Duración: 1 h, 22 min, 15 s en 15 canciones (disco doble).
Copias vendidas: 15 millones.
Para muchos, es el Sgt. Pepper's de Led Zeppelin. Los británicos, considerados a su pesar padres del heavy metal, ya eran aspirantes al trono de mejor banda del mundo cuando publicaron este álbum doble, el primero que editaron bajo su propio sello, Swan Song. La pregunta clave era qué tenían para ofrecer luego de redefinir el rock, elevar las giras y los recitales a un nivel inalcanzable, hacer cualquier tipo de destrozos en groupies y hoteles, darse la biaba con cuanta sustancia ilegal hubiera y ofrecer canciones como Dazed And Confused, Whole Lotta Love, Heartbreaker, Immigration Song, Black Dog o Stairway To Heaven. La respuesta fue: algo todavía mejor.
Si bien algunas canciones eran inicialmente descartes de los cinco álbumes anteriores, el resultado final fue inmejorable y una cabal muestra de por qué Zepp fue lo que fue. Kashmir capaz que es su canción más emblemática, la favorita del cantante Robert Plant, con el mellotrón del bajista John Paul Jones llevando a la banda por las aguas del rock sinfónico y las reminiscencias marroquíes a la vez. Sumaban la funkie Trampled Under Foot, el blues religioso de In My Time of Dying (que con 11 min 06 s es la canción más larga que nunca grabaron), las acústicas Black Country Woman, Boggie With Stu y Bron-Yr-Aur (una instrumental que con 2 min 06 s es la más corta que jamás registraron), la sensual y sexual Sick Again, la balada Ten Years Gone y las rockeras Custard Pie, Houses of The Holy y The Wanton Song. El guitarrista Jimmy Page y el baterista John Bonham están, como siempre, en modo Dios. Hay un rocanrolazo infernal como The Rover que nadie entiende cómo no es un clásico del cuarteto; no existe banda que no quisiera vender su alma al diablo por una canción así. Zeppelin volaba más alto que nunca; como no puede ser de otra forma, lo único que quedaba era comenzar a descender.
A Night at the Opera - Queen
Publicación: 28 de noviembre de 1975.
Sello: EMI/Elektra.
Duración: 43 min, 08 s en 12 canciones.
Copias vendidas: 11,5 millones.
Para no repetir la analogía con el Sgt. Pepper’s, vale decir que el grueso de la gente lo considera el mejor disco de Queen. En términos comerciales, fue el álbum que hizo que el cuarteto inglés pasara de ser una buena banda en ciernes a un primo cartello en todo el mundo. Para todo el mundo, es el de Bohemian Rhapsody. Y solo con decir eso, sumado el suceso de la biopic sobre Freddie Mercury del mismo nombre de 2018, se ahorran muchas palabras.
No solo es Bohemian Rhapsody, quizá lo mejor que escribió, cantó, sintió y transmitió Mercury a lo largo de toda su carrera (con Galileos, arabescos, alusiones a la Commedia dell'arte y algo así como una corajudísima salida del closet que nadie en su momento entendió así). Los tres monstruos que acompañaban al pianista y cantante (Brian May en guitarra, John Deacon en bajo y Roger Taylor en batería) no solo eran inmejorables en lo suyo, sino que todos aportaban en la composición, algo que —con excepción de The Beatles— no es tan común. Así se suman la sofisticada balada You're My Best Friend, la demencial The Prophet's Song, la insólita I'm In Love With My Car y la conmovedora '39. Pero sobre todas las cosas tiene al vocalista en estado de gracia, aportando cosas tan impresionantes y diferentes como Death On Two Legs, Love of My Life (mucho más orquestal y arreglada que la acústica y austera versión en vivo) y las cabareteras Lazing On A Sunday Afternoon y Seaside Rendezvous. Fue un éxito brutal y por suerte para ellos. Este disco, cuyo título es tomado prestado de una de las películas de los Hermanos Marx, fue el de mayor presupuesto en su momento: 40.000 libras hace medio siglo era una cifra infernal.
Wish You Were Here - Pink Floyd
Publicación: 12 de setiembre de 1975.
Sello: EMI.
Duración: 44 min, 05 s en cinco canciones.
Copias vendidas: 20 millones.
