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    Uruguay sigue viéndose “bastante bien”, pero el entorno político “mucho más complicado” pone algo nerviosos a los inversores

    Con una economía que se viene enfriando, la apuesta del gobierno es abrir mercados de exportación y atraer inversores. A eso fueron Tabaré Vázquez y otras autoridades a Francia y Japón. Un propósito similar tiene el evento al que hoy, jueves 12, en Kibón, asistirá más de un centenar de ejecutivos de empresas de origen extranjero con presencia en el país: agasajarlos y que sigan apostando por Uruguay.

    En los años recientes llegaron volúmenes de inversión extranjera con fines productivos por montos históricamente altos (U$S 2.755 millones en 2014); también hubo inversores financieros que prestaron dinero al gobierno comprando sus bonos. El ministro de Economía, Danilo Astori, quien será uno de los disertantes en ese foro que organiza su cartera, el Instituto Uruguay XXI y la Agencia Nacional de Desarrollo Económico, ha dicho que eso obedece a la “confianza” que generan las políticas aplicadas.

    Desde la perspectiva de los inversores financieros internacionales, si se lo compara con otros países de la región, Uruguay “sigue viéndose bastante bien”, aunque no tanto como en los últimos años. “El problema” no es tanto la situación económica en sí, sino que el “entorno político es mucho más complicado” en este tercer período del Frente Amplio por las “presiones internas” en el oficialismo, afirmó Franco Uccelli, director para mercados emergentes del banco de inversión estadounidense J.P. Morgan, quien será otro de los expositores. “Cuando existe la posibilidad de que actores políticos puedan interferir con decisiones económicas, el mercado empieza a ponerse algo nervioso”, agregó.

    Lo que sigue es una síntesis de una entrevista que mantuvo con Búsqueda.

    —¿Cómo evalúa el clima de negocios y los fundamentos de la economía de Uruguay?

    —En términos comparativos Uruguay sigue viéndose bastante bien en relación con algunos países de la región. Quizás no tan bien como en los últimos años, pero con perspectivas bastante razonables. Con la experiencia desde la crisis de 2002 de cómo se ha piloteado la economía, diferente de otros países para confrontar condiciones adversas, la perspectiva desde el mercado internacional es favorable. Me gusta hablar de un sesgo de mercado positivo y eso es algo que beneficia a Uruguay.

    —¿Esa diferenciación se mantiene aun cuando la economía está mostrando un deterioro?

    —Todavía se mantiene este sesgo a favor. Efectivamente ha habido un cierto deterioro de los principales indicadores macro, pero esto es algo coyuntural, cíclico, y la expectativa es que a futuro pueda haber un repunte. Por eso, los inversores extranjeros siguen apostando por Uruguay. Insisto en los términos relativos: mientras Brasil probablemente se contraiga 3% este año, un crecimiento de Uruguay de 1,5%, 2% o 2,5% —si le hacemos caso al gobierno— es bastante positivo y continúa por encima del promedio regional.

    —¿Esperar un crecimiento de 2,5% para 2015 es muy optimista?

    —Es algo optimista. Nosotros estimamos que la economía crezca 1,5% este año. Hace poco, Bloomberg hizo una encuesta a nivel de mercado tratando de sondear porcentualmente cuál es la expectativa de una posible recesión en Uruguay en los próximos 12 meses, y el número se mantiene relativamente bajo, en 25%. La cifra ha subido un poco, lo cual es normal con el constante deterioro a nivel regional, pero todavía es alta la posibilidad de que Uruguay pueda sobrepasar (sin recesión) este período difícil en los próximos 12 meses.

    —Es usual escuchar a empresarios quejarse por los costos elevados, el déficit en infraestructura de transporte y de mano de obra calificada. ¿Espera avances concretos en estas áreas durante el actual período de gobierno?

    —El problema es que son deficiencias estructurales que no se pueden corregir de un día para otro. No estoy seguro de que los años de este nuevo gobierno, que no es tan nuevo, sean suficientes para corregirlas, sobre todo en lo que es la infraestructura física. No es algo mágico. Y el tema de costos relativos es también difícil. Si hablamos con los inversores locales no hay uno que diga que Uruguay no es un país bastante caro. El que llega de afuera también lo ve así; yo tengo responsabilidad para la cobertura de 10 países para Latinoamérica y el Caribe, y al venir a Uruguay uno tiene que estar preparado para gastar un poco más que en cualquier otro sitio. Eso le está quitando un poquito de competitividad al país a nivel internacional. En cuanto a la mano de obra calificada, si comparamos a Uruguay con países más pequeños se lleva el premio mayor; con los países más grandes la situación es más complicada.

    —¿Cómo ve la estrategia política y económica de este tercer gobierno del Frente Amplio? Usted dice que no es tan nuevo, pero tienen perfiles distintos…

    —Los lineamientos principales de la política económica no han cambiado mucho si se los compara con los del primer gobierno. El problema no es tanto la política económica en sí, sino que el entorno político es mucho más complicado hoy en día de lo que fue en la primera administración del presidente Vázquez. Haber tenido un gobierno de por medio, también del Frente Amplio, ha inclinado un poquito la balanza. El gobierno ya no tiene que lidiar solamente con una oposición de los partidos tradicionales, sino también con presiones internas del propio partido. Son elementos que le están jugando en contra.

