• Cotizaciones
    domingo 22 de junio de 2025

    ¡Hola !

    En Búsqueda y Galería nos estamos renovando. Para mejorar tu experiencia te pedimos que actualices tus datos. Una vez que completes los datos, tu plan tendrá un precio promocional:
    $ Al año*
    En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] o contactarte por WhatsApp acá
    * Podés cancelar el plan en el momento que lo desees

    ¡Hola !

    En Búsqueda y Galería nos estamos renovando. Para mejorar tu experiencia te pedimos que actualices tus datos. Una vez que completes los datos, por los próximos tres meses tu plan tendrá un precio promocional:
    $ por 3 meses*
    En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] o contactarte por WhatsApp acá
    * A partir del cuarto mes por al mes. Podés cancelar el plan en el momento que lo desees
    stopper description + stopper description

    Tu aporte contribuye a la Búsqueda de la verdad

    Suscribite ahora y obtené acceso ilimitado a los contenidos de Búsqueda y Galería.

    Suscribite a Búsqueda
    DESDE

    UYU

    299

    /mes*

    * Podés cancelar el plan en el momento que lo desees

    ¡Hola !

    El venció tu suscripción de Búsqueda y Galería. Para poder continuar accediendo a los beneficios de tu plan es necesario que realices el pago de tu suscripción.
    En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] o contactarte por WhatsApp acá

    Uruguay y la fábula de la rana

    Sr. Director:

    Hay una conocida fábula del autor suizo Oliver Clerc que cuenta la historia de una rana que se encontraba a sus anchas flotando en una olla llena de agua fría. Sin que ella lo advirtiera, alguien tuvo la mala idea de colocar la olla en el fuego. Al principio la rana reconoció la tibieza de la temperatura y se sintió feliz, abandonada a su aire, pensando que estaba en el mejor de los mundos posibles. Pero al poco tiempo la temperatura del agua comenzó a trepar y el pobre animalito empezó a sentir molestias. Cuando fue consciente de que el agua estaba por hervir, y que por lo tanto tenía que saltar cuanto antes fuera de la olla, ya era tarde. La pobre rana murió porque se dio cuenta irreparablemente tarde de que estaba siendo cocinada y no tenía escapatoria.

    La moraleja de esta tan ilustrativa fábula nos indica que cuando el daño se produce lentamente muchas veces no se toma conciencia a tiempo. Cuando uno es tolerante con una inmoralidad o con un daño, por pequeño que sea, no siempre tiene la posibilidad de controlar oportunamente sus efectos; muchos males que nos sobrevienen terminan triunfando porque los dejamos crecer, porque no los paramos a tiempo, porque creemos que en algún momento podremos salvarnos, saltar de la olla sin problemas. Y no es así: los males, como en la fábula, nos terminan cocinando a fuego lento; cuando queremos reaccionar, ya es tarde y poco lo que se puede hacer o se puede salvar.

    La historia, y la historia política en particular, es muy rica en ejemplos que condenan la insensatez de la rana. Por ejemplo, en materia institucional, cuando se produce una asonada contra las instituciones, un golpe de Estado, la reacción de la sociedad por lo general es inmediata y rotunda, las aguas quedan claramente divididas entre los que secundan y favorecen la ruptura del orden y entre quienes defienden el Estado de derecho. Pero cuando el agravio en lugar de darse en una noche y con tanques se da de a poco, día a día, en cámara lenta, la república sufre, las instituciones se van deteriorando camino a la impotencia y nadie parece advertirlo. El orden jurídico, la decencia pública, el bien común y los valores por los que siempre estuvimos congregados se van quebrando en pequeñas partículas, al principio invisibles, pero que luego dejan a la vista heridas ya sin cura. La inmoralidad practicada y tolerada, el desprecio diario a la Constitución y el menoscabo de la austeridad y de la decencia que son propias del espíritu republicano operan, como el agua que cocinó a la rana, de a poco pero de manera inexorable. Un día, como la rana que se dio cuenta de que ya no le quedaban más esperanzas, los países se despiertan y advierten que están como en otra parte, en otro mundo, habitando una pesadilla. Y no saben, como la rana, qué les pasó.

    En el Uruguay, hasta hace muy poco existía la convicción colectiva, el sentimiento, el orgullo de que independientemente de los colores de los gobiernos de turno las bases de la República eran algo sagrado, algo que se iba a respetar siempre, era como una garantía no escrita. En los gobiernos democráticos las instituciones en Uruguay eran sagradas, el Uruguay era un país serio. Eso era parte de nuestra identidad.

    En los últimos años se vinieron sucediendo como en cuentagotas hechos que alertan, tales como reiterados desconocimientos de pronunciamientos populares, declaraciones del presidente diciendo que lo político está por encima de lo jurídico, amenazas a la libertad de prensa, marchas a favor de la dictadura en Venezuela o la sanción del peligrosísimo y tristemente famoso artículo 15 de la Rendición de Cuentas. Hoy, para culminar esta lista, tenemos la noticia de que por primera vez en la historia del Uruguay un vicepresidente se ve obligado a renunciar luego de una cadena de sucesos que pusieron a la vicepresidencia de la República en un triste primer plano, tanto que ni aun en la renuncia se respetaron las formas republicanas.

    El lunes pasado recibimos en el CEN al Dr. Larrañaga con la iniciativa compartida de que la oposición trabaje en temas centrales sin perder la identidad, educación es uno de ellos, defensa de las instituciones republicanas debe estar también en la mesa.

    No quiero ser apocalíptica, estamos en el momento, —si nos comparamos con la rana de Clerc— en que podemos pegar un salto fuera de la olla. Pero resulta central elevar el nivel de conciencia con respecto a la importancia de respetar la República antes de que sea tarde y nos cocinemos quién sabe por cuánto tiempo y con qué consecuencias.

    Carolina Ache Batlle