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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acá25 de julio de 1976: Defensor Sporting campeón por primera vez del campeonato uruguayo.
Una semblanza de la gesta de un club durante los años más oscuros de la historia reciente del país que es, también, la historia de una parte del país.
El año 1976 fue uno de los peores años en la historia de los países en ambos márgenes Río de la Plata. La violencia desatada por el gobierno de facto. Los secuestros, la falta de libertad, las desapariciones, los asesinatos ocurridos, el alejamiento de muchos ciudadanos que debieron abandonar el país.
Aquel violáceo atardecer del 25 de julio, luego de un frío día de invierno de mucha lluvia, mientras un avión de la Fuerza Aérea Uruguaya trasladaba desde Automotores Orletti a 24 uruguayos secuestrados en Buenos Aires en lo que se llamó el “primer vuelo”, existió un evento deportivo que quedaría marcado en la historia de nuestro país.
Suena ilógico mezclar una celebración en un día tan especial como ese, pero sería entonces desconocer que esa noche la enorme cantidad de uruguayos que se concentraron en una cancha de fútbol vivieron mucho más que un partido de fútbol.
La necesidad por reunirse. La necesidad de poder evadirse de esa realidad. La necesidad de poder expresarse y gritar bien fuerte. La necesidad de sacar esa angustia acumulada; de aflorar la rebeldía, de sentir y convencerse de que todo era posible, incluso lo que parecía una utopía.
Defensor Sporting Club, Club Atlético Defensor en aquel entonces, había recorrido un largo camino. Un camino duro y difícil para llegar a ese gran partido. Un camino que le llevó recorrerlo más de seis décadas.
En aquel entonces muchas voces frustraban aquella ilusión, ya que su racionalidad no permitía ver lo que allí estaba pasando. El costumbrismo conformaba el pensamiento único, que solo existía la posibilidad de que uno de los llamados equipos grandes pudiera salir como siempre campeón. Para ellos, no existía otra posibilidad.
Durante muchos años, prácticamente desde sus inicios, el equipo de Punta Carretas, surgido de empleados de una fábrica de vidrio que mientras realizaban una huelga fundaron el equipo llamado Defensor (defensores de la huelga), habían comenzado a construir un club con una identidad única, el cual, gracias a grandes personalidades que lo dirigieron, pudo trabajar sobre una identidad basada en la ética deportiva y construida a través de la “coherencia e independencia”, como lo definiera el Prof. De León, líder y conductor de aquel tan ansiado logro.
Hablar de ese proceso es hablar del estilo institucional que supo impregnar y comenzar Don Luis Franzini con su conducción o quienes lo siguieron, como Jorge y Julio Franzini, hasta lograr esa victoria histórica. Hablar de ese giro a la historia es hablar del gran “genio” que con su estilo, personalidad y cambio de mentalidad, moderna, soberbia, estudiosa, hizo imponerse e imponer a sus jugadores el pensamiento único y exclusivo de que solo lo pueden lograr los diferentes, que la gloria es el resultado del trabajo de un equipo y que como impuso el profe De León: “Ganar, lo único importante es ganar”.
Ese ganar o ganar basado en creerse que todo es posible pese a las dificultades, incluso peleando contra lo que parece imposible de alcanzar. Ese ganar asociado a la lealtad y ética deportiva. Ese ganar como resultado de un proceso que debe surgir desde el análisis teórico y estudio de situación trasladado a una idea, a practicarla hasta perfeccionarla y llevarla adelante hasta vencer.
No fue un simple hecho de suerte el haber ganado, aunque como al profesor le gustaba decir, tal vez se tenía la necesaria “suerte del campeón”, sino que fue un proceso que él mismo comenzó deportivamente por el año 1971 cuando por primera vez dirigió a Defensor. Desde ese entonces, Ricardo de León ya aventuraba que para poder estar peleando el campeonato se debía realizar una gran preparación física acorde al “nuevo fútbol”.
A su regreso del exterior y en el retorno a Defensor, De León conformó el equipo que a la postre fue el campeón. Un equipo al que muchos de sus rivales llamaron el “antifútbol”; es que su táctica e idea del fútbol era tan moderna que era poco comprendida, pero en ese entonces todos temían enfrentar. Buscaba tener un equipo que se moviera en bloque siempre hacia la pelota para marcar al adversario en forma escalonada, adelantaba toda la zona defensiva a los efectos de achicar la cancha y eliminar los espacios del rival. Cuando se poseía el balón volvía abrir la cancha, agrandaba los espacios a los efectos de hacer girar el balón por los distintos jugadores, de un lado al otro, por un extremo, cambio de frentes, por el otro extremo. Su agresividad defensiva hacía que el rival poco pudiera moverse, ya que al verse sorprendido por las insistentes marcas rápidamente perdía el balón. Con gran rapidez se manejaba el ataque y se rotaban los jugadores para llegar y definir. El ritmo de juego era muy desgastante para el rival y se llegaba al arco de enfrente mucha cantidad de veces, lo que era inverso para el rival.
Los números de aquel campeonato fueron únicos, con una gran cantidad de goles a favor, un número muy bajo de goles en contra y muy pocos puntos perdidos.
Pocas veces se ha visto la gentileza y agradecimiento de un plantel a ese gran profesor que les vendió una loca idea y que él se encargó de llevarla adelante junto con sus “trabajadores”. Su humildad hizo que varios minutos antes del partido se fuera para el vestuario y que en definitiva los gladiadores pudieran celebrar este tan importante resultado que quedará para siempre en la historia.
Aquel equipo estaba conformado por Fredy Clavijo, Jacinto Callero, Fernando Alvéz, Daniel Mayol, Baudillo Jáuregui, Francisco Salomón, Ricardo Conde, Líber Arispe, Ricardo Meroni, Javier Beethoven, Washington González, Gregorio Pérez, Pedro Graffignia, José Gervasio Gómez, Juan Leiva, Alfredo Cáceres, Alberto Santelli, Luis Cubilla, Pedro Álvarez, Omar Mondada, Rodolfo Rodríguez, Rudy Rodríguez y Julio C. Filipini. A partir del pitazo final del árbitro la historia cambió, ni Peñarol ni Nacional habían sido los campeones. Por primera vez en la historia del fútbol uruguayo se convirtió realidad el sueño de muchos.
Se pudo demostrar que la cantidad no es mejor que la calidad y que la racionalidad se rompió justamente con más racionalidad, la de un hombre que hizo de esa noche la culminación de una etapa histórica y el comienzo de otra era, porque el Prof. De León era así, y vivir construyendo un nuevo sueño y desafío para luego hacerlo realidad. Salud a todos los campeones del 76 y gracias al profe Ricardo de León por marcar el camino de esta gran institución.
Nicolás Sosa
CI 3.979.766-0
Hincha de Defensor Sporting
Convencional departamental del Partido Colorado