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La arquitectura atípica y futurista, los aires industriales y portuarios, sumado a una gran cantidad de museos impresionantes, la definen como una de las ciudades más singulares de Europa
El puente Erasmusbrug es el más importante y conecta el sur con el norte de la ciudad. Cruzarlo a pie o en bicicleta es un plan obligatorio al visitar Róterdam.
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Debido a su reconstrucción tras el bombardeo de 1940, la arquitectura de Róterdam es una mezcla de casas antiguas con edificios modernos de gran altura.
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El Markthal Rotterdam es el mercado gastronómico más popular y un ícono de la arquitectura europea. Allí se encuentran varios locales de comida de mar, la especialidad del lugar.
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El artista Arno Coenen es el autor de la pintura de 12.000 m² en el techo del Markthal Rotterdam.
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El pequeño puerto Rechter Maasoever es de los más pintorescos de la ciudad y cuenta con mesas de madera para hacer pícnic mientras se lo contempla.
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El centro de arquitectura y diseño Het Nieuwe Instituut tiene exhibiciones en las que se puede aprender sobre distintos edificios icónicos de la ciudad, y ofrece actividades en su azotea.
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Le dicen la
hermana fea de Ámsterdam y son varios los turistas que la minimizan. Pero la
malinterpretan. Róterdam sufre del síndrome de la segunda ciudad, opacada por
la tan renombrada capital neerlandesa, y rara vez integra una agenda de viaje
promedio por Europa, aunque debería. A diferencia de Praga, Florencia, París o
Utrecht, esas ciudades que encantan por su armonía en la arquitectura y por su
aura de cuento de hadas, el encanto de Róterdam se encuentra en lo opuesto. Es
en sus grandes contrastes entre edificios antiguos, de ladrillos, pequeños, de
pocos pisos y aquellos de formas extrañas, otros espejados o de colores
brillantes, donde se halla su gracia. Barcos de madera, largos, con vela, están
anclados en el canal, al pie de edificios altísimos y plateados construidos, a
su vez, entre grupos de casas pequeñas del siglo XX.
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En ella se respiran aires calmos y sus espacios verdes son gigantes y
enamoran. Allí los locales almuerzan durante el verano, ya que la lluvia y las
nubes toman el control el resto del año. Lo hacen entre amigos, con un libro o
acompañados por sus mascotas y siempre con las bicicletas a un lado. Su
limpieza es digna de la envidia de su vecina Ámsterdam, donde el turismo es
quizá excesivo y los espacios verdes dejan que desear. Se podría decir que en
ese aspecto, y en varios otros, esta ciudad es la antítesis de la otra.
“Róterdam es mucho más tranquila, chica y con menos turismo que Ámsterdam”,
dice Victoria, una uruguaya de 24 años que vive allí desde hace dos. “Es más
para vivir y la otra es más para visitar, en mi opinión. Es una ciudad que no
te abruma. Vos tomás el control de la ciudad y no al revés. Siento que si vas a
Londres, París o Madrid, ciudades gigantes y con muchísima gente, puede pasar
lo contrario”.
Algunos canales serpentean por Róterdam y vientos fuertes se cuelan en
cada calle. El sonido de metales en el puerto, grúas y gaviotas son parte del
paisaje sonoro de la ciudad. Ello se debe a que Róterdam es la casa del puerto
más grande de Europa, seguido por el de Amberes y el de Hamburgo, algo que
durante la Segunda Guerra Mundial le costó la casi completa desaparición del
mapa. La urbe portuaria es la segunda ciudad con más habitantes de los Países
Bajos, con una población que ronda las 650.000 personas, sin contar su área
metropolitana, y es de los mayores puntos de concentración del continente para
los estudiantes europeos y extranjeros. “Si bien el cool place to be
(donde hay que estar) es Ámsterdam, Róterdam es el lugar de los jóvenes”,
comenta Victoria. “Es la ciudad de los estudiantes o los que acaban de terminar
un máster y empiezan a trabajar”.
