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    Todo lo que significa

    Columnista de Búsqueda

    Nº 2146 - 26 de Octubre al 1 de Noviembre de 2021

    Lo que existe busca significación para ser. En materia de arte no hay duda si seguimos de cerca a Martin Heidegger. La tensión entre mundo (universo de significados) y tierra (portante material de esos significados) define la realidad de la obra, condensa su verdad. Ambos elementos, empero, no se dan por separado; existen a condición del otro; así lo dice Heidegger: desde el momento en que la obra levanta un mundo, crea la tierra, la trae aquí. Mármol, celeste, marfil, oro, plata son elementos, puntos de partida de una obra, pero no una obra; recién cuando la obra levanta un mundo, la obra pasa a estar hecha de esas cosas, y esas cosas tienen sentido en ese mundo. La obra sostiene y lleva a la propia tierra a lo abierto de un mundo. La obra le permite a la tierra ser tierra. Esto significa que a la estructura material le da un para qué.

    Pero pregunta el filósofo: ¿por qué traer aquí la tierra tiene que suponer que la obra se retire dentro de ella, que se refugie en su seno? Y razona así: la piedra pesa y manifiesta su pesadez, pero al confrontarnos con su peso, la pesadez se vuelve al mismo tiempo impenetrable. Si a pesar de todo partimos la roca para intentar penetrarla, veremos que sus pedazos nunca muestran algo interno y abierto, sino que la piedra se vuelve a refugiar en el acto, en la misma sorda pesadez y masa de sus pedazos. Si intentamos captar la pesadez de otra manera, esto es, depositando la piedra sobre una báscula, lo único que conseguiremos es introducirlo en un mero cálculo de un peso. Esta determinación de la piedra, tal vez muy exacta, no es más que un número mientras que el peso se nos ha hurtado. El color luce y solo quiere lucir; si por medio de sabias mediciones lo descomponemos en un número de vibraciones habrá desaparecido. Solo se muestra cuando permanece sin descubrir y sin explicar. Asimismo la tierra hace que se rompa contra sí misma toda posible intromisión; convierte en destrucción toda curiosa penetración calculadora por mucho que dicha intromisión pueda adoptar la apariencia de dominio y el progreso bajo la forma de la objetivación técnico científica de la naturaleza. Con todo, tal dominio no es más que una impotencia del querer. La tierra solo se muestra como ella misma, abierta en su claridad, allí donde la preserva y la guarda como ella esencialmente es, indescifrable, que huye ante cualquier intento de apertura. Dicho de otro modo, la tierra se mantiene constantemente cerrada.

    Un par de décadas antes, hacia 1914, Ortega y Gasset meditó sobre este asunto de manera pionera; lo hizo en sus Meditaciones del Quijote, al principio, cuando habla del conflicto entre la patencia y la latencia. Ya en esa época plantea lo que será eje en esta argumentación de Heidegger, a saber: que las realidades sustantivas no están al alcance sino cuando se las sale a buscar, y no se las encuentra sino a condición de que se respete su estado: el bosque no es el árbol que tenemos delante, sino el conjunto inabarcable en un solo pero concebible fenómeno. Ortega se sirve del ejemplo de la naranja para hablar de lo que él llama dimensiones de la realidad; dice que si cortamos la fruta para buscar su esencia, la terminaremos trozando del todo sin hallar lo que buscamos, porque la esencia de la naranja no está ni en su cáscara ni en su pulpa, pero tampoco es posible sin ellas. La esencia de la cosa, esbozará Heidegger, está donde tiene su funcionalidad, donde la intención se revela y esta se da en la obra. El mundo hace posible la tierra, y la tierra es sustrato del mundo. El mundo es lo que hace posible que la pesadez se manifieste, que el rojo tenga sentido. En sí misma la tierra no tiene existencia, se manifiesta cuando está articulada y subsumida en un sistema de signos. Es como el hilo de un collar que va penetrando las cuentas; así es la tierra, cuando trabaja para algo. Ese trabajo tiene destino, tiene sentido. En ese aparecer de la tierra es donde se cobija la obra. La obra necesita un sustento material.

    Por ser lo que es la tierra en este sistema, la tierra emerge en su plenitud. La tierra se retira en cuanto tierra, pero se presta para ser vehículo del mundo. Pero al retirarse en cuanto tierra no deja de ser lo que es: el mármol sigue siendo resplandeciente, la tierra sigue siendo pesada, el curioso color del colorado, como dice Borges, sigue siendo el curioso color del colorado. No hay ningún misterio, puesto que cada uno sigue siendo lo que es, pero el significado queda todo bajo el signo de lo que significa.