Nº 2266 - 29 de Febrero al 6 de Marzo de 2024
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáEl juego original Mario Bros., lanzado en 1983 como un juego arcade y más tarde incorporado a varias consolas y sistemas, presenta a Mario y Luigi, dos fontaneros italianos que deben enfrentarse a diversas criaturas mientras atraviesan distintos niveles para poder salvar a una princesa atrapada en un castillo por un peligroso dragón. El juego se desarrolla en un sistema de alcantarillado con varios niveles de plataformas. Los jugadores deben eliminar a los enemigos golpeándolos y luego recoger los objetos que dejan caer para ganar puntos. Los enemigos incluyen tortugas, cangrejos y todo tipo de insectos.
Uno de los aspectos divertidos del juego es la posibilidad de que Mario se haga más grande y poderoso a medida que recolecta objetos que le otorgan habilidades especiales o ventajas temporales. Los hongos son uno de los elementos más comunes y hacen que Mario crezca, lo que le permite resistir un golpe adicional antes de perder una vida. Como contrapartida, a medida que crece y avanza en las pantallas, Mario se hace menos ágil, pierde alguna de sus habilidades de los niveles anteriores y los trucos aplicados en las pantallas iniciales ya no le sirven.
Se podría decir que Mario necesita, para seguir avanzando y cumplir sus objetivos, obtener recursos que lo hagan más grande y fuerte. Como contrapartida, se torna un poco más lento. El jugador de la consola que controla a Mario debe adaptarse a esas nuevas circunstancias y desarrollar las características y destrezas necesarias para poder superar nuevos niveles.
En algunas de mis clases de emprendimiento uso esta analogía de Mario para simular al emprendedor que recorre un camino lleno de obstáculos, avanzando y desbloqueando niveles para pasar al siguiente estadio en el ciclo de vida de su startup. Los emprendedores suelen buscar capital externo para acelerar el crecimiento de sus empresas, más aún en mercados muy competitivos, como está sucediendo ahora en Latinoamérica, donde el rápido crecimiento puede ser la diferencia entre el éxito y el fracaso.
Sin embargo, como dice el refrán, no hay almuerzo gratis, y esta financiación externa suele ser acompañada de un sinfín de condiciones. Es muy común que los fundadores vean diluida su influencia, tanto en términos de capital financiero como de control sobre el consejo de administración. Incluso pueden quedarse sin trabajo si sus inversores deciden despedirlos y encontrar un reemplazo, como le sucedió por ejemplo a Steve Jobs en el año 1985, cuando fue despedido por su propia junta directiva.
Según estadísticas académicas de Stanford, entre el 20% y el 40% de los fundadores no permanecen en su puesto original luego de rondas de capital en las que el que toma el protagonismo es un fondo inversor, más conocido como VC. En Latinoamérica, los más reconocidos probablemente sean Bossa Invest, Monashees y Canary en Brasil y Kaszek en Argentina. Estos VC tienden a buscar reemplazar, luego de un tiempo, al fundador que está en el rol de CEO por un ejecutivo más experimentado que podría parecer mejor posicionado para hacer escalar la empresa y prepararla para el mercado de adquisición o hacer una oferta pública (IPO). Uno supondría que los capitalistas de riesgo son actores racionales que no reemplazarían a los fundadores si no fuera en el mejor interés de la empresa, al menos en términos de su capacidad para salir a bolsa o ser adquirida, pero también podría darse el caso de que los inversores de riesgo sobreestimen la importancia de su propio papel en la “profesionalización” de la empresa. Cuando los fundadores son reemplazados, ¿cómo les va a sus startups?
Venturesource es una base de datos norteamericana que recaba información, entre otras cosas, de las rondas de financiación de capital de riesgo. Según esta fuente una quinta parte de los fundadores de empresas que son invertidas por algún VC deciden prescindir del socio fundador o del CEO al momento de la inversión. Estas sustituciones se vuelven más comunes a medida que la startup envejece y los inversores tienen tiempo para evaluar el desempeño de los fundadores, y las tasas de reemplazo parecen similares en varios tipos de VC.
