N° 2064 - 19 al 25 de Marzo de 2020
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acá¡Si será entretenida la historia del tango!
Suena polémico y no se ajusta a hechos objetivos, decir “este tango es mejor que aquel” o “tal otro es el mejor de todos los tiempos”. Subjetividad pura. La misma que nos domina si comparamos a Nijinsky con Nureyev, Goya con Velázquez o Caruso con Pavarotti.
El arte nació para ser abarcador, no excluyente.
Por eso es interesante recordar la peripecia de un tango sobre el cual ya he escrito. Ocurre que ha sido bendecido por un renacimiento.
El único aspecto, lejos de ser el más importante, que permite cierta medida objetiva de una obra musical es su difusión discográfica, técnica favorecida por la incesante evolución tecnológica. Hasta hace unos años, el orden de la trilogía de tangos más difundidos era: La cumparsita, A media luz y Adiós muchachos.
Hoy el primer lugar lo ocupa Adiós muchachos.
¿Justifica esto nuevos comentarios sobre el tema de César Vedani y Julio César Sanders?
Creo que sí, pues gran parte de su historia y algunos hechos más recientes pueden explicar este –en términos relativos– inesperado suceso. No olvido que José Gobello ha dicho de este tango: –Su melodía es de las que se califican de pegadizas, aunque no coincida con el patetismo de los versos. No parece razón suficiente de la aceptación lograda por los ayes de un moribundo tanguístico.
—Adiós muchachos, compañeros de mi vida / barra querida de aquellos tiempos / hoy me toca a mí emprender la retirada / debo alejarme de la buena muchachada/ Adiós muchachos, ya me voy y me resigno / contra el destino nadie la talla/ Se terminaron para mí todas las farras / mi cuerpo enfermo no resiste más.
Adiós muchachos ha tenido una vida extensa, agitada, contradictoria y, a partir de ciertas circunstancias, sorpresivamente exitosa.
Fue grabado por Magaldi en agosto de 1927 y por Corsini en febrero de 1928, dos cantantes entonces de gran aceptación. Pero no tuvo la repercusión esperada. Esa popularidad llegó con Gardel, que lo llevó al disco en junio de 1928 y, al año siguiente, lo estrenó en París, en el Dancing Florida, donde debía cerrar el espectáculo La fiestas de las artes.
Vedani, presente en el debut, cuenta la anécdota: –Carlos estaba en el camarín, ajustando los temas con sus guitarristas. Yo saludé y salí a la sala. Casi me da un infarto cuando veo que se comía y corrían las copas de champán y alguna cosita más, mientras actuaba una orquesta de jazz, cuya música el público acompañaba a gritos y golpeando cuchillos y tenedores en las mesas. Cuando apareció Gardel, el escándalo seguía. ¡Y justo arranca con Adiós muchachos! Nunca vi cosa igual; el ruido se fue apagando hasta llegar a un silencio casi religioso y, al final, apareció el estallido del aplauso y los pedidos de bisesFue el inicio de un éxito que ya no se apagó. ¡Yo tenía los ojos llenos de lágrimas!
Después, el mundo y sus excentricidades.
Adiós muchachos fue incluido en la película norteamericana Wonder Bar, cuya acción transcurre en un cabaré de Montmartre, en dos filmes protagonizados por Charles Boyer, Cena de medianoche y Juntos otra vez, y en varias series de televisión. Louis Armstrong hizo una versión titulada I get ideas (Tengo ideas) y hubo otra en Estados Unidos llamada Farewell companions (Adiós compañeros) y dos en Gran Bretaña: Te guardaré siempre en mi corazón y Pablo, el soñador.
No es todo. Lo más impactante vino cuando el tango fue grabado por Piazzolla en la década de 1980 y luego, a comienzos de la siguiente, con la voz de la italiana Milva, “una tana aporteñada”, según algunos, de quien el autor de Adiós Nonino sentenció: –Fue la mejor cantante que tuve.
La difusión se expandió, y también la molestia de los tradicionalistas, porque Milva, tras sus giras europeas con Piazzolla, incorporó Adiós muchachos a su repertorio, cambiando la letra original por otra de un tal Rondinella, que hizo del tema de Sanders y Vedani un “tango carcelario”:
—Adiós muchachos, ya no soy libre / nos veremos dentro de un año o más / Pero vengan a verme cuando quieran / si no tienen cuentas con la policía…
El renacimiento de Adiós muchachos se debe, además, a la multiplicidad de grabaciones que no se ha detenido, a los arreglos audaces y a cambios insólitos del título original: Adieu París, Tango Medley, Marianne, Twee donk re ogen, Zwei rote Lippen vein, Efsane ask y tantos más.
En fin. Adivine, lector, cuánto durará este renacimiento.