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Montevideo, 2 de marzo de 2021. (De nuestras agencias). Al cumplirse el primer aniversario de la toma de posesión del mando del presidente Juan Sartori, el primer mandatario presentó en conferencia de prensa en la Torre Ejecutiva su anunciada tarjeta SartorCard, con la que los uruguayos podrán seguir disfrutando de beneficios extraordinarios nunca vistos antes en la larga vida democrática de esta apacible nación sudamericana.
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En efecto, tras su abrumadora victoria en las elecciones nacionales de 2019, el multimillonario empresario devenido en exitoso político no ha cesado de sorprender a la opinión pública nacional e internacional con la introducción de originales innovaciones que le han granjeado y consolidado el amor de su pueblo, tanto de quienes lo votaron como de quienes dudaban de la seriedad y la viabilidad de sus propuestas.
Sartori venció previamente en las elecciones internas de su partido en junio de 2019, con una campaña publicitaria arrolladora, en la que no solamente resaltó sus virtudes de estadista no tradicional, sino que adelantó parte de sus revolucionarias propuestas, que se concretaron de inmediato ni bien asumió el poder.
La primera y más comentada de ellas fue la creación de la tarjeta MedicFarma, en virtud de la cual todos los jubilados y pensionistas uruguayos podrían obtener en forma gratuita todos los medicamentos necesarios para su atención sanitaria.
Para quienes dudaban de la viabilidad de esta despampanante idea, la realidad disipó toda sospecha. Desde hace un año, miles de ciudadanos orientales van a las farmacias a buscar sus remedios con su tarjeta MedicFarma, y se llevan sin dificultades (y sin costo) los medicamentos con los que curan o controlan sus padecimientos de salud.
En la puerta de la farmacia La Píldora Alegre, el ciudadano oriental de ascendencia griega don Braulio Elhipo Kondríakos le comentó a uno de nuestros periodistas que no podría estar más contento con el nuevo sistema implementado por el joven presidente.
—Mire —nos dijo—, acá me llevo antibióticos para mí, para la patrona, vitaminas para mis nietos, unos antigripales que vendo en el barrio para hacerme unos pesitos extra, porque la jubilación casi no me alcanza, gasas, vendas y linimento para un hijo que juega en la Liga Universitaria, y unas pastillas para la garganta que me pidió un vecino que anda con angina.
Consultado cómo era que llevaba productos que no eran para su cuidado personal, don Braulio manifestó que presentando su tarjeta era suficiente, y que la farmacia tenía que entregarle lo que él pedía.
Entre junio y octubre del año electoral, el candidato Juan Sartori anunció otros transgresores proyectos, todos los cuales se han llevado a cabo como lo propuso.
Entre ellos están la EmpleCard, con cuya presentación los empresarios están obligados a contratar a los desempleados que van a pedir empleo, un instrumento que viene sirviendo para la revolucionaria creación de cien mil nuevos puestos de trabajo, prometidos por Sartori durante la campaña. También están la muy festejada AsaCard, cuyos titulares presentan en las carnicerías y se llevan un kilo de asado y dos colitas de cuadril por semana, la VinoCard, con la que se pueden retirar hasta cuatro litros de vino nacional (o dos de vino argentino) por semana, la MercaCard, con la que se obtienen sin cargo dos sobres de marihuana recreativa, únicamente de la marca CanSar (empresa perteneciente a la Sociedad Cannábica Cánepa & Sartori) y la sensacional VacaCard, que nada tiene que ver con las vacas sino con las vacaciones.
En efecto, presentando la VacaCard en cualquier agencia de viajes, sus tenedores se ven agraciados con dos semanas de descanso en el all inclusive resort UAG Beach, ubicado en la paradisíaca isla caribeña de Aruba.
La oposición política no ha cesado de criticar esta política asistencialista y derrochadora del nuevo gobierno, encabezada y articulada hasta en el más mínimo detalle por el propio presidente Sartori. Desde el Parlamento un día y el otro también se alzan voces de alarma ante esta política de gasto público sin freno, tendiente a satisfacer hasta las más inusuales necesidades y gustos del pueblo, el cual no cesa, por otra parte, de alabar y adorar a su nuevo y generoso presidente.
El primer mandatario les ha salido al paso a las voces de protesta y calumnia de los opositores, procediendo a explicar, en la conferencia de prensa en la que presentó su última novedad, la SartorCard, los grandes lineamientos de la financiación de sus audaces proyectos.
—Como ustedes saben —dijo en un pasaje de su alocución el presidente Sartori—, yo he financiado toda mi campaña política con mi propia fortuna, sin solicitar ni requerir ningún apoyo externo de donaciones o cenas benéficas de recaudación de fondos. Ni siquiera he aceptado el pago por votos obtenidos que asegura la legislación electoral vigente. En lo que refiere a estas extraordinarias iniciativas que hemos puesto en práctica —se refería a las numerosas tarjetas de canje por los más diversos productos y servicios— he puesto como respaldo financiero a una fundación rusa cuyo directorio integro con mi suegro y otros amigos empresarios que la vida me ha dado. Se trata de la Fundación Bolshaya Stiralnaya Mashina (la cual, en español, para ahorrarles a nuestros lectores la traducción en Google, significa La Gran Máquina de Lavar). Como muchos de ustedes saben, pero tal vez no todos —prosiguió el presidente—, mi suegro amasó una enorme fortuna en Rusia vendiendo lavarropas y otros electrodomésticos dedicados a la higiene y lavado de prendas de todo tipo, yo me asocié a él hace unos años, y esa fortuna hemos resuelto destinarla al bien público, sin ningún afán de lucro. Todos esos fondos son para la beneficencia generosa para con este pueblo que nos respalda y nos quiere, financiándole así el bienestar que se merece.
Finalmente, explicó que la SartorCard sustituirá a la credencial cívica en las próximas elecciones, y con ella todos los uruguayos podrán votar por su reelección, que aunque no está permitida por la Constitución, igual será factible “porque el amor por mi pueblo y el apoyo que de él recibo así me lo piden”.
Vayan sacando la estatua de Artigas de plaza Independencia.