Otro cuarteto, otros británicos. Realmente, debe haber sido maravilloso andar por Piccadilly Circus por ese año. Pink Floyd ya había pasado al mainstream dos años atrás con The Dark Side of The Moon y con este nuevo trabajo demostró que no pensaban volver al estatus de banda de culto. El noveno disco de Floyd —aunque el grueso de la gente los había conocido solo por el exitazo anterior— fue su segunda obra en torno a un concepto, que en este caso eran las ausencias. De hecho, Shine On You Crazy Diamond, la canción que abre y cierra el álbum, dividida en nueve partes, es un homenaje a su primer líder, Syd Barret, quien debió dejar el grupo con la cabeza estallada por las drogas. Es conocida la anécdota de que volvió a ver a sus viejos camaradas mientras hacían las mezclas, absolutamente irreconocible de gordo, pelado e ido.
Entre las dos partes de esta cuasi ópera están Welcome to the Machine, Have a Cigar (en la que la voz la pone el cantante folk Roy Harper) y la inolvidable Wish You Were Here. Si bien las relaciones entre sus miembros ya estaban complicadas —o más justamente, entre el bajista, ocasional cantante y ya único letrista Roger Waters y el resto—, todavía el tecladista Richard Wright se animaba a componer algo de música. Quizá por eso, tanto él como el guitarrista y principal cantante David Gilmour lo consideran su trabajo favorito. Nick Mason, baterista y único integrante presente en la discografía completa de Pink Floyd, ya había tirado la toalla al respecto.
Horses - Patti Smith
Publicación: 10 de noviembre de 1975.
Sello: Arista.
Duración: 43 min, 10 s en ocho canciones.
Copias vendidas: 200.000 (en el primer año).
Es tiempo de cruzar el Atlántico para rememorar un hecho histórico, que no es solo musical. Capaz aquí nació el punk rock, de la mano de una poeta de 28 años que apareció para cambiar al mundo. Y como en tantos casos, lo suyo —que distó mucho de ser un éxito inicial— terminó siendo seminal con el paso del tiempo. Es un trabajo minimalista, personalista y visualmente (por la tapa) andrógino, gracias a la tremenda fotografía de Robert Mapplethorpe, con quien compartía vida y un apartamento en el célebre Chelsea Hotel. También compartía noches en el CBGB con The Ramones, Television y Blondie.
Con la producción del ya mítico John Cale (el de The Velvet Underground), Smith dio una primera muestra de su increíble talento con su propia versión de Gloria, Break It Up y Free Money. Si bien no tuvo ninguno de esos hits radiables (el mayor aporte de Patti en ese sentido fue Because the Night, tres años después), fue un disco de esos que motivó a un montón de adolescentes a crear su propia música, entre ellos a Courtney Love, Michael Stipe y PJ Harvey.
Alive! - Kiss
Publicación: 10 de setiembre de 1975.
Sello: Casablanca.
Duración: 1 h, 14 min, 51 s en 16 canciones (álbum doble).
Copias vendidas: 9 millones.
Más que un éxito, fue una salvación. Los neoyorkinos Kiss tenían un problema: sus recitales eran un goce de parafernalia y decibeles que atraían a miles, pero no les vendían un disco ni a sus madres. De hecho, ninguno de sus tres primeros discos de estudio habían logrado ventas decentes. Su discográfica, Casablanca, estaba a punto de fundirse. Como manotazo de ahogado, Paul Stanley (guitarra y voz), Gene Simmons (bajo y voz), Ace Frehley (guitarra líder) y Peter Criss (batería y voz) decidieron sacar a la venta un registro de los recitales. Era una apuesta arriesgada: un disco no permitía ver el maquillaje que usaban, la plataforma elevadiza de los tambores de Criss, a Simmons escupiendo fuego ni a Stanley posando como divo. Sí quizá permitían mostrarlos tal como eran en los inicios antes que se convirtieran en unas payasescas caricaturas de sí mismos: una tremenda banda de rock. Era una jugada arriesgada, pero salió bien. Fue el cimiento para la inmensa popularidad de la que luego gozó Kiss y que en algún momento los hizo jugar en las mismas ligas que Led Zeppelin y The Rolling Stones (por Dios...).
