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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáLa propuesta uruguaya en la CELAC fue la de integrar las naciones caribeñas al proyecto de desarrollo subcontinental. Una oportuna declaración en clave de utopía para tras pasado mañana.
El jueves pasado Búsqueda brindó un informe relevante sobre la dificultad que tiene Uruguay para afincar Médicos Rurales en varias localidades: Yacaré, Rincón de Valentín, Andresito, Gallinal, Las Flores, Capilla Cella, Egaña, Arévalo, Plácido Rosas y Lago Merín. Una cruda realidad en clave de utopía para ayer a resolver hoy.
El domingo pasado Montevideo Portal publica una nota: “Médicos extranjeros entregaron a Lacalle Pou pedido para acelerar revalidación de títulos”. El documento fue firmado por mexicanos, venezolanos, cubanos, haitianos y colombianos.
Así nos enteramos de que entre los miles de inmigrantes que eligieron Uruguay como destino y residencia hay, al menos, 138 médicos gestionando la reválida del título. Que lleva tiempo, acá y en todas partes, pero acá son los tiempos son excesivamente lentos. En la justicia, los trámites, las impuntualidades cotidianas, las leyes que no se aprueban, o si se aprueban no se reglamentan, o si ello sucede no dan recursos, o, si todo ello ocurre, no se controla, audita y evalúan logros y/o fracasos.
Uruguay tiene una especie de fetiche con los títulos, cuando lo que debiéramos tener es respeto por ellos. Paso por alto viñetas e historietas tragicómicas de los últimos años con los auto-titulados y voy por otro lado que linda con la idoneidad.
Hacemos una absurda correlación unidireccional entre títulos, conocimientos, capacidades y experticia. Esas cuatro instancias pueden darse de forma aislada o combinar algunas o todas. Puede haber conocimientos sin título, o titulados sin capacidad o experticia, y todos los etcéteras que los lectores planteen. ¿Implica ello un demérito o un descrédito de los bien amados títulos? De ninguna manera. Lo que sí falta es sistematizar diferentes insumos que hacen a las cosas.
¿Qué cosas? Varias. Veamos las de la salud que hoy nos convoca y provoca. ¿Para qué quiere la sociedad titulados en medicina, enfermeras, obstetras, psicólogos y varias licenciaturas y tecnicaturas? Básicamente para cubrir las necesidades de los ciudadanos en base al derecho a la salud que reconoce la Constitución. Los titulados son un nexo entre necesidades y soluciones.
Ahora, ¿podemos razonablemente prohibir el ejercicio de la práctica a los que no tienen el título revalidado? Diría que hasta ahí nomás. Y voy por los absurdos, porque ellos nos muestran que la rigidez mental resulta contra natura.
En algunos hospitales de ASSE del interior si concurre una parturienta a término y no hay pediatra de guardia, se la deriva a una mutualista de la localidad. Que por lo general resuelve el caso con una cesárea. Por supuesto, en ese departamento la tasa de cesáreas de ASSE duplica la del departamento vecino (50% a 25%). Pregunta: ¿Es ello razonable? No; es un desvío interesado pues se repite hace años. ¿Se ha hecho algo? Sí, la plancha…
La otra, con esa rigidez, ¿les prohibimos a policías, taxistas y matronas no tituladas realizar partos llegado el caso? ¿O vamos a medicalizar la salud fisiológica a base de bisturí o cartoncitos? De seguir en esa línea, en cualquier momento vamos a estar todos colostomizados, dializados o engendraremos por IA (no inteligencia artificial, sí inseminación artificial).
Las situaciones previas se explican por una postura corporativa mal delimitada, pero eso requiere otro análisis y corre por la formación académica integral e integrada en Salud Poblacional que Uruguay no tiene. Por algo los países nórdicos, que todos reconocemos, logran una performance mejor, “domando” la tecnología en base a la sensatez en su aplicación y colmándola del buen criterio humanístico.
