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    La elección de Valeria Ripoll (II)

    Por Lector

    Sr. Director:

    Escribirle a usted me retrae a mi juventud. Recuerdo mis primeros años de adolescencia, allá por 1975, siendo un cadete de una casa de cambios, atravesar todos los meses la plaza Matriz para ir a levantar Búsqueda, un ejemplar al principio y dos después (uno para el titular de la oficina donde trabajaba y otro para mí), en el kiosco de revistas ubicado en la esquina de Sarandí y J. C. Gómez. Luego de guardar en el “maletín ejecutivo negro con guardas de aluminio” los ejemplares, en vez de atravesar la plaza, bajaba por J. C. Gómez y pasaba por frente a la siempre “cerrada” Casa del PN y de recibir de un viejo casero que allí estaba, alguna indicación de cuando había reuniones en la Casa de los Lamas, en la calle Uruguay, para luego seguir por la calle Rincón, bajando por Ituzaingó.

    Y ahí se producía la primera parada en el café El Brasilero, donde me esperaba, con un cortadito y un sándwich de pan negro, don Toto Miranda, que ojeaba rápidamente el ejemplar; casi religiosamente quedaba mi ejemplar por una semana, hasta que luego de un año logré convencer a don Toto de que lo comprara y tuviera uno en su “mesa de diarios para clientes”. Proseguía mi camino, bajaba unos metros hasta la esquina, doblaba a la izquierda por la calle 25 de Mayo, caminaba una cuadra y media hasta donde hacía mi segunda y definitiva parada, El Sorocabana.

    En una mesa (tres mesas redondas juntas), esperaba don Enrique Pujol, quien era mi empleador, rodeado de personajes de un Montevideo que ya no existe. Se destacaba la figura del Dr. Washington Flaco Guadalupe, siempre con su traje un poco chico y su sombrero en la mesa. En el momento de mi entrada, dirigiéndome a la mesa, alguna mano levantada anticipaba el pedido de mi café y la algarabía tal cual si se hubiese convertido un gol, esperando Búsqueda. Allí se producía sistemática y reiteradamente la escena de Pujol señalándome, casi en secreto y con un movimiento de cabeza, que entregara el ejemplar al Flaco Guadalupe; este ya sabía qué artículo leer para crear una tertulia maravillosa... Yo permanecía en un silencio absoluto, aprendía y absorbía cultura de aquellos personajes maravillosos. Esto sucedía casi a diario, pues, siempre en alguna discusión, con una altura ética e intelectualidad que hoy difícilmente se ve, tenía que salir corriendo a la oficina a buscar el ejemplar para verificar, o no, en Búsqueda la defensa de algunos de los tertulianos sobre el tema que se debatía.

    Es por eso que, con lo anteriormente expuesto, escribo mi comentario siguiente en estas páginas de Búsqueda, como si se las estuviera diciendo a un viejo amigo y con el corazón en la mano.

    Hace años, el presidente Dr. Luis Lacalle Herrera, en el departamento de Treinta y Tres, ante una situación muy particular que se había dado entre candidatos blancos de ese departamento, enfrentados para ver quién podía ganarle al Partido Colorado y al FA, salomónicamente dijo: “Siendo blanco, igual un chancho“.

    En la actualidad, nos enfrentamos a una encrucijada inesperada dentro de mi querido Partido Nacional, al nominar para la vicepresidencia de la República, es decir, para la presidencia de la Asamblea General y del Senado, a un individuo de carácter arribista cuyas convicciones se encuentran notablemente distantes del pensamiento histórico que ha caracterizado al Partido Nacional. No figura en su corazón, y menos que menos en su mente, un sentimiento “Masoller”, por el contrario, existe una larga historia de sentimientos y expresiones contra el Partido Nacional y el orgullo de ser “blanco como güeso de bagual”. Esta dama sindicalista ha optado por el enfoque oportunista de utilizar al sindicato, siguiendo el modus operandi del peronismo (copiado a rajatabla por el PIT-CNT), como trampolín hacia la esfera política con el único objetivo de satisfacer su propio ego.

