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A Elon Musk le crecen los bots

Mi amor por los malos es literario, en la vida real prefiero a los buenos, como todo el mundo. Pero me siguen llamando la atención los personajes reales que parecen sacados de una novela o un cómic

Columnista

Como les he comentado alguna vez, me encantan los malos, y si tienen algo chistoso, más todavía. Me fascina, por ejemplo, Cruella de Vil, también Laszlo Carreidas, de la saga Tintín, o Joker (en su versión primigenia, no tanto la encarnación última de Joaquin Phoenix). Y qué decir de Milady de Winter, de Alejandro Dumas, o incluso del Capitán Nemo, epítome de personaje ambiguo, héroe y villano a la vez.

Por supuesto, mi amor por los malos es literario, en la vida real prefiero a los buenos, como todo el mundo. Pero, de todos modos, me siguen llamando la atención los personajes reales que parecen sacados de una novela o un cómic. ¿Qué tal Trump, nuestro superhéroe naranja que, pulgares arriba, pulgares abajo al estilo Nerón o Calígula, puede decidir la suerte de la humanidad?

¿Y qué me dicen del gran zar Vladímir Putin I el Cruel, que lo mismo se embarca en una guerra para “desnazificar” Ucrania que “suicida” excolaboradores y defenestra adversarios? (Hace tiempo que no voy por Moscú, pero de hacerlo, no me acercaría a una ventana ni de coña).

En la actualidad el mundo está lleno de supervillanos de cómic y los hay de todas las tendencias; desde Daniel Ortega a Kim Jong-un, pasando por Bukele o Milei, y no sigo porque la lista es larga. Pero, entre todos, yo tengo a mi favorito y es Elon Disparate Musk. No me digan que no es una viñeta cómica perfecta. Desde cómo baila, cómo se viste a cómo habla, con el vocabulario de un niño de ocho años (habilidad que comparte con su excuate Trump), todo en él es sensacionalmente tronchante.

Como la vida imita al arte, Musk es la nueva y mejorada encarnación de Doctor No, antagonista de James Bond. No solo se le parece físicamente, también tiene un currículum similar. Brillante y multimillonario científico empeñado en dominar el mundo y también el espacio, pero comparado con él, el Doctor No es un rorro de pecho. El personaje de Ian Fleming solo aspiraba a boicotear las misiones espaciales de Occidente. Elon Disparate Musk, en cambio, pretende no solo colonizar Marte y decidir quién gana o pierde una guerra como la de Ucrania valiéndose de su red de satélites Space X. También está empeñado en controlar a través de X, el antiguo Twitter, lo que pensamos usted y yo, lo que debemos opinar, creer, odiar.

Elon Disparate Musk, en cambio, pretende no solo colonizar Marte y decidir quién gana o pierde una guerra como la de Ucrania valiéndose de su red de satélites Space X. También está empeñado en controlar a través de X, el antiguo Twitter, lo que pensamos usted y yo, lo que debemos opinar, creer, odiar. Elon Disparate Musk, en cambio, pretende no solo colonizar Marte y decidir quién gana o pierde una guerra como la de Ucrania valiéndose de su red de satélites Space X. También está empeñado en controlar a través de X, el antiguo Twitter, lo que pensamos usted y yo, lo que debemos opinar, creer, odiar.

Y sin embargo, como la realidad es mucho mejor guionista que cualquier genio de Hollywood, hete aquí que a Elon Musk de pronto le ha salido el más sensacional y literario antagonista que pueda existir. Su propia criatura, Grok. Supongo que la conocen, y si no, se las presento. Grok es el modelo de inteligencia artificial desarrollada por Musk.

Al igual que el ChatGPT o Deepseek, Grok lo sabe todo, lo contesta todo, lo secretea todo y, como está creado a imagen y semejanza de su amo, lo hace de un modo chusco, divertido, chistoso. Lástima que, como no solo es la voz de su amo, sino que a partir de las ideas que le ha imbuido Musk Grok ha desarrollado su propia personalidad, resulta que ahora hace y dice lo que le da la gana.

Por eso, hace unas semanas Grok se desmelenó y le dio por publicar mensajes antisemitas en los que invocaba la figura de Adolf Hitler, al que llamaba cariñosamente MechaHitler, y elogiaba su figura. La conducta de Grok ha causado tal conmoción que a Musk no le ha quedado más remedio que salir al paso y asegurar que su compañía está trabajando sin descanso para eliminar las publicaciones inadecuadas, reforzar los controles y evitar así que su díscola criatura haga más de las suyas y publique contenidos que promuevan el odio.

Aún no se sabe si han logrado lavarle la boca con jabón como a los niños malos y meterle del todo en cintura, o si Grok piensa seguir actuando por su cuenta. Al fin y al cabo, en eso consiste la diferencia entre la IA y el resto de herramientas creadas por nosotros los humanos. La IA no solo piensa, sino que, a partir de las ideas con las que la programan, crea ideas propias.

Total y en resumen, que aquí me tienen, comiendo palomitas, expectante por descubrir cómo continuará esta interesantísima viñeta cómica. ¿Quién ganará esta guerra de las galaxias cibernética? ¿Logrará Musk controlar a su propia criatura o será Grok quien acabe con la ya escasa buena reputación que le queda a su papá tecnológico?

La contienda actualmente puede resumirse en esta frase que el otro día dijo mi hermana Dolores: “A Elon Musk le crecen los bots”. ¿Quién ganará al final, Elon o la IA?, atentos al próximo round.