En épocas en las que sobraban los buenos discos en vivo, el sonido de este álbum doble se destacaba nítidamente. Había una trampita, que fue reconocida mucho después: los errores del directo se corrigieron en el estudio y se añadieron nuevas grabaciones, incluso ovaciones artificiales del público. De cualquier forma, un recital es un momento de fantasía. Más allá de tremendas interpretaciones de Deuce, Firehouse, Parasite o 100,000 Years, quedó para la posteridad la versión definitiva de Rock and Roll All Nite, clásico de clásicos.
Fleetwood Mac - Fleetwood Mac
Publicación: 11 de julio de 1975.
Sello: Reprise.
Duración: 42 min, 12 s en 11 canciones.
Copias vendidas: 10 millones.
Suele darse que si un disco lleva como título el nombre de la banda, lo más probable es que sea el primero. Bien, este resultó ser el décimo disco de Fleetwood Mac y el segundo en llamarse como la banda (el primero, obvio, fue el primero). Pasa que este registro atestiguó uno de los virajes estilísticos más arriesgados y notorios de la historia del rock. Los Mac nacieron como una banda inglesa de blues, con éxito moderado tendiente a bajo. Pero en 1975, ya mudados a Estados Unidos, luego de sufrir la deserción de varios de sus miembros, ingresaron en sus filas el guitarrista Lindsey Buckingham y la cantante Stevie Nicks, cambiaron su sonido por uno más pop, soft rock y radiable, y se convirtieron en un fenómeno de ventas.
Este disco fue, solo por dos años, el más exitoso de la banda (el siguiente, Rumours, rompería varios récords). Creó cuatro hits (Rihannon, Say You Love Me, Over My Head y Blue Letter) e hizo de Nicks un símbolo sexual sustentado por un increíble talento a la hora de cantar y escribir buenas canciones. También generó un aura promiscua sobre la banda: Nicks y Buckingham eran pareja y se acabaron separando, el bajista John McVie y la tecladista Christine McVie también y pasó lo mismo, el baterista Mick Fleetwood andaba en cualquiera; los cambios de compañeros internos y externos eran casi tan conocidos como su música. Como sea, se reciclaron como muy pocas bandas lo han hecho. Y lo pasaron bien, vamos a ser sinceros.
Live! - Bob Marley & The Wailers
Publicación: 5 de diciembre de 1975.
Sello: Island.
Duración: 45 min, 15 s en ocho canciones.
Copias vendidas: No hay registros.
Casi todo el mundo llegó al reggae a través de Bob Marley. Casi todo el mundo tuvo su primer contacto con Bob Marley con No Woman, No Cry. La versión que todo el mundo piensa al pensar en No Woman, No Cry es la imponente registrada en este disco en vivo, grabado en el Lyceum de Londres en julio de 1975. Por transitiva, por este disco todo el mundo llegó al reggae. Fin.
Es cierto que el disco que más difundió el legado de Marley por el mundo fue el póstumo, Legend, un compilado. Pero este disco fue el que puso el reggae en el mapa más allá de Jamaica. Eric Clapton ya lo había versionado, pero fue ver a su Sumo Sacerdote en acción para que el mundo blanco anglosajón se rindiera con él. Es que más que un recital fue una ceremonia, fue sentir latir un pulso atávico vital. La versión original de este disco es solo de siete canciones, a la que se le agregó otra luego. Los recitales que le dieron fama fueron, obviamente, por lo menos el doble de largos. Particular atención merecen las versiones de Trenchtown Rock, I Shot the Sheriff y Get Up, Stand Up.
Blood on the Tracks - Bob Dylan
Publicación: 20 de enero de 1975.
Sello: Columbia.
Duración: 51 min, 46 s en 10 canciones.
Copias vendidas: 2 millones (solo en Estados Unidos).
Qué difícil discutirle a un genio. El tipo nacido como Robert Allen Zimmerman en Duluth, Minnesota, ha dicho que este disco, el decimoquinto de su carrera, no es autobiográfico. Es muy difícil creerle cuando su propio hijo, Jakob, dijo que escucharlo era como oír a sus padres discutiendo. De hecho, Dylan transitaba su distancia con su esposa Sara Lownds. Simple Twist of Fate, Hot Press o Tangled Up in Blue daban ganas de dejar todo e ir a abrazarlo.