    Es pertinente destacar que los partidos políticos y los sindicatos se presentan como dos entidades que, si bien comparten ciertas similitudes en su función de representación y defensa de intereses colectivos, deben seguir trayectorias paralelas, pero jamás fusionarse, siempre y cuando se piense en el bien de sus representados y no el personal.

    En el mismo contexto, en compañía de la señora frenteamplista (dejemos bien en claro que su pasaje transitorio por las filas de PN se debe al fracaso de las negociaciones llevadas a cabo con el Frente Amplio) se encuentra un candidato a la presidencia por el Partido Nacional, Álvaro Delgado, cuya trayectoria y vinculación con la militancia blanca resultan poco claras, rozando la inexistencia. Es innegable que nos encontramos ante una fórmula que parece destinada al fracaso. No es necesario ser experto en ciencias políticas o sociología para percatarse de que Álvaro Delgado, al igual que el mosquito posado en el lomo del buey, insiste en proclamar a los cuatro vientos su supuesta laboriosidad.

    Realicemos un sencillo ejercicio: evaluemos la popularidad del presidente Lacalle Pou entre la población y preguntemos quién conocía a Delgado antes de las elecciones internas. La respuesta es clara: la gente votó por el presidente Lacalle Pou y por el Partido Nacional, nadie votó a Álvaro Delgado y a una frenteamplista.

    Paradójicamente, es bueno que se haya destapado la personalidad de Álvaro Delgado (ampliamente conocida en las bases y los militantes de verdad) para la población en general antes de la elección nacional, pues sacó a relucir y se vio su hilacha dictatorial. También será positivo esta estrepitosa derrota que sufrirá el PN para que quede bien claro que con los Blancos no se juega, no es un partido de arribistas y tampoco es un partido de dictadores. Luego de la tristeza de ver cómo el PN pierde las elecciones nacionales, nuevamente doña “paradoja” aparecerá, ya que tendremos la alegría de ver que estos personajes se desvanecerán, por su propia conducta, del PN.

    El FA ha marcado y ha elegido a la vicepresidenta del PN, por lo tanto, si me hablan de estrategia para contrarrestar a la candidata Cosse, es mentira y una falta de respeto a la inteligencia de los Blancos.

    El FA le eligió al Partido Nacional que la posición del vicepresidente tiene que ser una mujer.

    El FA gobierna hoy al Partido Nacional.

    Y no vengan después que se perdió por el efecto rebote de los casos de Astesiano y/o Penadés; esa los Blancos no la vamos a llevar.

    Esta semana, los judíos leemos la parashá, Kóraj. Es el relato de la historia de un personaje (Kóraj) que se rebela contra Moisés, prometiendo al pueblo judío mayor igualdad de derechos y oportunidades… Kóraj y todos sus seguidores terminaron hundidos en la tierra; hoy en día, podemos ver en Álvaro Delgado al Kóraj del Partido Nacional.

    Aquí no se trata si eres de derecha o eres izquierda, como decía el entonces senador Enrique Erro “dígame el tema y yo le diré si estoy a la izquierda o a la derecha de ese punto”. De lo que esta elección se trata es entre dos formas de gobernar; las políticas que fracasaron en los 15 años del gobierno nacional y 35 años del gobierno de la capital del FA, ampliamente apoyado por la actual candidata a la vicepresidencia del PN; o la política exitosa de los partidos tradicionales, ampliamente criticada hasta hace algunos meses por la Sra. Ripoll. En este sentido, los indecisos con pensamiento levemente inclinado por las fórmulas que han fracasado, votarán directamente a FA, y viceversa, aquellos que en su mente optan por fórmulas que han funcionado, votarán al doctor Ojeda del Partido Colorado. Pero seguro es que ninguno votará al PN y la estampida hacia afuera de los corrales de la “Estancia El Cordobés”, auguró que será estrepitosa.

    En resumen, no será una traición al PN votar al Partido Colorado, pues, parafraseando al Dr. Luis Alberto Lacalle Herrera, hoy la candidatura del PN no tiene “ni blancos ni chanchos”.

    Pues como Blanco como “güeso” de Bagual, primero está la Patria.

    Leandro A. Olivera

    CI 1.745.741-0