Uno podría asumir a priori que el reemplazo de dueño impulsaría un rendimiento más bajo, ya que es él quien conoce el mercado, es el arquitecto de la solución, quien tiene acceso a los desarrolladores y es quien tuvo la visión de largo plazo en los orígenes del proyecto. Lo que muchas veces no se asume es que el founder no tiene las habilidades necesarias para pasar al siguiente nivel. Como pasa en Mario Bros, queda atascado en una pantalla y no sabe ni conoce los “trucos” para destrabar la situación, quedándose muchas veces en loop permanente.
Esta trampa del crecimiento y el riesgo a ser reemplazados o dejados fuera de su propio negocio son dimensiones que cualquier emprendedor o dueño de empresa debería evaluar antes de salir a buscar capital. La encrucijada de tratar de decidir si buscar inversión privada es una buena opción, es una de las primeras cosas que marca que un emprendedor está dejando atrás los niveles “fáciles” para empezar a enfrentar las pantallas complicadas de su propio videojuego. Darse cuenta de esto no es algo trivial y mucho menos lo es el encontrar las respuestas adecuadas en cada momento.
Hay algunas preguntas o pensamientos que quizás ayuden a que un fundador reflexione si tiene sentido salir a recorrer el largo camino que supone levantar capital privado.
¿Es realmente dinero lo que necesito? Muchos emprendedores confunden la necesidad de fondos con la necesidad de recursos y viceversa. A veces solo se necesita un buen contacto, un buen consejo o un miembro en el equipo directivo. Otra opción podría ser que solo se necesiten recursos financieros. Si un emprendimiento solo necesita fondos, es deseable agotar siempre todas las opciones de acceso a financiación, tanto pública como privada, que no comprometan la participación accionaria, como pueden ser préstamos o líneas de crédito flexibles. Si fuera solo lo primero, quizás existan formas creativas de sumar a alguien al proyecto en rol de asesor o director externo sin necesidad de comprometer la partipacción accionaria ni la propiedad de la empresa.
¿Debo salir a buscar ahora todo lo que necesito? Normalmente, las estimaciones financieras se hacen por determinados montos y plazos. Es así que se llega a un total general de dinero para un plazo determinado de tiempo. Si bien esto puede ser el cálculo que arrojan las planillas de los flujos de fondos, lo cierto es que nadie ejecutará el total de la financiación de golpe. Quizás sea bueno particionar el total de lo que se busca y repartirlo en plazos e incluso atarlo a hitos de cumplimiento. Esto baja las exigencias frente al inversor y por otro lado hace que el valor de la empresa vaya creciendo de cara a futuras negociaciones. Siempre dicen que no hay que comprar comida cuando uno está hambriento. No tiene sentido lanzarse de una sola vez hasta el último dólar disponible.
¿Cuál es el contexto del mercado? Si mucha gente está invirtiendo, puede ser el momento de considerar entrar en una ronda de capital. El 2023 fue un año en el que las tasas financieras volvieron a sus valores previos a la pandemia y esto hizo que la burbuja de valuación de startups explotara e hiciera que los valores de las empresas bajaran de forma abrupta. El año pasado no se repitió la cantidad ni los valores de transacciones que se habían dado en 2022 y esto frenó el acceso a capital para varios emprendedores. Estudiar y entender lo que está sucediendo afuera es clave para definir el momento adecuado de salir a buscar financiación.
¿Realmente quiero ceder participación? Por más trivial que parezca, esta pregunta es la primera que todo emprendedor debería hacerse. A veces no hay otra opción que buscar capital privado pero, si la hay, es importante darse el tiempo para contestar esta pregunta. En última instancia, se trata de lo que cada uno podría hacer con cantidad de dólares que podría obtener y con el perfil de socio que podría conseguir. ¿Seré feliz teniendo socios? ¿Estoy dispuesto a compartir el control de mi propia empresa?
En resumen, los fundadores tienen razón al preocuparse de que, al recaudar fondos externos, también aparezcan riesgos, barreras y dificultades que hasta ese momento no estaban. En el mundo actual el “hacerse solo” es una utopía dañina que se emparenta con una garra charrúa mal entendida. Por otro lado, a la hora de hacer crecer nuestra empresa debemos tener bien claras las implicancias de cada posible escenario. Para poder rescatar a la princesa, debemos entender qué y quiénes son los que brindan ayuda para el desarrollo de ese superemprendedor que todos los que lideramos una empresa creemos llevar dentro.