Nº 2151 - 2 al 8 de Diciembre de 2021
Nº 2151 - 2 al 8 de Diciembre de 2021
Accedé a una selección de artículos gratuitos, alertas de noticias y boletines exclusivos de Búsqueda y Galería.
El venció tu suscripción de Búsqueda y Galería. Para poder continuar accediendo a los beneficios de tu plan es necesario que realices el pago de tu suscripción.
En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acá“Si hubieran ganado esos que andaban de rojo (Flamengo), hubiera vendido mucho más”, decía el responsable de un bar de vinos instalado en uno de los mercados que se han puesto de moda en la zona de Pocitos y Punta Carretas. El hombre igual festejaba lo bien que había trabajado la semana pasada y poco menos que reconocía que había sido agua en el desierto.
El comentario nos recuerda que este tipo de apuesta conlleva un riesgo. Días atrás figuras del entretenimiento debatieron si la movida había dejado los 60 millones de dólares de ganancia que se habían prometido (después la expectativa bajó a 30). Siguiendo una cultura característica de nuestro país, con dejos de socialismo, estatismo y demasiada politización, la cosa es más o menos así: nos dijeron tanto y tanto tiene que ser. Todavía soñamos con un mundo en el que todo está perfectamente reglamentado y controlado por las promesas del Estado. Faltó que alguno reclamara que el gobierno debería poner lo que faltaba y había prometido.
Albergar en Montevideo un evento futbolístico internacional conlleva un riesgo, como el riesgo que corren los empresarios día tras día para hacer funcionar sus empresas, negocios e inversiones. Las variables son muchas en el mundo real; producir el dinero que se espera enfrenta muchas encrucijadas y no es como nos hace creer esa cultura a la que hacíamos referencia, que cree que el dinero está y solo hay que repartirlo mejor.
Si el partido final hubiese sido entre River Plate (de Argentina) y Flamengo, quizás la historia hubiese sido otra. Pero lo importante es que nuestro país aprovechó un momento especial para hacerse fuerte en la nominación como sede de las finales de la Copa Sudamericana y Libertadores, tanto en la rama masculina como en la femenina.
No solo fue un aliciente para todo el sector turístico y se logró financiar la remodelación del Centenario, que parecía perdido con el advenimiento de los estadios de Nacional y Peñarol. Además, se puso a Montevideo en los ojos de toda la región y en buena parte del mundo, dejando en claro que hay aquí un lugar amigable para la realización de grandes acontecimientos.
Lo que sucedió nos recuerda otros espectáculos que hemos tenido y dejamos escapar. No hace demasiado tiempo tuvimos asignada la sede de la Fórmula E del automovilismo mundial para Punta del Este. Se trata del principal campeonato de los autos eléctricos, que todavía no tiene el alcance de la Fórmula 1 pero es el futuro, y cuando se corrió puso a Punta del Este en todas la televisiones y redes del mundo. Y estamos hablando de un público muy selecto y de un negocio millonario.
En un país como el nuestro, que se puede beneficiar con eventos no necesariamente gigantes, este tipo de movida debería ser mucho más corriente. No hablamos de utopías como organizar la Copa del Mundo de 2030, que probablemente nos traería problemas y además sería una sola vez, pero sí de eventos que ya hemos demostrado ser capaces de realizar, como los de la semana pasada. La gran variedad de actividades deportivas en el mundo ofrece oportunidades fáciles de presupuestar, pero también se podría trabajar en el terreno de la cultura.
Quizás lo más interesante de lo que sucedió estos días sea cómo se posicionó nuestro país para sacar adelante esos planes, con todos los recursos enfocados en una actividad turística que debería ser mucho más importante en el desarrollo económico. Allí estuvo el gobierno nacional con su astuta Secretaría de Deportes, la Intendencia de Montevideo con el mismo enfoque y hasta el Parlamento para levantar una ridícula veda de alcohol por una elección que no tiene razón de ser.
Estamos acostumbrados a ver que un tema como el turístico, que es fundamental para nuestro país, queda acotado a un Ministerio de Turismo con muy relativa influencia y que además ni siquiera está en la primera prioridad de los nombramientos de los gobiernos de turno. Un tema que abarca tantos aspectos no puede estar enjaulado en una oficina con personal que está para otras cosas.
Pero esta vez no fue así. Esta vez todos los recursos se alinearon para mejorar nuestras posibilidades. Muchas veces será una apuesta con sus bemoles, conllevará planes ajustados y se asumirán riesgos. Pero está demostrado —ejemplos hay muchos— que funciona.