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Amigos que van y que vienen; la amistad en la adultez y una app que invita a conocer gente

Hacer amigos de adultos puede resultar difícil. La aplicación Timeleft, disponible en Uruguay, ofrece un camino para salir a comer con desconocidos y combatir la soledad

Editora Jefa de Galería

Hay un pensamiento, una creencia de que los amigos son para toda la vida. Que aquellas relaciones que forjamos en la niñez, en la adolescencia o en la juventud serán las que nos acompañarán siempre. Puede ser, es un lindo pensamiento, pero parece que no es tan real. Claro que hay muchos que pueden decir que sus amigos son los de toda la vida, y saben que eso es un gran valor. A veces mantener esa amistad da trabajo, y está bien hacer el esfuerzo.

Por momentos sentimos que con nuestros amigos vamos por caminos distintos, que no nos vemos lo suficiente, que ya no hay aquella sintonía que nos conectaba, que cuando los precisamos no están, pero igual siguen siendo nuestros amigos.

La autora estadounidense Mel Robbins asegura que hay tres elementos claves para que una amistad suceda: proximidad, timing (o el momento de la vida) y energía. Y lo explica claramente comparando la etapa de la infancia con la de la adultez y por qué hacer amigos de adultos puede ser tan difícil.

La autora estadounidense Mel Robbins asegura que hay tres elementos claves para que una amistad suceda: proximidad, timing (o el momento de la vida) y energía. La autora estadounidense Mel Robbins asegura que hay tres elementos claves para que una amistad suceda: proximidad, timing (o el momento de la vida) y energía.

Cuando somos niños las tres reglas de la amistad se dan naturalmente: estamos todo el día rodeados de personas de nuestra edad —en la escuela, en el barrio, en el club—, en la misma etapa de la vida. Hacemos deportes en equipo, vamos a cumpleaños de nuestra misma generación, terminamos y comenzamos etapas todos juntos, tenemos casi los mismos intereses y desafíos. Mientras estamos en la universidad, esta dinámica se puede prolongar en cierto modo, aunque ya empiezan a bifurcarse los caminos: ciudades distintas, vidas distintas, unos se casan, otros tienen hijos, o buscan trabajo, o se inscriben a un máster en el exterior. A medida que avanza la edad adulta las distancias se van agrandando, el deporte en grupo pasa a ser individual y no encontramos un lugar de coincidencia.

Robbins asegura que para hacer amigos en la adultez hay que entender dos cosas: que uno no puede sentarse a esperar a hacer amigos, sino que debe tomar una actitud más proactiva, y que los amigos van y vienen, y no es por una cuestión personal. Algunas de las tres claves de la amistad estarán ejerciendo sus fuerzas.

Si hablamos de proximidad, podemos pensar que las personas con las que pasamos más tiempo en el día son nuestros compañeros de trabajo. Sin embargo, aunque nos llevemos muy bien, no suelen ser nuestros mejores amigos, posiblemente por el timing, están en momentos de la vida diferentes: cuando termina el horario, mientras unos se van a sus casas con su familia, otros quieren salir a tomar algo con gente de su edad.

El tercer elemento es la energía, y como toda energía puede disiparse en cualquier momento. La conexión con la otra persona puede ser buenísima pero, si decido dejar de tomar alcohol, por ejemplo, la sintonía se puede ir, o me enfoco en hacer ejercicio y ya no tenemos la misma conexión, o las ideas políticas son opuestas y nos terminan distanciando. Lo importante es entender que no es personal. Según esta autora, que las personas vayan y vengan en nuestras vidas es algo hermoso y debemos dejar que suceda.

Para hacer amigos en la adultez hay que entender dos cosas: que hay que tomar una actitud proactiva, y que los amigos van y vienen Para hacer amigos en la adultez hay que entender dos cosas: que hay que tomar una actitud proactiva, y que los amigos van y vienen

Pero, en medio de todo este baile, por momentos las personas pueden sentirse solas. La soledad es uno de los grandes problemas de la sociedad de hoy y, como vemos, las relaciones de amistad en la adultez no son una tarea sencilla. Pero hay quienes tienen ideas fantásticas, como el emprendedor francés Maxime Barbier, quien en la pandemia desarrolló la aplicación Timeleft, que organiza cenas semanales entre desconocidos alrededor del mundo. Opera en más de 65 países y 285 ciudades y cada mes promueve unas 10.000 cenas que reúnen a 60.000 desconocidos.

Ni bien nuestro periodista y editor Santiago Perroni se enteró de la existencia de esta app quiso probarla y, por supuesto, escribir sobre la experiencia. Descargó la aplicación y concretó un encuentro con cinco desconocidos —o amigos por conocer, como él subraya— en un restaurante de Montevideo. El proceso y el resultado se relatan paso a paso en una crónica imperdible que, más allá de contar con humor cómo resultó la peculiar cena, su previa y su after —que parece más el argumento de una comedia pero efectivamente sucede en esta pequeña ciudad—, aporta una posibilidad de combatir la soledad, conocer gente y, tal vez, hacer amigos nuevos. Habrá que ver luego la proximidad, el momento de la vida y la energía que existe entre las personas, pero, por lo menos, las cartas (o los celulares) están sobre la mesa, habrá que salir a jugar.