Audacia
arquitectónica. Con 110.000 pasajeros por día, la Rotterdam Centraal Station tiene tantos
viajeros como el Aeropuerto Schiphol de Ámsterdam, lo que la hace uno de los
centros de transporte más importantes de su país. Además de la cantidad de
bicicletas que se estacionan a la entrada, lo primero que impresiona de esta
urbe es su arquitectura. La estación tiene forma de pincho, casi perpendicular
al suelo. Es blanca y está recubierta de vidrio a los lados. La rodean avenidas
amplias, edificios de pequeña escala y algunos antiguos, típicos del norte
europeo. El contraste de estilos incomoda, y son pocos, en general aficionados
a la arquitectura y el diseño, los que encuentran belleza en la audacia de
Róterdam.
Una de las primeras paradas que uno hace al visitarla es en Kubuswoningen
o las Casas Cubo. Estas 32 residencias diseñadas por el holandés Piet Blom en
forma de cubos amarillos e inclinados 45° se han vuelto un ícono de la
arquitectura desde su construcción en 1984. El Kijk-Kubus, uno de los cubos que
se convirtió en museo, se puede visitar para conocer su interior y los detalles
de construcción.
Otros íconos arquitectónicos que hay que visitar son el Puente
Erasmusbrug, el Museo Kunsthal, el Instituto Het Nieuwe, el Markthal Rotterdam,
el Museo Depot Boijmans Van Beuningen, pero la lista puede ser mucho más
extensa. “Patio de recreo arquitectónico”, “lienzo en blanco para la
arquitectura”, “la Brooklyn de los Países Bajos”, “vanguardista y futurista”
son las distintas formas en que revistas del mundo describen a esta ciudad, y
están en lo cierto. La creatividad, innovación y sustentabilidad son parte de
la identidad de Róterdam.
Una
ciudad en lo alto. Es difícil encontrar un edificio que no aproveche su espacio en el techo.
Los rooftops son lugares vivos y de gran valor para esta ciudad, pues no
se limitan a ofrecer bares con cócteles a altos precios, sino que organizan
distintas actividades en las alturas: clases de yoga, cine, hasta parques o una
granja instalada en una azotea de 1.000 m2.
El Rotterdamse Dakendagen, un festival anual de las azoteas, fomenta el
uso de estos espacios para contribuir al desarrollo de una ciudad saludable,
animada, sostenible y atractiva, según lo describen en su página web. Con conciertos,
exhibiciones o charlas en distintas azoteas, y hasta un recorrido guiado que
conecta a través de puentes varios rooftops, proponen disfrutar el
potencial de estos lugares en cada junio. Lucht Park, DakAkker, Op Het Dak son
algunas de las azoteas más populares que se pueden visitar.
De
las cenizas. Hay una explicación al gran contraste de diseños edilicios que
caracteriza a esta ciudad neerlandesa. En 1940 Róterdam casi desaparece a raíz
de los bombardeos nazis. Su ubicación estratégica, entre Reino Unido y
Alemania, junto con su puerto, la hacían punto ideal para una base naval y
aérea. La ciudad sufrió ataques ininterrumpidos del 10 al 14 de mayo de ese
año. Antes de que la ciudad quedara completamente destruida, la resistencia
neerlandesa se rindió, murieron alrededor de 1.150 personas y 85.000 quedaron
sin hogar. El bombardeo de Róterdam es conocido como uno de los más grandes del
continente y es la razón por la que su arquitectura es tan particular. Su plan
de reconstrucción fue diseñado un año después del fin de la guerra y fue
considerado una cuestión más económica que estética. “El sentimiento de
resiliencia está muy presente acá”, asegura Victoria. “La reconstrucción de la
ciudad es algo de lo que se habla mucho, y también del hecho de que se
construyó una ciudad nueva en vez de reconstruir los mismos edificios que
estaban antes. Decidieron crear una nueva identidad y todas estas ideas me
fascinan”, dice esta amante de la arquitectura, que terminó sus estudios de
negocios internacionales allí y decidió quedarse a vivir en la ciudad. Hoy
Róterdam aloja las sedes de varios de los estudios de arquitectura más
reconocidos del mundo, como Rem Koolhas, OMA, Kaan y MVRDV, y se respira innovación
y diseño de vanguardia en cada una de sus esquinas.
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ALGUNAS RECOMENDACIONES:
· Nederlands Fotomuseum
· Museumpark, parque rodeado de museos
· Witte de Withstraat, calle de bares (ir temprano, a
las 17 o 18 pm)
· Museum Rotterdam
· Maritime Museum
· Het Park, parque perfecto para
un pícnic
· Delfshaven, zona que sobrevivió al bombardeo de 1940.