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El neurocientífico más famoso y atípico del momento se llama Andrew Huberman

The Huberman Lab Podcast es uno de los 10 podcast de salud más escuchados del mundo; la historia de su creador es la de un profesor de Stanford con un difícil pasado adolescente, que toma mate, está cubierto de tatuajes y cree en Dios

La pandemia fue un momento delicado para todos. Mientras muchos se hundieron, otros encontraron una oportunidad en medio del caos. Andrew Huberman, Ph.D., neurocientífico y profesor titular en el Departamento de Neurobiología y, por cortesía, de Psiquiatría y Ciencias del Comportamiento de la Facultad de Medicina de la Universidad de Stanford, fue uno de ellos. A partir de ese momento, su vida y la de muchos cambiarían gracias a su pasión por aprender y compartir conocimiento.

La oscuridad

Huberman tuvo una infancia relativamente normal, con unos padres comprometidos, una hermana tres años mayor y cenas familiares con la televisión apagada. Jugaba al fútbol, nadaba y pasaba tiempo con otros niños de su edad. Sin embargo, cuando cumplió 13 años, sus padres se divorciaron, lo que marcó un giro en su vida. Como él mismo relata, si existiera un libro de reglas sobre cómo manejar la separación con los hijos, sus padres habrían quebrantado cada una de ellas. Desde entonces, la parte paternal de ambos se fue desmoronando: su padre se mostró ausente, mientras que su madre, aunque hizo lo mejor que pudo, sufrió enormemente con el cambio de estructura, ya que se había roto su concepto de familia tradicional.

Este hecho inició una etapa turbulenta en su vida, marcada por la entrada en el mundo del skateboarding, un entorno complejo con personas de diferentes edades, drogas y constantes lesiones deportivas, además de peleas callejeras. A medida que pasaba más tiempo en este ambiente, comenzó a ausentarse de su escuela. Finalmente, su instituto decidió enviarlo a un programa de rehabilitación por su comportamiento, donde las cosas no fueron fáciles para él. Consiguió un acuerdo para volver a estudiar, pero con la condición de que empezara terapia. En ese entonces, a finales de los años 80 y principios de los 90, la terapia era un tema tabú y le daba vergüenza. Comenzó a ir a escondidas, una o dos veces a la semana, con un terapeuta psicoanalista, quien fue la primera persona que realmente le prestó atención. Más de 30 años después, Huberman sigue trabajando con esa misma persona, que se convirtió en un gran mentor.

A los 19 años, después de terminar con su novia y trabajar en una cafetería cuyo jefe detestaba, decidió poner orden en su vida. Fue entonces cuando reconoció que la separación de sus padres había dejado cicatrices profundas y que no había sabido gestionar esas emociones de manera adecuada. En el verano de 1994, escribió una carta a su madre, que aún conserva, en la que expresaba sus sentimientos sobre el pasado y sus planes para el futuro. Según Huberman, ese momento fue como un acto de autocuidado: se hizo padre de sí mismo, ya que nadie más podía controlar su rumbo. Aunque ama a sus padres, señala que estaban tan enfocados en sus propios problemas que él acabó por tomar las riendas de su vida. Con este ejemplo destaca la importancia que tienen en la educación los límites parentales.

Hacia el cambio. “¿Qué voy a hacer? Soy un desastre”, pensó en un momento de reflexión. Sin embargo, en medio de ese caos, reconoció una de sus virtudes: su capacidad para memorizar información. De niño, tenía lo que él llama una “obsesión por aprender”; pasaba horas en las veterinarias tomando notas sobre animales, catalogándolos. Lo mismo hacía con las armas medievales, los bloques de Lego o los libros del Guinness World Records. En clase, pedía permiso para dar lecciones sobre lo que había aprendido, incluso sin que nadie se lo pidiera.

El hecho de que su padre fuera científico, específicamente físico, y su madre tuviera formación en educación contribuyó a que creciera en un ambiente que fomentaba el aprendizaje. Fue entonces cuando comenzó a cambiar sus hábitos: empezó a comer de manera más saludable, a entrenar y a estudiar con disciplina. Este nuevo enfoque lo transformó en un estudiante ejemplar.

Con el tiempo, consiguió un trabajo en un laboratorio, donde comenzó a aprender neurobiología a través de experimentos como inyectar MDMA a ratas, entre otros. Se sentía como un niño en un parque de diversiones. El propio director del laboratorio reconoció su talento y le sugirió que aplicara a una escuela de graduados. Así lo hizo, y de ahí en adelante su camino académico se abrió de par en par.

Andrew Huberman calentando en una pista de atletismo.jpg
Andrew Huberman calentando en una pista de atletismo

Andrew Huberman calentando en una pista de atletismo

El podcast

En 2019, ya como profesor en Stanford, Andrew Huberman comenzó a compartir contenido en Instagram sobre ciencia, principalmente por diversión. Al año siguiente, tenía planeado lanzar su libro, pero le dijeron que el podcast era un formato que estaba ganando mucha popularidad. Siguió el consejo y comenzó a participar como invitado en varios programas de este nuevo medio en auge. Las vacunas contra el Covid-19 eran un tema frecuente en ese entonces, pero no era su área de especialización y, además, como profesor en Stanford, se encontraba limitado a hablar por las normativas de la universidad.

Sin embargo, había otros temas sobre los que sí tenía un profundo conocimiento, en especial aquellos relacionados con problemas que la gente siempre había enfrentado y que la pandemia había exacerbado: la ansiedad, el sueño y el ciclo circadiano, el ejercicio físico, el sedentarismo y la salud mental. Se sentía motivado, pues el mundo estaba pasando por una crisis psicológica y él podía contribuir con herramientas gratuitas para mejorar la salud de las personas.