Este disco, que terminó siendo uno de los más importantes en la carrera de Dylan, podría haber sido aún más histórico si el blusero Mike Bloomfield hubiera aceptado trabajar con él, como ya lo había hecho en Highway 61 Revisited, pero a este al final no le dio la nafta. Finalmente, quien luego ganaría el Nobel de Literatura dejando descolocado a medio mundo se decidió por una propuesta acústica. El resultado fue el que para la parte del público más intelectualoide fuera el mejor disco de 1975.
Main Course - Bee Gees
Publicación: entre junio y agosto de 1975.
Sello: RSO.
Duración: 40 min, 28 s en 10 canciones.
Copias vendidas: 3 millones.
Este disco fue otro parteaguas en la historia de una banda ya conocida, en un caso muy parecido al de Fleetwood Mac de Fleetwood Mac. Acá no hubo cambio de integrantes: los tres hermanos Gibb, Barry, Robin y Maurice, siguieron al frente. Pero estos ingleses —que despuntaron en Australia— habían tenido un relativo éxito con su propuesta entre el soul, el folk rock, el soft rock, el pop y la psicodelia. Ya se habían radicado en Miami. Y fue acá donde comenzaron a flirtear con la música disco, a sacar provecho del uso de sintetizadores y donde Barry Gibb empezó a hacer uso y abuso de su ya icónico falsete. De una manera, fue la llave a su éxito más masivo y también a su injusto descrédito.
Están los temas más conocidos, Nights on Broadway y Jive Talkin’, pero también un himno R&B como Fanny (Be Tender With My Love), alabado hasta la exageración por un tal Quincy Jones, así como algunos guiños a su más que digno pasado folk (Country Lanes) o pop más barroco (Baby As You Turn Away). Solo había un camino a seguir y sería el que dos años después los dejaría como los responsables de la banda sonora de Fiebre de sábado a la noche. Ya entonces eran superestrellas, aunque la intelectualidad musical, la misma que alguna vez dijo que eran candidatos a ocupar el lugar de los Beatles, sobre todo en su faceta más psicodélica, los había despreciado de todas las maneras posibles. El presente —con Robin y Maurice ya en otro plano— ha puesto las cosas en su lugar: eran buenos y versátiles artistas en serio.
Adiós Sui Generis I & II - Sui Generis
Publicación: Entre noviembre y diciembre de 1975.
Sello: Talent Microfón/Sony.
Duración: 1 h, 38 min, 01 s en 13 canciones (son dos discos editados simultáneamente).
Copias vendidas: No hay registros (pero Charly García dijo que fue la primera vez que vieron “plata grande”).
Sui Generis ya era más una banda que un dúo. A Charly García y a Nito Mestre se les habían sumado como fijos el bajista Rinaldo Rafaelli y el baterista Juan Rodríguez. Pero a Charly, tecladista, guitarrista, voz y único genio compositor, se le había agotado la paciencia. Una vez dijo que el dúo que inició con Nito como cantante, guitarrista y flautista era una fiesta que todos disfrutaban menos él. Por eso decidió que dieran dos shows de despedida en el Luna Park de Buenos Aires el 5 de setiembre de 1975. Sí, dos en un día: uno a las 20.00 y otro a las 23.00. Es muy gracioso escuchar a Charly pidiendo al público del primer show que se retire: “Vamos a tocar dos temas más, pero después de eso les pido que se vayan”. En total, 26.000 personas vieron este adiós (que no fue tal, luego tocaron cinco veces más en Rosario, Córdoba y el sur argentino).
Estos shows y los dos discos que generaron fueron la alternativa que los argentinos encontraron a grabar un álbum instrumental que tenía Ha sido como nombre tentativo. El documento es más valioso que la calidad sonora, más allá de las muy buenas versiones de Confesiones de invierno, Canción para mi muerte, la extensa Un hada, un cisne, Rasguña las piedras y el final con Blues del levante, con un pedido del propio Charly al público de que se sienten (sí, la frase en la que admitió ser “una especie de Judas Iscariote”). Luego de esta etapa, demostraría ser un genio (autodestructivo, pero genio al fin). Ya en este siglo, se editó un tercer volumen de esos recitales, Adiós Sui Generis III, con temas que habían quedado afuera.