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En menos de 100 días, Uruguay sabrá si tiene petróleo, gas o ambos. Descubrirá en qué cantidad y si es suficiente para hacer rentable su explotación. Las petroleras internacionales Total (francesa) y Exxor Mobil (norteamericana) siguen invirtiendo millones de dólares en la búsqueda de hidrocarburos y eso alienta al Poder Ejecutivo a comenzar a planear su política petrolera. Los ejemplos abundan. Venezuela es el más cercano y el más temido, ya que el petróleo no lo hizo inmune a las crisis económicas. Noruega, en cambio, es la referencia del gobierno.
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El ideólogo de ese modelo es el geólogo iraquí Farouk Al-Kasim (81 años), quien el pasado martes 10 dio una conferencia en el Club de Golf titulada “Uruguay: Desafíos y oportunidades para un país petrolero”, organizada por el estudio Guyer & Regules. Al-Kasim dirige el Instituto Noruego del Petróleo y desde allí lleva por el mundo su experiencia para aconsejar a los países cómo sacar el mayor provecho de la explotación de hidrocarburos. Esta semana se reunió con el vicepresidente Raúl Sendic y con la ministra de Industria, Energía y Minería, Carolina Cosse.
Algunas de las claves del modelo noruego son que el Estado se asocie con privados porque “no está preparado” para hacerlo por sí mismo, incorporar a las empresas y la ciudadanía en las decisiones y —lo central— guardar parte de las ganancias para afrontar los años en que baja el precio del petróleo y el gas, pensar en generaciones futuras e invertir el dinero en diversificar la industria del país.
“De lo contrario, uno se vuelve esclavo del petróleo”, dijo el geólogo durante su exposición. Y advirtió que “tener un descubrimiento comercial no significa tener éxito”. En diálogo con Búsqueda fue más específico: “Si Uruguay encontrara petróleo para explotar hoy no esperen ver ganancias hasta dentro de 15 o 20 años”.
—¿En qué consiste el modelo noruego?
—Hay muchas facetas del modelo noruego, dos de ellas son muy importantes. La primera es que Noruega es un país democrático, con valores socialdemócratas y eso es muy similar a la situación de Uruguay. La experiencia noruega se basa en un negocio que involucró a los ciudadanos, al sector privado, al gobierno, a las instituciones y a los partidos políticos. La segunda es cómo lograr que las compañías petroleras y los gobiernos cooperen. Hay que definir claramente los roles y los objetivos de las instituciones del Estado. Tienen que ser profesionales, eficientes y saber de qué hablan. Y tienen que obtener la confianza de las empresas y de los ciudadanos. Eso es clave.
—El gobierno uruguayo planea crear una institución independiente de Ancap para manejar el posible negocio del petróleo. ¿Le parece buena idea?
—Esa institución independiente debe estar enteramente dedicada a regular, monitorear y supervisar las actividades de las compañías petroleras. El principal propósito es regular las actividades upstream, que consisten en la exploración y producción petrolera y es donde está el mayor riesgo e incertidumbre. La regulación de estas actividades es muy distinta al downstream, que implica la refinación, la distribución y la venta del combustible (lo que hoy hace Ancap). Es mejor tener dos instituciones, una para el upstream y otra para el downstream, porque tienen regulaciones completamente diferentes. La frontera entre los dos sectores es la relación económica. A los políticos les gusta subsidiar el precio del combustible y hacer política para la ciudadanía. Pero la mayoría de los países aprendieron la lección de que lo que deben hacer es maximizar los beneficios del upstream y desarrollarse a partir de los recursos del petróleo o gas.
—¿Cuál debe ser la relación entre el Estado y las petroleras?
—¿El gobierno es el dueño de los recursos o los ciudadanos? Los ciudadanos son los dueños y delegan en el Estado el cuidado de los recursos a su favor. Teóricamente, el Estado puede hacer por sí solo las operaciones. Pero por razones prácticas esto en absoluto es una buena decisión. Aprendimos a la fuerza y pienso en la Unión Soviética como ejemplo de que el gobierno no está preparado para llevar adelante las operaciones petroleras. Es mucho mejor que el Estado haga contratos con las compañías. También deben tener leyes que regulen la política petrolera previo a implementar un contrato, así no hay dudas sobre los parámetros. Es una manera de proteger los intereses de los ciudadanos. Cuando lo pones en una ley lo que dices es “esto es lo que quiero y si quieres hacer un contrato conmigo debes aceptar esto”.
—Uruguay no tiene experiencia en explotar petróleo. ¿Qué resguardos hay que tener con compañías que llevan años en la actividad?
—Tener buenas leyes que regulen la actividad y buena relación con las petroleras. También buscar apoyo en consultores extranjeros. Estoy de acuerdo en la falta de expertise de Uruguay pero cualquier Estado tiene poca experiencia comparado con las empresas. Por eso es extremadamente importante tener buena regulación y personal capacitado. El gobierno tienen que entender que debe gastar dinero para captar expertos y aún más para retenerlos y que no se vayan a trabajar con las petroleras. En Noruega perdí el 12% de mi personal y fue un desastre pero de a poco aprendimos.
—¿Cómo sacar mayor provecho de las ganancias que genera el petróleo?
—Parte se debe poner a un costado para afrontar los años futuros, cuando su precio sea bajo. Necesitan crear un fondo para resistir esos años malos, porque va a pasar. Los períodos normales son de cuatro o cinco años, pero llegó a ser de nueve años. Segundo, deben usar las ganancias solo en proyectos que diversifiquen la economía. Y lo tercero es dejar algo para las generaciones futuras. Las tres facetas pueden ser un mismo caso. Un país puede guardar 20% en un fondo que proteja ante la baja en el precio y usar el resto del dinero invirtiendo fuera del país. Así no inunda la economía y esos beneficios crean más riqueza. Sea lo que sea, háganlo gradualmente y vayan viendo las consecuencias.
—¿Qué sucedió en los países que decidieron gastar sus ganancias?
—Gastar todas las ganancias de forma inmediata no quiere decir que se termine en una crisis petrolera. Pero paradójicamente, si el número es pequeño y tienes una economía fuertemente diversificada puedes relajarte. Y utilizas parte del dinero no para subsidiar estas industrias sino para crearle mejores condiciones de infraestructura que apoyen la actividad.
—¿Venezuela es ejemplo de un país qué no tomó estas medidas?
—Tomar casos particulares no es políticamente correcto. Pero la mayoría de los grandes países petroleros nunca se preocuparon por esto. Y es un enorme desastre. Hay ejemplos en África, Medio Oriente y en otros lugares.
—En los próximos días el gobierno sabrá si hay hidrocarburos o no. ¿Usted qué anticipa?
—Si las grandes compañías invierten su dinero es porque vieron algo. Ahora, si encuentran algo, no importa si sea grande o pequeño, les llevará años desarrollar la industria. No importa si es petróleo o gas. Así que si Uruguay encontrara petróleo para explotar hoy no esperen ver ganancias hasta dentro de 15 o 20 años. Tienen tiempo para prepararse y no crear falsas expectativas, porque eso sí es peligroso.