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“Este pendrive me lo dio un laboratorio”, blanqueó el médico chileno Rodrigo Salinas al mostrar el objeto en el que guardó el archivo de su presentación. Lo hizo antes de comenzar su charla hace dos semanas en Montevideo en un evento organizado por el Colegio Médico del Uruguay sobre conflictos de interés en la medicina.
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Viajes de médicos a congresos pagos por laboratorios, estadías en hoteles de cuatro y cinco estrellas, cursos con todo incluido, eventos con servicios de catering a cargo de la industria farmacéutica, médicos que reciben dinero por dar charlas en las que promocionan productos de un laboratorio, todo esto ocurre en Uruguay y en el mundo. Desde estos ejemplos hasta regalos que pueden ser suntuosos o banales como lapiceras o agendas, todo puede llegar a entrar en la bolsa cuando se habla de conflictos de interés en la medicina.
“Hay una tensión permanente en el mundo, hay que asumir que es parte de la realidad y llegó para quedarse. Hay una fuerte presión de las corporaciones y como trasfondo están los conflictos de interés que en la salud se dan con mucha claridad”, dijo el ministro de Salud Pública, Jorge Basso, a Búsqueda. “Estamos frente a la industria que por lejos está dando más réditos económicos, incluso por encima de la armamentística, y eso tiene que ver con una fuerte política de marketing que se ha incorporado a la realidad”, aseguró.
Existen riesgos vinculados a “decisiones, acciones o juicios de valor que hacen los profesionales médicos, quienes, en lugar de hacer prevalecer el interés primario, la relación con el paciente o la institución, pasan a estar indebidamente influenciados por intereses secundarios comerciales”, definió Basso.
Hay temas que son “culturales” y están “asociados casi al paisaje, que se ve como natural”, amerita “discutirlos” y “modificarlos”, opinó el ministro.
Hay coincidencia: el Ministerio de Salud Pública (MSP), el Colegio Médico del Uruguay y el Sindicato Médico del Uruguay (SMU) están de acuerdo en que todos los médicos en Uruguay deben “transparentar” las relaciones que mantienen con los laboratorios, pero pocos lo hacen. Por eso preparan un grupo de trabajo para 2018. El MSP convocará a principios de 2018 una reunión con el SMU, el Colegio Médico y Fepremi para establecer un marco de plan de trabajo.
“Estamos trabajando, pensando un marco de autorregulación y eventualmente de normativa nueva que nos ponga a la altura de las circunstancias”, indicó Basso.
“Estamos hablando de hacer transparentes los vínculos que hay entre la industria y la profesión médica, no de prohibir nada”, resumió Basso.“Hay que desdramatizar, se pueden ir a formar a congresos, participar de distintas actividades y no necesariamente es malo si toda la población lo conoce. Es transparentar si recibí ayudas. Algunas legislaciones mencionan qué tipos de regalos se pueden recibir y hasta qué tipos de elementos, siempre que sirvan para la práctica médica, y determinan también sus valores”, contó Basso.
El MSP toma como referencia a Estados Unidos, Inglaterra y España. Estos ya han incorporado este tema a la “cultura” y “nosotros tenemos que avanzar” y encontrar una “lógica en la cual cada uno sea transparente” e “incorporarlo a la cultura de los profesionales y el equipo de salud”, aseguró el ministro.
“El conflicto de interés tiene que declararse. No es malo de por sí, lo que es malo es no explicitarlo ni transmitir mi subjetividad”, como por ejemplo, si alguien recomienda determinado tratamiento y está vinculado al laboratorio que financió la investigación, dijo a Búsqueda Gustavo Grecco, presidente del SMU.
Ya lo hacen.
Los médicos que trabajan en Imaes o prescriben medicamentos que financia el Fondo Nacional de Recursos (FNR) ya realizan una declaración jurada de conflicto de interés. Las autoridades consultadas coinciden en que es un buen antecedente.
Hay que “generar condiciones propias para que organizaciones e instituciones vinculadas a los profesionales tengan también un marco de autorregulación, me parece bien razonable”, opinó Basso. El camino sería “ir generando, como lo hizo el FNR, una cultura con los médicos” y que estas declaraciones luego sean parte de la “información pública”. Va más allá de que el MSP pueda establecer “normativa más exigente” que la actual, apunta a que “los profesionales tengan un marco regulatorio propio”, explicó.
El Colegio Médico está trabajando en el tema. Formó una comisión sobre el conflicto de interés. La primera etapa es informar a los médicos para que cuiden de dónde viene la información que toman como referencia y si tienen conflictos de interés, que lo declaren.
En América Latina hay un grupo llamado Médicos sin Marcas y en España está No Gracias que propone evitar toda propuesta o regalo que pueda hacer cambiar la conducta del médico. Hay posturas tan extremas como la de no aceptar siquiera una lapicera.
“Si bien el Colegio Médico tiene que difundir esto, los médicos deben trabajar por ellos mismos en el tema”, dijo a Búsqueda Néstor Campos, presidente del Colegio Médico del Uruguay. “La industria y la tecnología no son malas, han mejorado la sobrevida de la gente. Lo que tenemos que tener claro los médicos es que el conflicto de interés hay que evitarlo” y si existe, transparentarlo, consideró Campos.
Sin dudas.
A escala internacional está aceptado que la financiación de la industria farmacéutica sea con fines de investigación, promoción y difusión de conocimiento, no para el pago de viajes y beneficios para condicionar la indicación terapéutica de un producto. Aun así, esta influencia puede ocurrir inconscientemente, dijo Grecco. La influencia de la industria a veces puede ser “inconsciente” y este es un “problema”, coincidió Campos.
“Todo tiene que explicitarse, debemos trabajar en conjunto con la industria y las sociedades científicas”, dijo Grecco.
El SMU tuvo diálogo con la industria sobre el tema. “Nos interesa abordarlo para delimitar las responsabilidades” y que “no haya dudas” en el vínculo con los médicos, comentó. Implicará lograr puntos de encuentro entre las pautas éticas que rigen a la industria y las de los médicos.
Para el actual Comité Ejecutivo del SMU el conflicto de interés es “de la máxima importancia” y buscan con la transparencia evitar que haya vínculo con transferencia de bienes, dinero o beneficios. Van de la mano también con el Código de Ética Médica. Por ejemplo, según su artículo 31, es éticamente inadmisible que el médico “reciba una retribución de cualquier índole, por concepto de solicitar a terceros consultas, exámenes, porque terceros prescriban o utilicen medicamentos o aparatos”.
“El tema puede llegar a tener posturas tan radicales como cuestionar hasta las lapiceras. Creo que no hay que llegar a tantos extremos pero sí a transparentar la práctica”, comentó Grecco.