tenés que cumplir la letra. Es importantísimo”, explicó.
La BCAA no tiene un laboratorio científico montado sino dos salas vacías. Los científicos que viajan a la base deben llevar todo. Aintablián y Cristina desean un laboratorio fijo con científicos todo el año. “Ojalá pudiéramos, por ahora estamos lejos de eso. No tenemos laboratorio montado ni se ha generado la conciencia real de hacerlo”, opinó Aintablián. Este tema “debería ser de las cosas que la Secretaría de Ciencia recientemente creada (por ley de Presupuesto en 2015), y sin forma aún, debería ocuparse”, consideró.
La falta de recursos, los invitados “vip” y la escasez de plazas para investigadores generan tensiones internas con la Escuela Antártica de Facultad de Ciencias. El domingo 17 viajarán ocho docentes y 20 estudiantes (ver recuadro). Es una “actividad extraordinaria” que no sigue “procedimientos” formales, opinó Abdala. “Hice fuerza a todos los niveles de gobierno”, comentó Cristina. “Apoyamos la actividad científica ya sea a través de las convocatorias del IAU o con la Escuela de verano de la Facultad de Ciencias”, informó Aintablián.