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Una “vieja novia” de la juventud. Una novia con la que no quiso “comprometerse del todo” pero que siempre mantuvo “cerca”. Así describía el ex presidente José Mujica a Cuba en una de sus visitas a la isla. Era julio de 2013. Mujica volvió al menos tres veces más al país caribeño. La última fue hace apenas unos días. Esta vez viajó a despedir los restos del líder Fidel Castro, fallecido a los 90 años en la noche del viernes 25 en La Habana.
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El destino quiso que el otro representante uruguayo en el funeral en la Plaza de la Revolución fuera el vicepresidente Raúl Sendic, en funciones de máximo mandatario ante la ausencia de Tabaré Vázquez, de gira por Europa. El último adiós a Castro encontró entonces a un veterano tupamaro, que históricamente mantuvo cierta distancia filosófica con el régimen cubano, y a uno de sus entusiastas defensores. El vicepresidente formó parte del Movimiento 26 de Marzo, devenido en “seispuntista”, una corriente afín al marxismo-leninismo que en el segundo de sus seis postulados ubica a Cuba en la “vanguardia para América Latina como expresión del sistema socialista”. Sendic vivió además en la isla entre los años 1980 y 1984.
Es curioso, pero su padre —Raúl, el histórico dirigente del Movimiento de Liberación Nacional Tupamaro (MLN-T)—, no tenía un especial entusiasmo con el proyecto cubano liderado por Castro. Lo cuenta su ex compañero tupamaro, Mujica, en el libro “Una oveja negra al poder”. Allí dice que fue Sendic el primero que en aquellos efervescentes años de la década de los 60 dijo que el bloque socialista “se iba a caer a pedazos”. “Se lo decía en la cara a los dirigentes comunistas rusos, a los europeos, a los cubanos”, recoge el libro. “Había estado en Europa y se carteaba con gente de primera línea de los comunistas. Lo pronosticó contra todos. Los cubanos no se lo perdonaron nunca porque se los dijo allá también. Tiraba un bochazo de esos, pero no te fundamentaba mucho por qué”. Los giros de la historia. Casi 50 años después, Mujica y el hijo de Sendic terminaron en La Habana arriando la bandera socialista que dejó Fidel Castro tras su muerte.
Mano a mano con yogur de oveja.
La última vez que Mujica visitó a Fidel Castro fue a fines de enero de este año, en medio de una visita de cuatro días que realizó a La Habana. Siendo presidente ya había tenido dos veces un “mano a mano” con él pero la reunión de principios de 2016 fue de las más prolongadas y distendidas.
Mujica llegó junto a su esposa, la senadora Lucía Topolansky, a la casa de Castro con la intención solo de saludarlo pero la charla se prolongó por más de cuatro horas. “Lo vi muy bien, con las ideas muy claras”, dijo el ex presidente a sus allegados al llegar a Montevideo, según supo Búsqueda.
La obsesión de los últimos meses de Castro era cómo producir mayor cantidad de alimento ante el crecimiento de la población mundial y se encontraba promoviendo experimentos con distintos tipos de semillas. “Nos dio a probar un yogur de oveja que estaba riquísimo”, comentó Mujica a su retorno.
Castro se refirió durante la larga charla a su relación con la ex Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) y le dio a entender a Mujica y a su esposa que existieron más diferencias que las que cuentan los libros de historia reciente, según recuerdan los allegados a Mujica.
El líder de la Revolución cubana relató que durante la “crisis de los misiles” con Estados Unidos en octubre de 1962, la URSS adoptó algunas decisiones en forma inconsulta, por más que los misiles estaban en territorio cubano, y que por eso el gobierno de la isla caribeña resolvió enviar ejército y tanques a algunas países de África sin informar previamente a Moscú. También describió con detalle a Mujica y Topolansky sus últimas vacaciones en la URSS, cuando ya estaba Mijail Gorbachov y se acercaba el final de la potencia comunista. “Ya no se discutía de política sino de quién se quedaba con qué. Fue muy triste”, le recordó Castro al ex mandatario uruguayo.
¿Yo, conservador?
No fue Mujica el único ex presidente que tuvo trato con el líder cubano. En el año 1995, Castro vino a Uruguay como respuesta a una invitación del entonces presidente Julio María Sanguinetti. Cuba padecía las consecuencias de la desintegración de la URSS y Castro le agradeció al ex presidente colorado la “valentía“ de invitarlo a exponer ante el Parlamento uruguayo. No hubo tanta cordialidad con el ex presidente Jorge Batlle. Durante su presidencia, en el año 2002, Batlle rompió relaciones con Cuba tras acusar a su líder de violar los derechos humanos en el país caribeño y recibir algunos insultos por vía indirecta. Castro lo trató de “judas”, “genuflexo” y “mentiroso”.
Sanguinetti habló a los medios de prensa el día en que se conoció la muerte de Castro. “Estábamos en las antípodas. Un día me dijo: 'Tú eres mi conservador predilecto. Pero Fidel, ¿yo, conservador, y tú, que has conservado 50 años el poder, qué eres?', contó en una rueda de prensa recogida por “El Observador”. Sanguinetti dudó —o al menos no fue contundente— sobre los cambios que operarán en el relacionamiento de Cuba con el resto del mundo tras el fallecimiento del líder histórico. “Fidel ya no era el poder hace años. El poder es Raúl (Castro), que es un poco más pragmático, pero creo que los dos Castro simbolizaban la permanencia del sistema”, dijo.
Una herencia negativa.
El ex presidente blanco Luis Alberto Lacalle, que ejerció el gobierno entre 1990 y 1994, recordó a Castro como una “influencia negativa”.
“No solamente para nuestro país sino la influencia que tuvo encendiendo la llama revolucionaria en los países de América y también en el nuestro. Debemos recordar que quienes en el año 63 iniciaron la guerra subversiva decían inspirarse en Fidel Castro, que colaboró y ayudó”, dijo en declaraciones a Montevideo Portal.
“La herencia de Castro, de muerte, de destrucción de instituciones, de tiranía sobre su país, es una herencia negativa”, agregó.
El sábado 26, cuando se conoció en Uruguay la noticia de la muerte del comandante cubano, el senador blanco Luis Lacalle Pou habló en un congreso ideológico y le dedicó algunas palabras. “Yo quiero ser bien claro: a Fidel Castro lo combatimos desde que tenemos uso de razón hasta el día en que murió. Hoy Fidel Castro está muerto y merece por lo menos el silencio. Lo combatimos: sus ideas, sus formas, su falta de libertad, su tiranía. Punto. Hoy se murió. Y me parece que también hace a la tolerancia que tenemos que tener en la sociedad”, señaló. Y concluyó sobre el tema: “Lo único a lo que uno puede aspirar es a que la isla de Cuba tenga proceso de más libertad”.