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Adultos paralizados, adolescentes perdidos: revisemos la educación
Padres o educadores, está claro que el problema es de los adultos. Hasta ahora no se han creado escuelas para padres, pero sí hay institutos en los que se aprende a ser maestro, profesor
Cansadas del bullying que se vivía a diario entre sus compañeros, dos adolescentes de sexto año de un liceo privado de Montevideo le escribieron una carta al director: “Sabemos que el bullying en nuestra sociedad está bastante naturalizado. Sin embargo, creemos que es importante tomar medidas para lograr del liceo un lugar seguro. En nuestra generación estuvieron presentes, además del bullying, los malos tratos y las burlas constantes. Con respecto a esto, no sentimos tanto apoyo como nos hubiera gustado a pesar de haber expresado cómo nos sentíamos. Además, esta generación no respetó ni permitió que todos nos podamos expresar con libertad sin ser criticados ni juzgados”. El texto terminaba nombrando a otros seis compañeros que se sentían identificados y apoyaban la carta. Todos se quedaron esperando la respuesta del director. Nunca llegó.
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En un liceo público de Montevideo, una adolescente que integra el gremio estudiantil recibió durante todo el año pasado el acoso de una docente de la materia Ciudadana —vaya ironía— que la llamaba “tirabombas” y le preguntó en medio de la clase, frente a sus compañeros, cómo no se suicidaba con el nombre que sus padres le habían puesto. No solo los adolescentes hacen bullying. Por supuesto que la estudiante no aprobó la materia, se fue a examen.
La serie Adolescencia de Netflix, estrenada el 13 de marzo, y que se ubica entre las más vistas en todo el mundo, enfrentó a la sociedad a un problema gigante que aparentemente aún no tenía en el radar, y disparó todo tipo de análisis y polémicas sobre la vida de los jóvenes entre el mundo digital y el material. Notas de prensa, publicaciones en Instagram, cartas de directores de liceos a los padres, charlas de expertos, entrevistas a especialistas.
Uno de ellos es el psicólogo Roberto Balaguer, que, entrevistado por Emiliano Cotelo en el programa de radio En perspectiva, dijo: “(La serie) pone luz sobre un montón de cosas que pasan a diario. Es una gran lección de cómo manejar la violencia institucional, esa violencia del abandono de adultos que no se involucran y que por tanto los chiquilines quedan absolutamente solos, librados a un intento de sobrevivir con las herramientas que tienen a mano. Es un liceo selvático. Nada diferente de lo que pasa acá a dos cuadras. (...) Vos tenés docentes que te dicen ‘yo tengo que hacer la vista gorda, mirar para el otro lado, pero sé que está pasando’”.
Mover la formación docente del ámbito político hacia el académico contribuiría en beneficio de una transformación del modelo educativo que necesitamos para comprender lo que necesitan los adolescentes de hoy Mover la formación docente del ámbito político hacia el académico contribuiría en beneficio de una transformación del modelo educativo que necesitamos para comprender lo que necesitan los adolescentes de hoy
Claro que frente a esta ficción inglesa, los liceos, los docentes, los directores, los adscriptos o tutores se sintieron interpelados. Una vez más la industria audiovisual expone lo que la sociedad no quiere ver.
Esta semana me llegó por WhatsApp la carta que la directora de un liceo privado de Montevideo envió a los padres de sus estudiantes recogiendo el guante. Es un llamado a los padres a abrir los ojos, a dejar de creer que “mi hijo nunca” o “mi hijo no me miente”, a entender que es totalmente diferente la manera en la que sus hijos hoy interactúan entre ellos y con el mundo. Y reconoce: “Los docentes hemos debido aprender otras formas de relacionarnos con niños y jóvenes entrenados en la inmediatez y la frivolidad”. Les pide a los padres que orienten y vigilen, que no tengan miedo de actuar, que sean conscientes y responsables de su misión, y que asuman que muchas veces deberán ver lo invisible porque “muchos padres no tienen idea de las batallas que libran sus hijos”.
De un lado o del otro, padres o educadores, está claro que el problema es de los adultos, somos nosotros los que estamos haciendo las cosas mal. Hasta ahora no se han creado escuelas para padres, y en esa tarea cada uno hará lo que sus capacidades, convicciones y valores le dicten, pero sí hay escuelas para educadores. Sí hay institutos en los que se aprende a ser maestro, profesor.
En Uruguay, la educación es un tema muy caliente desde hace ya varios gobiernos. En un país en el que hay una facultad para estudiar casi cualquier cosa, no existe una para prepararse en una de las profesiones más nobles y fundamentales de cualquier sociedad: la de educar. Existe un proyecto de ley a estudio en el Parlamento para crear una universidad de la educación, paralela a la Universidad de la República. De esa manera, la formación docente saldría de la órbita política, se manejaría con los estatutos y estructuras autónomas, y, lo más importante, existiría un ámbito académico en el que se investigue, se debata y se actualice la profesión, se la estudie en consonancia con los cambios de la sociedad, achicando la enorme brecha que existe hoy entre estudiantes y docentes, que deja a los adultos paralizados, sin saber qué hacer.
El gran problema de la educación en este país, que ha llegado a niveles desastrosos, es que está completamente politizada; son los intereses político-partidarios los que la manejan, y ya quedó más que demostrado que eso no funciona. Mover la formación docente del ámbito político hacia el académico, independiente, especializado, contribuiría significativamente en beneficio de una transformación del modelo educativo que necesitamos para comprender realmente lo que necesitan los adolescentes de hoy.