N° 2025 - 20 al 26 de Junio de 2019
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáSi no la gana Brasil, que es el anfitrión y o mais grande do mundo, será una tragedia. Si no la gana la Argentina de Messi, que con la Argentina no ganó nada, será una tragedia. Si la gana Japón (que es un convidado de piedra con una selección juvenil), o Qatar (que es otro convidado de piedra), o Bolivia (que son de piedra, ya se comieron seis goles en dos partidos), también será una tragedia para el resto de los equipos, que en los papeles son netamente superiores. Brasil, que terminó 0 a 0 el primer tiempo con Bolivia, se fue chiflado a los vestuarios. Después levantó con tres goles, pero la chiflatina sigue latente y volvió a ocurrir con el empate sin goles ante Venezuela. Vayan midiendo. Argentina marchó contra Colombia pero es muy probable que clasifique. De todos modos, los comentaristas ya piden la cabeza del técnico, Maradona dice boludeces y todos se debaten en buscar la culpa de los pésimos resultados que azotan a la albiceleste desde hace bastante tiempo, cosa que vuelve muy entretenidos los programas deportivos. Ya vimos a Messi hacer ese gesto desesperado, que consiste en tocarse la frente con los dedos, cuando la situación es grave, y en acariciarse los cachetes cuando la situación es extremadamente grave, terminal. Es el gesto de un autista genial que de pronto ha caído en la dura realidad: se toca para comprobar si sigue existiendo, si sigue ocupando un lugar en el mundo o se ha desintegrado. Seamos sinceros: las catástrofes ajenas son placenteras cuando se trata de rivalidad futbolística, diría de rivalidad a secas. Muchas veces la gente goza más con la desgracia del equipo o la selección antagonista, que con la alegría de su propio cuadro o combinado. Además, esto hace realmente atractivo el campeonato, porque ahora cada partido que juegue la Argentina será una final, un esfuerzo sobrehumano para clasificar a la siguiente fase. Y si clasifica y pierde en la final, tanto peor (sería la cuarta: dos en la Copa América contra Chile y una en el Mundial de Brasil 2014 contra Alemania). Más tranquilo lo tienen Colombia, Chile y Uruguay, mientras cobijados por la mitad de la tabla aparecen Perú, Paraguay y la emergente Venezuela. Si Colombia marcha, será otra de tantas caídas, aunque esta vez con un equipo muy bueno. Si Chile se queda por el camino, dirán que ya tiene dos copas en su vitrina. Y si Uruguay marcha, se recordarán los 15 trofeos continentales y nadie pedirá la cabeza de Tabárez, porque el viejo es lo mejor que nos ha pasado en muchos años, aunque no pueda con su condición de maestro malhumorado y siempre realice en las conferencias de prensa esa mueca eterna, esa gambeta anunciada de desagrado con la boca ante una pregunta que le moleste, que son casi todas.