Nº 2167 - 24 al 30 de Marzo de 2022
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáAunque la actividad doméstica presenta una particularidad casi inédita, como lo es que, cumplida ya la 6ª fecha, Peñarol tenga apenas ocho puntos en su haber y Nacional seis (sobre 18 disputados), con varios equipos chicos por delante en la tabla de posiciones del Torneo Apertura, lo que concita la preferente atención de nuestros aficionados es el decisivo partido que esta noche nuestra selección disputará ante Perú, en el arranque de esta última fecha de las Eliminatorias para el Mundial de Catar.
Con anterioridad ya nos hemos ocupado del penoso derrotero del equipo celeste bajo la conducción del Maestro Tabárez y de las especiales condiciones en las que debió asumir su sustituto Diego Alonso. Ya en el tramo final de esta instancia clasificatoria —con nuestros rivales de siempre, Brasil y Argentina, ya clasificados y Ecuador por entonces a un paso de lograrlo— la pugna por el lugar restante estaba planteada por un lote de varios equipos, entre ellos el nuestro, separados entre sí por unos pocos puntos.
Alonso sabía perfectamente que tomaba un “hierro caliente” en sus manos, y con un plazo de preparación muy escaso (que incluso se vio acortado al contagiarse por Covid-19). En tales circunstancias, su convocatoria inicial fue particularmente extensa, y con varios futbolistas que no habían sido parte del proceso anterior. Aunque sí optó por mantener a varios “referentes” de ese ciclo, como Godín, Suárez, Cavani y Cáceres. También figuraron, en principio, varios futbolistas que actuaban en el medio local, aunque finalmente quedaron solo dos: Rochet y Facundo Torres.
El primer partido implicaba un doble riesgo: jugarlo como visitante, y ante un rival Paraguay obligado a ganar para no quedar eliminado. No fueron muchas las variantes respecto al equipo que venía jugando en el cierre del ciclo anterior, aunque debutaron Rochet, Mathías Olivera y —para sorpresa de todos— el juvenil Pellistri, en la punta derecha. Contrariamente a lo supuesto, el local no salió a matar de entrada, y nuestro equipo se mostró muy sólido en defensa. Y un gol de Suárez, al inicio del segundo tiempo, bastó para que el rival se quedara sin reacción, y prematuramente resignado a su suerte.
El cotejo siguiente —como local y ante una Venezuela ya eliminada— se vio prematuramente liquidado, pues casi de movida Bentancur abrió el tanteador. Poco después De Arrascaeta anotó el segundo (tras una apilada fenomenal de un Pellisti en gran nivel) y, ya en el cierre, Cavani de “chilena” marcó el tercero. La superioridad celeste era absoluta y, aunque Suárez anotó un último gol, nos quedó en el debe no haber buscado algún otro, para mejorar un golaveraje desfavorable.
A la vista de la fecha pasada, y con un mayor conocimiento del plantel con que se cuenta (que aparece refrescado con algunas caras nuevas), es evidente que el nivel de juego de la selección ha sido muy superior al del último tramo del ciclo anterior. Alonso ha sabido ubicar en los lugares adecuados a los excelentes jugadores que tenemos en la media cancha, de modo de asistir de mejor manera a los hombres de ofensiva. Y lo ha dotado al equipo todo —con su permanente estímulo desde el borde del perímetro de juego— de una marcada determinación para asumir protagonismo en el partido, mayormente en el propio campo rival. Al tiempo de entregar esta nota no conocemos cómo formará Uruguay ante Perú, aunque Torreira se perfila como titular, y quizás hasta pueda existir alguna otra sorpresa al respecto. Pero lo que no habrá de variar (más con el apoyo de unas tribunas colmadas) es la convicción y temperamento, con los que habrá de buscarse una victoria, que ya aseguraría nuestra presencia en Catar.
Pero ¡no se piense que la tendremos fácil! Si bien las estadísticas nos favorecen ampliamente, a lo largo del tiempo los incaicos nos han generado problemas, cuando debieron visitarnos en instancias clasificatorias, al punto que en dos oportunidades sus victorias nos impidieron acudir al Mundial de turno. El primer choque con los incaicos fue en el primer Campeonato del año 1930, en el partido inaugural del Estadio Centenario. Y aquel fabuloso equipo celeste —que venía de obtener los títulos olímpicos en 1924 y 1928— apenas pudo ganarle por 1 a 0, con un gol del Manco Castro, promediando el segundo tiempo. Pasaron los años y volvimos a enfrentar a Perú de local, en el año 1965, en las Eliminatorias para el Mundial de Inglaterra de 1966. El primer gol fue del visitante, pero con goles de Lito Silva y Rocha, Uruguay ganó 2 a 1. En 1981, el Centenario fue testigo de la primera victoria de Perú, por 2 a 1 (en Lima había sido empate sin goles), y nos quedamos sin poder ir al Mundial de España del año siguiente. Volvimos a enfrentarnos en 1989 y fue victoria celeste por 2 a 0, y accedimos al Mundial de Italia de 1990. Pero en el año 2004 otra victoria de Perú en el Centenario (por 3 a 1) nos dejó —repechaje mediante— por segunda vez afuera de un Mundial (el de Alemania del año 2006). Una exótica goleada 6 a 0, en el año 2008 (camino a Sudáfrica y en el arranque del “Ciclo Tabárez”), fue acaso una excepción a ese historial plagado de dificultades.
Independiente de estos datos históricos, lo cierto es que el fútbol peruano tiene una línea futbolística tradicional, apegada al buen manejo del balón, producto de los varios técnicos brasileños que estuvieron dirigiendo a algunos de sus equipos y a la propia selección. A lo que debe sumarse el hecho significativo —cuando se habla tanto de la importancia de los procesos— que su actual técnico, el argentino Ricardo Gareca, lleva ya nueve años al frente del representativo incaico. Comparado con formaciones de otras épocas, quizás no tenga tantas figuras descollantes (cómo no recordar a Chumpitáz, Velásquez, Cueto, Sotil, Cubilllas, Seminario, Guerrero y tantos otros), pero se nos antoja que posee un nivel futbolístico superior a los equipos que enfrentamos en la fecha anterior. Y no debe olvidarse (aunque pueda resultar un arma de doble filo) que tiene que arriesgar y jugarse por entero, porque solo le sirve ganar.
También creemos que igual postura deberá asumir nuestra selección, para dejar ya abrochada su clasificación para Catar. Diego Alonso ya dio muestras de estar a la altura del desafío aceptado en un momento particularmente delicado y, con algo más de trabajo, parece razonable aguardar que pueda lograr el objetivo, para el que fuera convocado. Es cierto que algunos futbolistas llegan sin el rodaje más conveniente en los equipos del exterior en que militan, pero descontamos que habrán de estar a la altura de las exigencias que se planteen. ¡El resto habrá de correr por cuenta de la hinchada celeste, que poblará esta noche las tribunas del Centenario!