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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáEl inicio de esta nota es, casualmente, el final de las patéticas reuniones sobre seguridad, dirigidas por nuestro presidente Tabaré Vázquez.
La inicio por el final porque recuerdo, como una pesadilla, ver por televisión al presidente del Partido Nacional, Sr. Heber, acompañado de otro blanco ataviado con una extraña gorra de vasco, diciendo su insatisfacción por los escasos logros al terminar esa noche las patéticas reuniones.
Nunca pude comprender por qué el presidente reunió en tantas ocasiones a los representantes políticos de todos los partidos para resolver problemas de la seguridad pública.
También recuerdo que los representantes blancos se alternaban, aunque siempre presente estaba el partido blanco, el Dr. Javier García, el “Einstein” del partido ya que opina sobre la seguridad pública, sobre la defensa nacional, sobre la salud pública y tantos otros temas más.
El Dr. Roballo, el “Einstein” del gobierno y el Dr. García, juntos los veremos con sendas guitarras, payando en contrapunto, quizás en la Exposición Rural del Prado en setiembre.
Estos dos doctores se asimilan al ministro de varias carteras durante el gobierno de facto, Sr. Etcheverry Stirling, quien públicamente dijo que era un soldado en guerra y por tanto movilizado para estar en cualquier frente. García y Roballo son los movilizados soldados a la orden de Lacalle y Vázquez.
Todos los presentes en las reuniones tiraron sobre la enorme mesa sus proyectos de leyes, los discutieron, llegando pocas veces a un consenso. Consenso que se asemejaba al que logran los comerciantes, porque unos pretendían 24 meses de cárcel para determinado delito, otros 20 meses. Como la suma resultó 44 se dividió entre dos y se consensuó en 22 meses.
En las únicas reuniones donde se vio coherencia y razonabilidad, fue cuando el novel político Sr. Novick se acompañó, inteligentemente, con un asesor penalista, el Dr. Jorge Barrera, quien cuando hablaba, todos los demás escuchaban.
Nunca comprendí entonces, por qué no se reunieron, sin televisión, los mejores penalistas representantes de todas las fracciones políticas. Sin la contaminación de la política habrían logrado muchos más acuerdos para que, transformados en leyes, mejorasen la seguridad pública. En cambio, los pocos acuerdos logrados, es difícil culminen su trámite en el Parlamento.
Pero todos vimos a los asistentes, finalizadas las reuniones, salir presurosos de la Torre “Ejecutiva”, seguramente hacia casas con alarmas, rejas y vigilancia las 24 horas.
Es la excepción el Sr. Eduardo Rubio, quien creo vive como piensa, pero sueña en que primero debe resolverse las causas de los delitos antes que la represión, pero esto solamente se podrá lograr cuando tengamos gobernantes honestos, quienes con sus ejemplos podrán logar una sociedad menos insegura.
Susana Repecto Vanzini
CI 988.244-9