Uruguay tiene un grave desafío demográfico: baja tasa de reposición, mala distribución territorial, envejecimiento y otras yerbas. A contrapelo de lo que sucede en el mundo con un incremento poblacional descontrolado que recién se estabilizará, con suerte y viento a favor, a fines de siglo. Mientras habrá olas migrantes. Uruguay con el 70% del territorio despoblado es un bocatto di cardinale para quienes buscan su destino. Tal como lo hicieron nuestros bisabuelos, abuelos y padres según sea el caso. Y hoy recibimos los de la CELAC.
Volvamos al título. Uruguay en la CELAC propuso algo impracticable hoy: Extender el desarrollo de forma coordinada hasta el Caribe. Y por casa, ¿Qué se piensa, se propone y hace para extender el bienestar al interior? Algo falla.
¿Vamos a cacarear en la pulpería de CELAC y a callar en la comisaría de Montevideo? De acuerdo con lo hecho en las últimas décadas, callaremos. Carecemos del espíritu pionero e innovador de la conquista del oeste norteamericano. Nos falta poblar y compartir el supuesto “Estado de Bienestar” y la “Democracia Plena” que dicen los rankings y nos creemos tener. Ni lo uno ni la otra. El bienestar está por lograrse y lo de plena es una exageración.
Hoy tenemos 138 médicos de CELAC residentes en Uruguay con título, esperando la carroza. Hoy tenemos 10 poblaciones del interior sin médico rural, esperando la carroza. Mientras, en Tontovideo (Roberto de las Carreras y Julio Herrera y Reissig) seguimos mirando pasar las carrozas del carnaval más largo del mundo.
Esperemos una semana. La tontería tiene un límite. Quizás los médicos CELAC deban decir que son taxistas, ir a las localidades de referencia y atender a los que nadie atiende, no como médicos por supuesto, sí como obreros del taxi o uber. En este caso, trasladarían conocimientos y capacidades otorgadas por la libreta de conducir en Uruguay y las Facultades de la CELAC. Lo único que logra el exceso legal con los títulos es reforzar la injusticia con los ciudadanos. Todo un símbolo de nuestra torpeza.
Ahora, para no seguir cayendo en absurdos, pongámosle un poco de pienso al tema y reconozcamos:
A los médicos uruguayos no les interesa instalarse en esas localidades.
Los ciudadanos de esas localidades tienen derechos y deben contar con un médico.
¿Por qué no se hace otro llamado que habilite seleccionar médicos migrantes y dar la chance de demostrar que sí –o quizás no– tienen los conocimientos y la capacidad necesaria? Que sean condicionales, a término y evaluados mensualmente por la Red de Asistencia Primaria (RAP) u otra unidad. Sabiendo de antemano que, como en toda actividad y nacionalidad, puede haber muy buenos, buenos, regulares y otros. El solo hecho de establecer un sistema protocolizado de control, monitoreo, auditoría y evaluación sería un avance que luego podría ampliarse a todo el entramado nacional.
La pregunta para responder es simple: ¿Qué priorizar? 1) El frío reglamento cuya rígida aplicación jode a los uruguayos del interior, o 2) Invertir la ecuación y asumir el riesgo controlado de abrir la oportunidad en “modo CELAC”, jodiendo al reglamento que, dicho sea de paso, sería bueno revisar, sobre todo en lo que atañe al multiempleo y sus consecuencias.
Las autoridades de Montevideo tienen la palabra. 1) Optan por la ciega fidelidad a los protocolos y las apariencias, o 2) Van por los ciudadanos y su salud. Según decidan sabremos si vivimos en la patética tontería capitalina o en el imperio de la ética de los responsables, fieles reconquistadores del sentido común y del deber ser y hacer.
El quid de este intríngulis tan nuestro es que el problema es de poca monta, por eso algunos se la juegan por el inquebrantable y radical principismo reglamentario. Qué diferente sería si se tratara de una mega operación financiera, mediante la cual podría decretarse la reserva de la información, cosa de pasarse los principios, los reglamentos y el decoro vaya uno a saber por dónde. Esto referido a todos los partidos y sus acólitos, no sea cosa de que terminemos en buenos y malos, cuando todos resultan — resultamos— camaleones de ocasión. Y no nos olvidemos que mientras cavilamos en el interior desesperan por una respuesta que no llega.
Gonzalo Pou