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Cuando Fernando Antía se enteró que después de 25 años una regata de fama internacional volvería a pasar por Punta del Este, estaba viviendo en la Isla de Pascua, trabajando en un campo con caballos, plantando piñas y porotos, y criando chanchos, gallinas y vacas. Era un “hombre de orilla”, con vaga experiencia en la Laguna del Diario. Siempre había querido aprender a navegar, pero todavía no había surgido la oportunidad. “Mi madre me avisó que no había ningún uruguayo inscripto y que la empresa organizadora estaba interesada en que uno participara”, recuerda. Eso fue hace poco más de un año, el 1º de junio de 2016, el día que en la sede principal del Yacht Club de Punta del Este se anunció en simultáneo con Inglaterra el lanzamiento oficial de la Clipper Round the World Yacht Race, la regata internacional que tras casi 25 años volvía a escoger Punta del Este como destino.
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“Viajé por el surf y la aventura. Quería seguir por la Polinesia. Siempre quise aprender a navegar y desde que estuve en las islas veía cómo la gente se acercaba con su vela y echaba el ancla”, contó a galería Fernando Nano Antía, hijo del actual intendente de Maldonado, desde el teléfono satelital de su embarcación en la mitad del océano Atlántico, a la altura de Florianópolis, a pocos días de llegar a Punta del Este, el primero de 13 puertos.
Cumpliendo su sueño, Nano Antía es el único uruguayo en esta carrera amateur en la que participan otras más de 700 personas con poca o ninguna experiencia. Esta condición la distingue de la prestigiosa Whitbread Round the World Race (ahora conocida mundialmente como Volvo Ocean Race), que había recalado en la bahía de Punta del Este por última vez en 1992 y 1993 con navegantes profesionales. Además, explica por qué para poder formar parte de la Clipper todos los participantes deben realizar un entrenamiento previo en Gosport, Inglaterra. Este año el adiestramiento comenzó el 30 de junio y terminó poco antes de la largada. Según el competidor uruguayo, la preparación “comienza con lo más básico”, trabaja sobre los vientos y el contacto con los equipos de trabajo. Luego, va progresivamente entrando en detalle: profundiza en los diferentes tipos de velas, los puntos de cabotaje, los mapas o el manejo digital. “Nunca se termina de aprender en la navegación”, dice.
La Clipper Race tiene un recorrido total de 40.000 millas náuticas (74.080 km) y fue creada en 1996 por sir Robin Knox-Johnston, el primer hombre en dar la vuelta al mundo en una regata, sin escalas y en soledad, entre en 1968 y 1969. Es la única carrera en la que los organizadores suministran barcos idénticos —Clipper 70— para la competición con un capitán calificado por flota.
La 11ª edición de la Clipper Race partió de Liverpool el 20 de agosto de 2017 y tiene una duración de 11 meses. Compiten 12 equipos con tripulantes de 44 nacionalidades, desde chilenos y brasileños hasta checos y rusos. En total son 712 competidores no profesionales. La carrera está dividida en ocho “piernas” o partes. Luego de recorrer 6.400 millas náuticas a través del océano Atlántico, la regata concluirá su primera etapa y los veleros empezarán a llegar a Punta del Este a partir de hoy jueves 21, dependiendo sobre todo de la intensidad del viento.
Sir Robin Knox-Johnston llegará junto a los integrantes de la tripulación.
Para Antía, llegar a Punta del Este también es volver a su ciudad natal. Sin embargo, es consciente de que durante la escala no podrá desligarse completamente de las responsabilidades que conlleva ser miembro de la tripulación. “Tengo varios tareas a mi cargo, como limpiar y poner en forma el velero. Hay que prepararse para la segunda pierna, que serán más de 30 días de navegación. Todos debemos ayudar, pero si uno cumple con el trabajo se maniobra con los horarios. Como soy el único uruguayo de la carrera, y hay pocos sudamericanos, tengo responsabilidades de prensa que la empresa me encargó”.
Tras la primera parte, la travesía continuará por Ciudad del Cabo y llegará a cuatro destinos de Australia (Fermantle, Sydney, Hobart y Whitsundays). Luego tocará puerto en China (Sanya y Qingdao) y continuará hacia Seattle, Panamá y Nueva York, para terminar en Londonderry, Irlanda.
Según Antía, cada “pierna” implica una inversión que puede trepar hasta los seis mil dólares. Aunque tiene sus ahorros y cuenta con ayuda de sus padres, para poder completar la vuelta al mundo precisa cerca de 20.000 dólares más: “Sé que es mucha plata, pero esta carrera es una de las más importantes en navegación, es la única que involucra a personas inexpertas”.