Cuarenta años de democracia
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Cuando el 1º de marzo asumió la Presidencia de la República el Prof. Yamandú Orsi, se cumplieron 40 años desde que hizo lo propio el Dr. Julio María Sanguinetti. El período transcurrido entre ambas fechas ha sido señalado particularmente para destacar que nuestro país ocupa el primer lugar en Latinoamérica como democracia plena.
Afortunadamente, nos hemos acostumbrado a asistir a relevos de gobierno que se cumplen con total normalidad. En un clima humano que honra tanto a quien entrega como a quien recibe la banda presidencial. Pero no siempre fue así.
Hay muchos ciudadanos que, debido a su edad, no tienen la información suficiente de cómo fue la asunción de la presidencia el 1º de marzo de 1985. Por eso es bueno recordar aquel momento de nuestra historia reciente como modo de reafirmar el concepto de que la democracia no es algo que se conquista para siempre, sino que, por el contrario, requiere ser preservada día a día.
En el proceso que nos llevó a vivir en el período democrático que hoy gozamos, tuvo activa participación un sector mayoritario de la ciudadanía. Fue el que con su voto rechazó la propuesta de reforma constitucional impulsada por el gobierno de facto en 1980. También tuvo gravitante participación la gestión de destacados dirigentes de todo el espectro político nacional.
Ello no nos inhibe de reconocer la actuación de quien fue el primer presidente que eligió la ciudadanía para iniciar el período democrático que hoy celebramos. Y que 10 años después fue consagrado nuevamente como primer mandatario, lo que constituyó una señal inequívoca de ratificación aprobatoria que dio la ciudadanía a su gestión.
Hoy, cuando todos celebramos aquel hito histórico que marcó el comienzo de la redemocratización del país, muchos no están al tanto de las dificultades que hubo que sortear, tanto para lograr la salida institucional como para conducirla hasta lograr su consolidación.
Fue en lograr estos objetivos que se destacó la figura de Sanguinetti. Su experiencia como periodista, legislador, ministro y protagonista en las negociaciones en procura de la salida hacia la democracia lo distinguieron para que fuera quien presidiera a la República en aquella difícil transición. A todo ello sumó su excepcional inteligencia, su destacadísima cultura y el reconocimiento de importantes líderes del exterior.
En el ámbito internacional logró reconstruir, en poco tiempo, las relaciones diplomáticas que resultaban indispensables para volver a ubicar al país en el sitial que tradicionalmente había ocupado. Para ello, contó con el destacado aporte del notable Cr. Enrique Iglesias, a quien había designado ministro de Relaciones Exteriores.
En el ámbito interno nada fue simple ni fácil. No obstante, supo cómo contemplar las aspiraciones de los diversos grupos con intereses opuestos hasta conseguir que se cumpliera su lema de lograr una salida en paz, que hasta el día de hoy disfrutamos.
Ello no es nada menor. Como no es menor la actividad que sigue desplegando a través de sus columnas periodísticas que recogen tanto las publicaciones nacionales como internacionales. A lo que debe agregarse que fue, por su iniciativa, que se creó la fundación Círculo de Montevideo, integrada por un destacado grupo de intelectuales, financistas y políticos de América Latina y de Europa, que promueven la democracia política.
Por todo ello, hoy le rindo este modesto homenaje al excepcional estadista que honra las mejores tradiciones cívicas de la República.
Gral. Cr. Guillermo Ramírez