Traición sin principios

El 1º de diciembre de 2005 renunció a su banca de diputado por discrepar con el oficialismo y con el presidente de su partido, Tabaré Vázquez. Se opuso a la participación militar de Uruguay en Haití y en las Operaciones Unitas: “No puedo votar esto que va contra las convicciones más hondas de mi conciencia. Para cumplir con mis compañeros renuncio a la Cámara. Quiero respetar la voluntad de la mayoría, pero también estar tranquilo con mi conciencia”. Una mosca blanca en un sillón sin tornillos. No inventaba excusas.

Desacomodado, el socialismo buscó justificarlo: la relación entre Trías y Checoslovaquia se estableció “sobre la base de coincidencias de carácter político en torno a la defensa de la revolución cubana” y el combate al “imperialismo norteamericano”. Sostuvieron que ese vínculo espurio no supuso “un condicionamiento político o ideológico para su pensamiento” ni el del Partido Socialista. ¡Qué guion para el payaso Chirolita!

Las citas anteriores refieren al Partido Socialista porque el centro de esta columna es la socialista María Jossé Rodríguez, de 52 años, empleada bancaria, dirigente de base en Río Negro, exconcejal de Young e integrante de la mesa departamental del Frente Amplio. A comienzos de agosto fue elegida coordinadora transitoria de la coalición con Ricardo Ehrlich. Unos pocos alertaron sobre sus antecedentes. El plenario frenteamplista miró para el costado y apostó a la mala memoria de la gente.

Pero el jueves 12 en Búsqueda una noticia reveladora de Raúl Santopietro puso las cosas en su lugar y los sacudió. En 2002 Rodríguez traicionó a la Asociación de Bancarios del Uruguay (AEBU), a la que estaba afiliada. De espaladas a su gremio y para su exclusivo beneficio económico celebró un acuerdo con ACAC, donde trabajaba.

Desde 2001 ese banco recibía capitalizaciones de la francesa Crédit Agricole para mantenerse a flote. Para continuar funcionando elaboraron un plan de reestructura y le propusieron un acuerdo a AEBU. ACAC planteó reducir la jornada a seis horas, con rebaja salarial para despedir a la menor cantidad de trabajadores. AEBU aceptó, pero en diciembre de 2002 ACAC negoció acuerdos individuales por fuera de lo acordado con AEBU con beneficios para quienes aceptaran. Y hacia allí corrió Rodríguez.

Hubo 34 trabajadores, la mayoría afiliados a AEBU, que se apartaron de lo acordado por el gremio y firmaron acuerdos con el banco. Implicaban restituirles las 8 horas y su salario completo, entre otros beneficios. De ellos unos 30 renunciaron a AEBU, pero cuatro —incluida la actual coordinadora del Frente Amplio— no lo hicieron. Rodríguez fue expulsada por su traición al gremio y a sus compañeros que se atuvieron al acuerdo.

Cuando Santopietro la consultó sobre eso se victimizó: “Tuve que optar entre el sustento y la tranquilidad de mi familia —en aquel momento tenía dos hijos preadolescentes— y mis convicciones y principios sindicales. Cargo y cargaré con esa decisión el resto de mis días. No me hace feliz, pero sé que la tomé con el convencimiento de que sería lo más adecuado para mi familia”.

La cuestión es que en el acuerdo nunca estuvo en juego la fuente laboral de Rodríguez. Su perjuicio era una pérdida parcial de sus ingresos, pero no el sustento familiar, como en cambio les ocurrió a miles de uruguayos que en 2002 perdieron definitivamente sus empleos.

Rodríguez tuvo la desvergüenza de cuestionar el profesionalismo de Santopietro: “Esta no debería ser una noticia”, le reprochó. Según ella no es noticia si se considera cómo se vive “en el país que menos ha invertido en la pandemia” y el debate que generó la Ley de Urgente Consideración. Razonamiento de politicastra barata. Además le mintió. Le aseguró que renunció a AEBU cuando en realidad fue expulsada por traidora.

Para alcanzar el honor es necesario un gran esfuerzo y mucho tiempo. Pero se pierde en un ratito.

Esta muchacha y el plenario colocaron al Frente Amplio contra la pared. Varios principistas ilusos al enterarse de lo sucedido en 2003 pensaron que renunciaría como coordinadora. Pero parece comulgar la filosofía del politólogo español Ignacio Sánchez-Cuenca: “Los izquierdistas desarrollan un sentimiento de superioridad moral”.

Algunos creen que se le debe exigir su renuncia. Otros que eso afectaría la credibilidad frenteamplista y consideran preferible esperar las elecciones definitivas en los próximos tres meses. Entonces se irá sin hacer ruido, dicen, mientras los socialistas esperan que su secretario general, Gonzalo Civila sea el futuro presidente del Frente Amplio.

Parece lógica la pretensión: Civila avaló la designación de Rodríguez como coordinadora. ¿Qué garantías ofrece quien respalda a una traidora?