En enero de 2021, lanzó su propio podcast con el apoyo de un equipo técnico que lo ayudó con todos los aspectos necesarios: The Huberman lab podcast. Hoy se encuentra entre los 10 podcast de salud más escuchados del mundo, y a menudo ocupa el puesto número 1.

El contenido está dentro de las categorías de ciencia, educación, salud y fitness e incluye lecciones sobre cómo mejorar el sueño, el aprendizaje, la motivación, el enfoque, el miedo, el estrés, así como sobre suplementos y hormonas. Además, cuenta con invitados expertos en diferentes áreas.

Este “ecosistema hermoso” del podcast, como lo define Huberman, se hizo posible también gracias a las invitaciones y el reconocimiento de su potencial por parte de otros podcasters. “La sensación de formar parte de esta comunidad es tan increíble como el día en que descubrí la neurociencia”, dijo en una entrevista.

Hasta la fecha, ha sido invitado a programas con grandes audiencias como los de Joe Rogan, Jimmy Fallon, Chris Williamson, Lex Fridman y Rick Rubin, entre otros. Además, lanzó su primer libro, Protocols: an operating manual for the human body. Según su web (www.hubermanlab.com), es una guía esencial para mejorar la función cerebral, el estado de ánimo y la energía, optimizar la salud corporal y el rendimiento físico y reprogramar el sistema nervioso para aprender nuevas habilidades y comportamientos que pueden transformar la vida de las personas.

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Apasionado por el mate

A pesar de haber nacido en Palo Alto, California, Andrew Huberman tiene sangre rioplatense, ya que su padre, el doctor Bernardo Huberman, es argentino. En su época de estudiante, Bernardo recibió una beca respaldada por la Armada de los Estados Unidos que lo llevó a mudarse a ese país para continuar sus estudios. Así fue como Andrew adoptó la costumbre de tomar mate, una tradición que heredó principalmente de su abuelo, aunque su padre también fue parte de su conexión con la cultura rioplatense. Esta bebida es su fuente favorita para consumir cafeína, una sustancia estimulante con beneficios tanto físicos como cognitivos a la cual ha dedicado un episodio completo de su podcast.

Padre e hijo se reunieron en un episodio de The Huberman lab podcast, donde Andrew entrevistó a Bernardo y recordó su primer trago de mate cuando tenía apenas cuatro años y vestía su “pijama de Spiderman”.

La pasión de Huberman por la yerba mate es tan grande que, en la actualidad, es colaborador de Mateína, una marca de yerba mate fundada por dos jóvenes canadienses y cultivada por una familia argentina de agricultores de cuarta generación en los bosques nativos de la provincia de Misiones.

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Andrew Huberman tomando mate en la falda del abuelo vestido con su pijama de Spiderman

Andrew Huberman tomando mate en la falda del abuelo vestido con su pijama de Spiderman

Tatuajes

Otro de los aspectos que llaman la atención de la figura de Huberman es su piel cubierta de tatuajes, algo inesperado al pensar en la imagen de un neurocientífico destacado y vinculado a una de las universidades más prestigiosas del mundo, comparable con instituciones como Harvard o el MIT. A primera vista no es evidente, ya que siempre se lo ve con su característica camisa negra de manga larga, que ya se ha convertido casi en un uniforme tanto en su programa como en sus apariciones como invitado. Debajo de ella, esconde una gran cantidad de tinta, reflejo de su etapa en la escena punk rock del skate. Para Huberman, los tatuajes son una “expresión literal de lo que los seres humanos sentimos por dentro”.

El neurocientífico ha decidido no mostrarlos por una razón que considera fundamental. Tanto sus programas de podcast como sus clases universitarias siguen un mismo principio: crear un espacio en el que no se centre la atención en él, sino en sus estudiantes u oyentes y la información que les transmite. En este sentido, Huberman cree que los tatuajes pueden desviar el foco de atención hacia él mismo, convirtiéndose en una distracción que va en contra del propósito principal de su labor científica. “Me gusta desaparecer lo más que pueda para que la información que doy sea la que tome protagonismo”, comentó en el podcast de Chris Williamson.

Recientemente, el neurocientífico sorprendió en las redes sociales al aparecer en un video en el que, debido a la exigencia del ejercicio físico que realizaba, se vio obligado a quitarse la remera, revelando por primera vez su cuerpo atlético y los tatuajes que lleva.

Un científico que cree en Dios

Por último, un aspecto que refuerza la ruptura del estereotipo del científico tradicional es la reciente apertura de Andrew Huberman acerca de su creencia en Dios. Sostiene que, al estudiar y comprender el desarrollo del cerebro y la neuroplasticidad (la capacidad de las neuronas para crear nuevas conexiones), se vuelve evidente la magnitud y la complejidad del ser humano. “Hay muchas cosas que la ciencia puede explicar, y otras que no. Pero voy a ir un poco más lejos y diré que todos los elementos de la ciencia son completamente compatibles con la idea de la existencia de un Dios”, comentó. Huberman no es el único en compartir esta visión, citando a personalidades como Albert Einstein y Carl Jung, quienes también abordaron la relación entre ciencia y espiritualidad.

Para él, esta creencia se conecta con su firme convicción de que no podemos controlar todo lo que sucede, como a veces creemos. Huberman ha enfrentado situaciones que no podía resolver por sí mismo y, al conectarse con algo superior, ha encontrado respuestas. Se trata de aceptar que hay un plan en juego, que las cosas suceden por una razón que quizás no entendemos, pero que depositamos nuestra confianza en que así es.