    —¿Cree que esas presiones limitan la posibilidad de ejecutar el plan de gobierno?

    —Cuando existe la posibilidad de que actores políticos puedan interferir con decisiones económicas, el mercado empieza a ponerse algo nervioso. Normalmente cuando hay una desa­celeración cíclica en un país determinado el mercado desde afuera empieza a ver cuáles son los temas de política y cuáles son las reformas que podrían ayudar a levantar al país en momentos en que pueda estar un poco golpeado. Pero en este caso, la preocupación no solamente es qué opciones de política pueda tener hoy en día el gobierno sino qué actores políticos netamente son los que pueden jugar en contra y prevenir qué decisiones de política puedan ser no tomadas o difícilmente implementadas. Esa es la parte que puede preocupar un poco.

    —¿En qué tipo de decisiones? ¿En decisiones presupuestales?

    —El tema fiscal es primordial. Una vez que los déficits altos se convierten en déficits estructuralmente altos, es muy difícil reducirlos en el corto plazo. Ese es el gran reto que tiene hoy el gobierno de Vázquez.

    —Esta administración prevé reducir el déficit fiscal en un punto del PBI a lo largo del quinquenio, para que se sitúe en 2,5% en 2019. ¿Le parece poco?

    —La respuesta corta es sí, me parece poco. Pero hay que ser consciente de todos estos limitantes estructurales que tiene para reducirlo de forma más severa.

    —¿Qué nivel de déficit sería más adecuado para Uruguay dado el contexto actual?

    —Idealmente, el mercado estaría un poco más tranquilo si hoy pudiésemos ver un superávit primario del orden de 1%, lo que resultaría en un déficit por debajo de 2%. No sé si es una barrera psicológica; 2% es una cifra clave. Veámoslo así: reducir un déficit de 3,5% a 2,5% es un ajuste importante, pero reducirlo de 2,5% a 1,8%, por decir algo, tiene un impacto psicológico mucho más severo, aunque cuantitativamente sea menor.

    —¿Cómo ve la situación de Argentina y un posible cambio de orientación de gobierno después de las elecciones del domingo 22? ¿Eso jugaría en contra o a favor de Uruguay?

    —Depende de quien gane. Los últimos sondeos le dan la ventaja al candidato opositor. Si gana, la expectativa es que va a haber una mejora en la composición de las políticas macro en Argentina, y definitivamente a Uruguay le favorece una Argentina fuerte. Debería ser un factor positivo. Proyectamos que Argentina crezca 0,6% en 2016.

    —¿Qué cabe esperar respecto a Brasil, que está en recesión y atraviesa una crisis política?

    —Un Brasil debilitado económica y políticamente genera cierta ansiedad en el mercado sobre un posible efecto contagio que pueda tener sobre la macroeconomía uruguaya. Pensamos que algún tipo de recuperación de Brasil se dé; probablemente este año toque fondo. Proyectamos que se contraiga 3,1% en 2015 y 2,2% en 2016.

    —¿Qué impacto tendrá para Uruguay un aumento en las tasas de interés en Estados Unidos?

    —Un aumento de las tasas de la Reserva Federal debería tener efectos nocivos sobre una economía como la uruguaya en cuanto al costo de financiamiento. Sobre el tipo de cambio también tendría un efecto negativo. El impacto se vería más en cuanto a las inversiones financieras, no tanto en lo que es la inversión directa, donde el horizonte es mucho más extenso. Si las condiciones óptimas para realizar la inversión en Uruguay ya están, un aumento de tasas en Estados Unidos no va a repercutir en forma muy severa.

    Si sigue el deterioro macro, ¿puede correr riesgo el investment grade de Uruguay?

    —En este momento el grado de inversión no está en riesgo. Hace poco Uruguay recibió un upgrade y tiene perspectiva estable de las tres calificadoras más importantes. En el peor de los casos, si el deterioro macro se profundiza, primero veríamos una revisión de la perspectiva. Después, si la cosa no mejora, quizás 12 o 18 meses más adelante, veríamos una rebaja de un escalón, pero seguiría con grado de inversión. El deterioro tendría que ser no solamente bastante severo sino constante y por un tiempo bastante extenso para perder el grado de inversión. Respecto al precio de los bonos y los activos financieros en general —incluyendo el tipo de cambio—, Uruguay está alineado con países que tienen más o menos la misma calificación de riesgo, como Colombia, Perú y Panamá. Tradicionalmente la percepción siempre fue que la correlación con Brasil es muy alta. Pero nuestro análisis demuestra que aunque efectivamente la correlación es alta con Brasil, es mayor en el caso de esos tres países.

    —¿Seguirá el fortalecimiento del dólar en la región?

    —La depreciación tan severa que hemos visto en Brasil no se va a mantener en esos niveles. En Argentina hay un poco más de incertidumbre por el tema electoral; para el mercado sería una desilusión si no gana el candidato opositor. En Uruguay, proyectamos que el tipo de cambio cierre en $ 30,80 este año y cerca de $ 34 el próximo.